Volviendo al Jardín del Edén

5 min de lectura

Bereshit (Génesis 1:1-6:8 )

Conceptos prácticos y relevantes de la parashá semanal por Rav Shraga Simmons.

Todos los arbustos silvestres todavía no existían en la tierra, y todas las plantas silvestres aún no habían brotado. Esto fue porque Dios no había traído la lluvia sobre la tierra, y no había hombre para trabajar la tierra... Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida. El hombre se convirtió así en un ser vivo... Dios tomó al hombre y lo colocó en el Jardín del Edén, para que lo trabajase y lo preservase. (Génesis 2:5, 7,15).

La Torá nos está indicando el estado ideal de la humanidad. Dios no trajo la lluvia sobre la tierra, específicamente, hasta la creación del hombre, porque cultivar el mundo es el derecho exclusivo de los seres humanos... para trabajarlo y para protegerlo.

El Talmud pregunta: ¿Por qué Adán fue creado solo? (En vez de haber sido Adán y Eva creados al mismo tiempo.) Para enseñarnos que toda persona está obligada a decir: "Por mi causa ha sido creado el mundo".

Es nuestro mundo. Esto es a la vez un gran privilegio y una enorme responsabilidad.

La pregunta es ahora, ¿qué significa esto de "cultivar el Jardín"? Bueno, imaginemos a Adán y Eva. ¿Cómo era la vida cotidiana? ¿Qué "trabajo" ellos realizaban en el Jardín?

Nuestra respuesta se encuentra en el Midrash:

En el Jardín del Edén, la tierra producía pastelería lista para comer. Si uno plantaba un árbol, producía frutos en el primer día. Los niños eran concebidos y nacidos en el mismo día. Ellos nacían con la capacidad para caminar y hablar. Durante todo el año, el clima era templado como en primavera.

¿Qué trabajo había que hacer allí en medio del Jardín para que el versículo diga trabajarlo y protegerlo? Tal vez uno diría: Debía podar los viñedos, arar los campos y acumular los tallos. ¿Pero acaso los árboles no crecían por su propia voluntad? Tal vez uno diría: Había otros trabajos que hacer, como por ejemplo regar el jardín. ¿Pero acaso un río no cruzaba y regaba todo el Jardín?

¿Qué significa entonces trabajarlo y protegerlo? Significa trabajarlo a través del cumplimiento de las mitzvot positivas, y protegerlo evitando transgredir las mitzvot negativas (Pirkei de Rabi Eliézer 12; Rabeinu Bajya).

Las mitzvot positivas son la forma en que Dios dirige nuestros pensamientos y acciones hacia nuestra gran responsabilidad para con el mundo y para con la humanidad. Por el contrario, las mitzvot negativas impiden que destruyamos el mundo.

En palabras del Rab Samson Rafael Hirsch:

La frase trabajarlo y protegerlo denota todas las conductas morales del hombre, su esfuerzo conciente de hacer lo que se espera de él y de abstenerse de hacer lo que está prohibido. Porque es en virtud de la conducta moral del hombre que la propia naturaleza recibe las condiciones necesarias para su propia supervivencia.

¿Cómo se las arreglaron Adán y Eva con su importante responsabilidad? La Torá informa:

Dios le dijo a Adán: "Porque escuchaste a tu esposa y comiste del árbol (que específicamente te dije: No comas de él»), por lo tanto, la tierra será maldecida por tu culpa. Extraerás de ella los alimentos con angustia todos los días de tu vida... con el sudor de tu frente comerás el pan. Por último, volverás a la tierra, porque de ella [la tierra] fuiste tomado. Polvo eres y al polvo volverás" (Génesis 3:17, 19).

Adán y Eva comen del fruto y son desterrados del Jardín. Dios le dice a Adán que, como consecuencia de sus acciones, una maldición recaerá sobre la humanidad: Con el sudor de tu frente comerás el pan. Antes, durante su estadía en el Jardín, cada necesidad de Adán y Eva estaba satisfecha, frutas instantáneas y pasteles listos para comer. Ahora, la Torá nos está diciendo que salir a ganarse la vida ¡es una maldición!

La sociedad occidental tiene una visión de la "carrera" muy alejada de la Torá. De alguna manera pensamos que la carrera es la esencia de nuestra existencia, como si cuando todo esté dicho y hecho y lleguemos al cielo, podremos alardear de que hemos llegado a ser Vice-Presidentes corporativos de una empresa. Sin embargo con respecto a la entrega de la recompensa eterna, no estoy seguro de que Dios se impresione mucho con esto.

Ganarse la vida es una maldición, pero hoy en día ¡la gente está corriendo voluntariamente detrás de esto! Considera el siguiente escenario:

Digamos que te ofrezco un sueldo anual de $80.000 dólares para que renuncies a tu trabajo actual y comiences a trabajar en una cadena de ensamblaje atornillando una sola pieza con otra. ¿Qué dices? ¿Demasiado aburrido? Bueno, entonces te pago $120.000 dólares al año.

Ahora imagina que finalmente tomas el trabajo. No es el trabajo más satisfactorio pero el pago es bueno. Por esta razón, tratas de hacer lo mejor que puedes durante la semana y disfrutas de tus fines de semana. Después de unos meses, te sorprendes al descubrir que en el otro extremo de la cinta transportadora, a alguien se le asigna destornillar tu pieza.

Te quejas en la gerencia de que se trata de un uso absurdo de tu tiempo. Entonces, ellos aceptan el reclamo y acuerdan utilizar la línea de montaje para fabricar automóviles. Satisfecho, vuelves a tu lugar en la cinta transportadora. Pero en poco tiempo, llegas a descubrir que los automóviles nuevos sólo se están utilizando para traer más partes a la fábrica. ¡Se trata de un ciclo absurdo!

Te quejas de nuevo, y la gerencia acuerda regalarles los coches a los empleados, para permitirles venir a trabajar de manera más fácil (para que así puedan hacer más partes). Esto todavía suena absurdo, por lo tanto te quejas de nuevo. Esta vez, ellos se comprometen a darles los automóviles a los empleados de las compañías petroleras, para que puedan llegar al trabajo, a fin de producir gasolina para que podamos conducir nuestros automóviles hasta el trabajo para producir los automóviles.

Este es el ciclo de producción de la economía moderna. Ya no somos "personas", somos "consumidores". Por supuesto que no hay nada de malo con la economía de libre mercado. Sin embargo, en última instancia, tiene que haber una finalidad para todo esto, más allá de la simple "producción y consumo".

¿Estamos viviendo para comer, o estamos comiendo para vivir?

Cuando Adán y Eva estaban en el Jardín del Edén, eran inmortales. Iban a vivir para siempre. Cuando fueron desterrados, la inevitabilidad de la muerte cayó sobre todos los seres humanos. Polvo eres y al polvo volverás.

Volver al Jardín, por lo tanto, es descubrir la fuente de nuestra inmortalidad. Todos anhelan la inmortalidad, pero ¿cómo lograrlo? ¿Estableciendo el récord mundial de los 100 metros planos? ¿Construyendo el rascacielos más alto de Manhattan?

Por supuesto que no.

Recientemente he leído un artículo sobre Dean Ornish, el famoso médico. El artículo dice:

[Ornish] está disfrutando su trabajo público, porque sus motivaciones han cambiado. "He aprendido que cuando mi trabajo es impulsado por el ego, me hace sentir solitario", dice. "Cuando me acerco a la profesión con un espíritu de servicio, soy mucho más feliz" (Newsweek, 16/03/98).

Tenemos que aplicar esto a nuestras propias vidas. De lo contrario estamos persiguiendo una maldición y nunca volveremos al Jardín.

En el fondo de nuestra alma, todos queremos volver al Jardín. El primer paso es darse cuenta de que el materialismo excesivo es una maldición. Nuestro propósito en la vida es nutrir nuestro mundo,para trabajarlo y para protegerlo.

Para empezar, imagina esto: Alguien te ha nominado para el Premio Nobel de la Paz por tu servicio a la humanidad. El premio conlleva una recompensa de $10 millones de dólares. Tú estás a punto de presentarte frente al comité de evaluación para reportar lo que planeas hacer con el dinero si es que eres el ganador. ¿Qué les dirías?

El Jardín del Edén no es tanto un lugar, sino que es una realidad. Se trata de un medio ambiente libre de dolor, enfermedad, discusiones, envidia. En términos judíos, esa es la definición de la era mesiánica, un momento en el que toda la humanidad regresará al estado original del Jardín del Edén.

Que ese momento llegue rápidamente en nuestros días.

Shabat Shalom,
Rav Shraga Simmons

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