Humildad y el Monte Sinai

4 min de lectura

Shavuot (Éxodo 19:1 - 20:23 )

 

El Midrash dice alegóricamente que cuando Dios se preparaba para entregar la Torá, todas las montañas dieron un paso al frente y explicaron por qué la Torá debería ser entregada sobre ellas. 
 
"Yo soy la montaña más alta", dijo una. "No", dijo la otra, "yo soy la más escarpada de todas y por lo tanto la Torá debería ser entregada sobre mí". Una a una, todas expusieron sus razones. Pero al final, Dios eligió el Monte Sinai – no por ser el más alto o el más grandioso (ya que no lo es, como cualquiera que lo ha visitado puede atestiguar), sino, como dice el Midrash, por ser el más humilde.
 
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Verdadero carisma
 
¿Cuál es la noción de "humildad" y qué tiene que ver con la entrega de la Torá?
 
Primero, clarifiquemos lo que no es humildad. Humildad no significa ser tímido para hablar o ser pasivo. Humildad no es encoger los hombros y tener baja autoestima. La Torá (Números 12:3) se refiere a Moisés como "la persona más humilde que jamás vivió" – y sin embargo él confrontó agresivamente al Faraón de Egipto, luchó contra Amalek, y se hizo escuchar para reprochar y criticar fuertemente al pueblo judío.
 
El judaísmo define la humildad como "vivir con la realidad de que nada importa excepto hacer lo correcto". Eso significa que la persona humilde no depende de la opinión de los demás. Porque a veces hacer lo correcto es "popular" (y es coherente con las necesidades del ego propio), y otras veces no lo es. Pero la persona humilde puede poner su ego de lado, si es necesario, para actuar consistentemente y hacer lo correcto.
 
En el mundo secular, las mayores celebridades son usualmente las personas más arrogantes. Imagina una estrella de cine entrando a una fiesta; contorneándose, engreído y con la nariz levantada. Sus manierismos gritan: "Yo soy grande y no te necesito a ti ni a ninguna otra persona". La habitación está en silencio con temor. Y a esto lo llaman: ¡Carisma!
 
El judaísmo dice que esto es un falso carisma. La persona arrogante no se preocupa por el bien y el mal. Si es necesario, va a avergonzar a alguien, mentir, robar, e incluso robar para satisfacer las necesidades de su propio ego.
 
  • Arrogancia = Yo soy lo más importante
  • Humildad = Lo que está sobre mí es lo más importante
 
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Un paso al frente, un paso atrás
 
La humildad es la capacidad de ser objetivos sobre la posición propia en relación a los demás. Si estoy en condiciones de liderar, entonces debo liderar. Y si no, debo ceder el mando. Tengo que saber donde estoy parado, y no deshacer las libertades. Si estoy en presencia de alguien más brillante, debo pensar dos veces antes de hablar. No hay nada más molesto que un contador, en un cuarto lleno de doctores, pontificando sobre ciencia médica.
 
Rab Simja Bunim de Peshischa (Siglo 19, Europa), siempre llevaba consigo dos pedazos de papel – uno en el bolsillo derecho y uno en el bolsillo izquierdo. En uno de los papeles estaba escrito el pasaje talmúdico: "Todo el mundo fue creado sólo para mí" (Sanedrín 38a). En el otro papel estaban escritas las palabras de Abraham "No soy sino polvo y cenizas" (Génesis 18:27). De esta manera, él sabía en todo momento que hay instancias para dar un paso al frente, e instancias para dar un paso atrás.
 
Mientras más se eleva espiritualmente una persona, más humilde se torna. Al acercarnos a Dios, tomamos conciencia de nuestras propias limitaciones, de nuestra vulnerabilidad y de nuestra mortalidad. Internalizamos la realidad de que la posición de cada ser humano es transitoria y que sólo Dios es eterno. Moisés fue llamado "el más humilde" porque cuando estuvo delante de Dios, el supo cual era su posición. Cualquier otra cosa quita espacio para que Dios pueda entrar. Por eso el Talmud compara la arrogancia con la idolatría; ambas alejan la presencia de Dios.
 
Rab Rafael de Barshad (Siglo 19, Europa), lo resumía de la siguiente manera: "Cuando llegue al cielo, me preguntarán, ¿por qué no estudiaste más Torá? Y yo les responderé que era un poco torpe. Luego me preguntarán, ¿por qué no hiciste más actos de bondad con el prójimo? Y yo les responderé que era débil físicamente. Luego me preguntarán, ¿por qué no diste más tzedaká? Y yo les responderé que no tenía suficiente dinero. Pero luego me preguntarán: Si eras tan estúpido, débil y pobre, ¿por qué eras tan arrogante? Y para eso no tendré respuesta".
 
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Herramientas para la humildad
 
Entonces, ¿cómo adquirimos humildad? Lo primero que hace un judío al despertarse por la mañana es decir la plegaria de Modé aní: "Te agradezco, Dios, por haber devuelto mi alma para un nuevo día, ¡gracias!".
 
El paso número uno para la humildad, es poner en perspectiva nuestra relación con Dios. Sentir el "nosotros", en vez de la negativa energía egoísta. Nos sentimos más relajados, calmados y flexibles. Y esto, a su vez, influencia todas nuestras relaciones interpersonales: matrimonio, amigos, comunidad, ambiente laboral y sociedad.
 
Más herramientas para obtener humildad:
 
  • Lee elogias. En ellas está contenida una buena dosis de humildad. Nos ayudan a adquirir perspectiva acerca del verdadero significado de la vida. Intenta escribir tu propio obituario. ¿A través de que cosas quieres ser recordado?
  • Utiliza la humildad para elevarte por sobre las discusiones. No tienes que responder a todos los insultos.
  • Pídele a un amigo cercano que te critique fuertemente. En la medida en que reconozcamos nuestras propias faltas, seremos menos arrogantes con los demás.
 
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Déjalo ir – y deja entrar a Dios
 
Un paso crucial para la humildad se encuentra en el primer versículo del libro de Números. "Y Dios le habló a Moisés en el desierto del Sinai". Los sabios formulan una pregunta fundamental: ¿Por qué la Torá fue entregada en el desierto? Porque el desierto es vacío. Lo que implica que – para recibir la sabiduría de Dios – primero debemos estar dispuestos a abrir un espacio en nuestro interior.
 

A medida que nos preparamos para la festividad de Shavuot y revivimos la experiencia del Sinai, el mensaje para nosotros es que debemos conocer nuestra posición, y debemos hacer un espacio en nuestro interior para que la verdad de Dios y de su Torá entren profundamente en nosotros.

 

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