El Jefe Enojón

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¿Es la ira una herramienta aceptable para un jefe?

P. Mi jefe grita, insulta y utiliza malas palabras para que el personal haga lo que él quiere. ¿Es esta una manera aceptable de conseguir que el trabajo sea hecho?

R. Los jefes recurren a muchas técnicas diferentes para motivar a los trabajadores: utilizan incentivos materiales como bonos y gratificaciones, incentivos sociales positivos como la alabanza, las promociones y las recompensas, e incentivos sociales negativos, como la desilusión y, ocasionalmente, las explosiones de ira. Dado que no es el punto central aquí, no voy a analizar en profundidad la efectividad de esta técnica, pero los principales libros de liderazgo consideran que es una técnica contraproducente a largo plazo, pese a que no hay duda de que muchos jefes sí la consideran una herramienta útil para trabajar.

Para responder tu pregunta tenemos que analizar el entendimiento que tiene el judaísmo sobre las emociones humanas en general, y sobre la ira en particular. Comenzaremos con lo que dice al respecto el Código de Maimónides.

Maimónides explica que todas las emociones y los rasgos humanos tienen su lugar. Todas las personas tenemos espectros de tendencias que van desde el enojo a la placidez, desde la vanidad a la modestia extrema, desde la codicia al desprecio por las posesiones materiales, desde la tacañería a la generosidad, etc.

Maimónides hace primeramente una afirmación general: en todos estos espectros, lo mejor es el "camino medio".

Los extremos de cada rasgo no son un buen camino, y no es adecuado que una persona se conduzca por ellos y que se acostumbre a ellos… El camino correcto es la medida media entre cada rasgo y rasgo, en todos los rasgos que tiene una persona, y éste es el rasgo equidistante entre los dos extremos.

Específicamente sobre la ira, Maimónides escribe:

Por ejemplo, una persona no debería ser petulante y enojona, y tampoco como una persona muerta que nunca siente nada, sino alguien intermedio: no debería enojarse a menos que sea una cuestión de gran preocupación, situación en la que vale la pena enojarse de forma que [el sujeto que lo hizo enojar] no repita lo que hizo (1).

Sin embargo, en el capítulo siguiente Maimónides toma una dirección un poco diferente.

Hay algunos rasgos por los que una persona tiene prohibido conducirse en el camino medio, sino que debería distanciarse lo más posible de ellos hacia el extremo… La ira es un rasgo extremadamente malo, y es adecuado que una persona se distancie de ella al extremo, y que aprenda a no enojarse ni siquiera por las cosas que vale la pena enojarse. Y si quiere amenazar a sus hijos o a su familia, o al público si es un líder público, y quiere enojarse con ellos para que vuelvan al camino correcto, debería mostrarse como si estuviera enojado para enmendar la situación, pero por dentro debe mantener la compostura, como una persona que finge ira cuando se enoja pero que en realidad no está enojada. Los sabios dicen que quienquiera que se enoja es como si hiciera idolatría, y que quienquiera que se enoja, si es sabio, su sabiduría lo deja, y si es profeta, su profecía lo deja, y quienes se enojan mucho su vida no es vida; por lo tanto, ordenaron que una persona se aleje del enojo hasta que se acostumbre a no sentirlo ni siquiera por las cosas más indignantes, y este es el camino correcto (2).

El comentario Lejem Mishne señala que, en el segundo capítulo, Maimónides se está refiriendo a alguien que tiene una tendencia natural extrema. En ese caso, la cura usual es exagerar proporcionalmente la tendencia opuesta. Por ejemplo, es adecuado dar caridad con moderación. Pero una persona tacaña debería superar su tendencia siendo exageradamente generosa hasta que logre devolverse a sí mismo al camino medio. Maimónides declara que este consejo no aplica para quien tiene un problema de ira; no es suficiente para esa persona ir por el camino medio, sino que tiene que abandonar la ira por completo.

De acuerdo a esta explicación, una persona con ira es como un adicto. Un adicto rara vez puede volver a disfrutar su adicción con moderación, en la mayoría de los casos debe abandonarla completamente. De todos modos, vemos que el enojo es, en el mejor de los casos, un rasgo peligroso que debe ser utilizado con absoluta moderación, y en muchos casos necesita ser evitado por completo.

De cualquier forma, enojarse con trabajadores que no satisfacen las expectativas del jefe sería considerado excesivo. Perder una posible venta o descuidar ocasionalmente una norma del lugar de trabajo no debería ser considerado "gran cosa". Cabe destacar también que en el segundo capítulo, todos los casos en que Maimónides considera legítimo fingir la ira tienen en común que el objeto de la ira – es decir, la persona que lo hizo enojar – se comportó de manera reprochable, y la ira tiene como objetivo el beneficio de dicha persona – y no el beneficio del padre o del líder.

De acuerdo a lo que el judaísmo considera “rasgos de personalidad adecuados”, no es adecuado que el enojo sea utilizado o incluso fingido como una técnica rutinaria de liderazgo.

FUENTES: (1) Código de Maimónides, Sefer Hamadá, capítulo 1. (2) Ibid. Capítulo 2.

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