El factor sorpresa

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Vaerá (Éxodo 6:2-9:35 )

Dios le habló a Moshé y a Aarón, diciendo: “Cuando Paró les hable, diciendo: ‘Hagan un milagro para ustedes’, le dirás a Aharon: ‘Toma tu vara y arrójala ante el faraón, para que se convierta en serpiente’”. Moshé fue con Aarón donde Paró e hicieron así, tal como Dios había ordenado. Aarón arrojó su vara ante el faraón y sus siervos, y se convirtió en serpiente. (Shemot 7:8-10).

Comienza la épica batalla de talentos. Dios le dice a Moshé y Aarón que Paró querrá ver una maravilla, un milagro que verifique que Dios Mismo los envía. Quiere ver algo poderoso, único y convincente. Hashem les dice el plan: van a arrojar la vara al piso, y se convertirá en serpiente. Y la Torá dice que fueron hasta Paró e “hicieron como Hashem les ordenó”.

Cuando la Torá dice que hicieron como se les ordenó, los está alabando. “Vean, ¡escucharon a Hashem!”. Pero, ¿qué fue tan impresionante? ¿Por qué ameritaron el elogio? Dios les dio la posibilidad de hacer un milagro, ¿no lo haríamos todos acaso? ¿Por qué tanto alboroto? Más aún, la Torá alaba que hayan ido donde Paró. Extrañamente, no los elogia por haber realizado el milagro (eso está escrito después de la alabanza). ¿No es eso lo que merece ser alabado?

¿Y cuál fue la respuesta ante este milagro? Moshé y Aarón se convirtieron en el hazmerreír de Egipto. Todo egipcio sabía realizar este simple truco, hasta los niños pequeños. Como dice el Midrash:

Paró comenzó a reírse [de Moshé y Aarón] y les dijo: “¿Es esta la señal de su Dios? ¿No saben que domino toda la magia?”. Inmediatamente reunió a niños de la escuela, quienes también [arrojaron sus varas y se convirtieron en serpientes]. Luego llamó a su esposa, quien también lo hizo… como hicieron los magos de Egipto y los niños de cuatro y cinco años. (Midrash Rabá, Vaerá 9:6).

Paró se burló de ellos, diciendo que su truco era ‘como llevar un grano de arena al mar’. Imagina lo que pasó por las cabezas de Moshé y Aarón. Paró esperaba ansiosamente ver lo que este Dios de los judíos era capaz de hacer, ¿y este es el gran milagro que Hashem quiere que hagan? ¿Arrojar la vara y que se convierta en serpiente? Imagina si Dios te dijera que debes ir a una prestigiosa universidad llena de científicos, como mensajero del Creador del Universo, para demostrar que Dios existe. Cuando el equipo de profesores se reúne y te piden que realices un milagro para demostrar el poder de Dios, Hashem te ordena que saques un fósforo y lo enciendas. “Miren, ¡fuego!”.

¿Estarías dispuesto a presentarte ante el panel de profesores y quedar como un tonto? “¿Fósforos? ¡Qué buen truco! Este hombre está científicamente loco”.

En resumen, ese fue el plan que Moshé y Aarón tenían para confrontar a Paró. Lo único que Dios les dijo fue que arrojaran la vara y que se convertiría en serpiente. Para ellos, ese fue todo el plan. Parados frente a Paró, quien había llamado a todo Egipto para que contemplaran a estos dos tontos.

Por eso Hashem los alaba por haber ido donde Paró: “Moshé fue con Aarón donde Paró e hicieron así, tal como Dios había ordenado”. Sabían que se estaban metiendo, por así decir, en la “jaula de un león hambriento”. Sin embargo, no cuestionaron a Dios e hicieron exactamente lo que les pidió.

Con la guardia baja

Luego Dios volteó la situación para Paró y sus seguidores: todo el espectáculo era una trampa. “Y la vara de Aarón engulló sus varas” (Shemot 7:12). Después de que las serpientes volvieron a ser varas, palos de madera tirados en el piso, la vara de Aarón engulló las de ellos. Eso no estaba en el repertorio egipcio de trucos de magia. Era, incuestionablemente, un milagro.

“Paró endureció su corazón y no los escuchó, y Hashem había hablado” (ibíd. 7:13). Paró tuvo que endurecer su corazón. Eso significa que se aterrorizó, pero que superó el temor. El Midrash dice que pensó que, si la vara de Aarón se comió a todas las otras, con la misma facilidad podría dirigirse a su trono y aniquilarlo.

El plan de Hashem fue genial. Si Moshé y Aarón se hubiesen presentado ante Paró y jugado sus cartas de inmediato, arrojando su vara que se comía las de ellos, el impacto habría sido mucho menor. Paró esperaba ver un milagro, estaba mentalizado y preparado para él, y no habría tenido que endurecer su corazón. Se habría impresionado, pero no asustado.

¿Y quién se habría enterado del milagro? Sólo Paró y unos pocos de sus ministros, y se habrían asegurado de que permaneciera en secreto. La población egipcia nunca hubiese oído sobre él. ¿Qué ocurrió, en cambio? Paró llamó a todo el mundo: los niños de la escuela, los hombres sabios, los magos, su esposa. ¡Ahora está en la primera plana de las noticias! Todos se ríen histéricamente de Moshé y Aarón.

El elemento sorpresa es clave para una estrategia militar efectiva, como escribe el anciano general chino Sun Tzu en El arte de la guerra: “Aparenta debilidad cuando eres fuerte, y fortaleza cuando eres débil”. Entonces, cuando todos se están riendo y tienen las defensas bajas, Hashem le envía, repentinamente, a toda la nación egipcia, un escalofriante mensaje que los sacudió hasta la médula: “Ustedes son vulnerables, pueden ser devorados, y están buscando problemas con el milagroso poder del Dios de los judíos”. Paró y los egipcios se estremecieron.

Hashem tuvo un plan exacto y quería asegurarse que todo el pueblo oyera Su mensaje. Si te preguntas alguna vez sobre una de las directivas de Hashem, temiendo hacer el ridículo, recuerda a Moshé, Aarón y la vara que se convirtió en serpiente. Hashem sabe exactamente lo que hace. En ocasiones, sólo debemos ser pacientes para verlo.

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