Si cumples lo que dices, lo que dices se cumple

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Matot (Números 30:2-32:42 )

Enseñanzas sobre crecimiento personal basadas en la parashá de la semana.

Moshé habló a los jefes de las tribus de los hijos Israel, diciendo: ‘Esto es lo que Hashem ordenó: Si un hombre expresa un voto a Hashem o un juramento para obligarse a cumplir una prohibición, no profanará su palabra; conforme a lo que dijo, hará’” (Bamidbar 30:2-3).

Entendidos literalmente, estos versículos hablan acerca del mandamiento de cumplir las promesas y que está prohibido faltar a ellas. Además de este mandamiento de cumplir con lo que uno promete, la Torá enuncia una prohibición que Lo yajel debaró, que literalmente significa ‘No profanará su palabra’, lo cual implica, tal como Rashí lo señala, que no debemos traicionar nuestra palabra convirtiéndola en julín, en ‘algo profano’.

Si bien es cierto que en general uno debe cuidar el habla y mantener la pureza, el versículo señala que si uno no cumple con su palabra, la palabra se profana. Por supuesto que uno no debería utilizar el habla para pláticas banales y mucho menos para palabras prohibidas como chismes, ofensas u obscenidades, pero es específicamente cuando uno no cumple lo que promete que la palabra se vuelve julín. Si, por el contrario, la usa adecuadamente y cumple sus promesas, la santifica.

Hay individuos que poseen enorme poder en su palabra, a grado tal que muchos los buscan para pedirles bendiciones que, con frecuencia, se cumplen. Por eso encontramos largas filas de personas que piden una berajá a algún tzadik, ya sea para mejorar su situación económica o para curarse de alguna enfermedad o buscar algún shiduj. Muchas de esas personas acuden porque sus bendiciones se cumplen y por lo tanto van a pedir alguna bendición. ¿De qué depende que las bendiciones de esas personas se cumplan? ¿Por qué sus bendiciones sí dan frutos, mientras que las de otras personas no tanto?

Indudablemente el mérito de estas personas es importante y, al ser personas con un elevado nivel espiritual, es decir, por el gran mérito que tienen, Dios hace que se cumplan sus bendiciones. Los sabios afirman: “El tzadik decreta y el Santo, bendito sea, lo cumple”1. Las palabras de una persona justa tienen un impacto en el Cielo; sus rezos son aceptados y sus bendiciones se cumplen. El habla de los tzadikim es especial porque todo lo que dicen da frutos, pues ha logrado conservar el gran poder que el habla tiene.

Este versículo nos dice que también el hecho de cumplir la palabra es lo que hace que su palabra sea sagrada y, al contrario, cuando uno falla su palabra, su hable se profana. El Séfer Jasidim señala que cuando una persona cumple lo que dice, lo que dice se cumple. Por eso las bendiciones de los tzadikim se cumplen: cuando ellos cumplen lo que dicen, Hashem hace que lo que ellos dicen se cumpla.

Debemos estar atentos a lo que decimos y cumplir con lo que prometemos. Ya sean votos, nedarim o promesas, debemos ser cuidadosos y cumplir con lo que decimos. De esa manera lograremos conservar la santidad que tiene la palabra y mantener así la fuerza que Dios le dio. Al fin y al cabo, Dios creó el universo con palabras: las palabras tienen el poder de crear y modificar la realidad física.


1 Talmud, Taanit 23a.

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