La semilla del éxito

2 min de lectura

Mishpatim (Éxodo 21-24 )

Ideas relevantes de la parashá semanal acerca de cómo vivir una vida feliz y significativa.

En la parashá pasada, Dios le dio al pueblo judío los Diez Mandamientos. Y en esta parashá, el próximo mandamiento que Dios le da al pueblo judío es:

“Si adquieres un esclavo hebreo, él trabajará por seis años; y en el séptimo saldrá en libertad...” (Éxodo 21:2)

Una Lección de Vida

Dios le instruye al pueblo judío que después de seis años de trabajo, los esclavos hebreos deben ser liberados. A primera vista, uno tendería a pensar que cuando llegaba el séptimo año, el esclavo entusiasta y felizmente salía volando de la casa de su amo para disfrutar de su libertad. Pero la verdad es que un esclavo no reacciona de esta manera. La razón de esto es que mientras más tiempo una persona está bajo el “mando” de otra, menos cree que puede lograrlo por sus propios medios.

Uno de los aspectos más debilitantes de cualquier tipo de esclavitud es que la esclavitud le roba a la persona su valor propio y su autoestima. La persona se esclaviza físicamente, emocionalmente y mentalmente. Pero el hecho de que Dios ordena liberar al esclavo hebreo en el séptimo año, revela una increíble y poderosa “semilla” que Dios plantó en todos nosotros. Y esa semilla es saber que, sin lugar a duda, todos tenemos la habilidad de lograr grandes cosas de manera individual, sin un “amo” sobre nosotros.

Ya sea que te des cuenta o no, cada uno de nosotros está esclavizado por “alguien” o por “algo”. Ya sea permanecer en un trabajo que no nos agrada, continuar en una relación poco sana, involucrarnos en conductas autodestructivas, o ver televisión durante horas para escapar de la realidad - de una manera u otra, todos decidimos voluntariamente ser esclavos.

Y si bien a nadie le gusta ser controlado, nosotros creemos que esta esclavitud es una mejor opción que la libertad. Nos da miedo ser libres. Dentro de nosotros existe un poderoso impulso que cuestiona nuestra habilidad de “lograrlo por nuestros propios medios”, sin la necesidad de un “amo” sobre nosotros. Y a pesar de que la esclavitud es dura, frustrante y dolorosa, no somos capaces de dejar a nuestro “amo” ya que dudamos de nuestra capacidad de ser independientes.

Pero lo opuesto es verdad. Cuando una situación poco sana controla una parte de tu vida y te impide florecer y crecer, debes saber que puedes alejarte de ella cuando quieras, y que puedes lograrlo sin la ayuda de este “amo”.

Y cuando reúnes la fuerza necesaria para liberarte y combatir la voz interna que cuestiona tu capacidad de triunfar, entonces ya has ganado el 99% de la batalla. Ya que cuando te comprometes a ser libre, entonces ahora sólo debes pasarle el mando a Dios, y Él te dará todo lo que necesitas para lograrlo.

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