Somos Todos Mineros

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La saga minera de Chile y un mensaje para las Altas Fiestas.

"Estamos bien en el refugio los 33”. Siete simples palabras en español escritas en un pedazo de papel con lápiz rojo, encendieron un fuego de esperanza en los corazones el mes pasado. "Estamos bien en el refugio los 33”, las palabras escritas por uno de los mineros atrapados profundo bajo tierra en el desierto chileno, transformaron una tragedia de proporciones inimaginables en una historia de esperanza y tenacidad, y han puesto al mundo entero expectante mientras se despliegan los esfuerzos para rescatarlos.

La historia tiene todos los elementos de una película éxito de taquilla. (Sin duda, los derechos de filmación están siendo evaluados por los altos ejecutivos de Hollywood, incluso mientras se reza por el rescate de los hombres). Por varios días el mundo contuvo la respiración. Treinta y tres hombres, desaparecidos luego de un masivo colapso en una pequeña mina privada en la región chilena de Atacama. A medida que los días se transformaron en semanas, la esperanza comenzó a desvanecerse rápido, y los esfuerzos de rescate comenzaron a disminuir. Entonces, justo cuando parecía que los hombres habían sido tragados por la tierra, una máquina perforadora traspasó una caverna ubicada a más de setecientos metros bajo la superficie. Cuando la perforadora se separó de la sólida roca, la esperanzadora nota fue encontrada pegada en su extremo.

Se estableció una comunicación con los hombres atrapados, detalles de su milagrosa supervivencia comenzaron a filtrarse. En el día del colapso los hombres habían trabajado tiempo extra, demorando su regreso al pozo central para su hora de almuerzo por varios minutos. Si hubieran salido de la mina a tiempo, hubieran estado en el pozo central cuando las toneladas de roca se desmoronaron. Dos días después, sus intentos de escapar de la mina a través de un pozo de ventilación se vieron frustrados por un segundo colapso, y los hombres se retiraron a un refugio de emergencia, para esperar por ayuda desde el mundo exterior.

Dieciocho días más tarde todavía estaban aferrándose a la vida, habiendo sobrevivido con provisiones que duraban para dos días, cada uno había perdido entre 7 y 9 kilos.

En un sorprendente ejercicio de autocontrol, los hombres racionaron su comida al mínimo, consumiendo cada día sólo unos trozos de atún, fruta enlatada y unos pocos sorbos de agua. Dieciocho días más tarde, todavía estaban aferrándose a la vida, habiendo sobrevivido con provisiones que duraban para dos días, cada uno había perdido entre 7 y 9 kilos.

Pero su terrible experiencia, en ciertos aspectos, recién ha comenzado. Mientras que el mundo da un respiro colectivo, la euforia rápidamente se transforma en preocupación ya que los expertos en excavación explican que el proceso necesario para traer a los hombres a la superficie es muy largo. De todas maneras, una maquina perforadora gigante ha sido llevada al lugar y ha comenzado a construir un túnel de rescate dentro de la roca en un proceso que podría demorar incluso cuatro meses.

Mientras tanto, especialistas de todo el mundo se han reunido en la superficie para ayudar a los hombres en su terrible experiencia. La NASA ha enviado un equipo de expertos, quienes utilizarán su experiencia manteniendo a los astronautas en el ambiente hostil y aislado del espacio exterior para asistir entrenando y cuidando a los mineros.

Hasta que los hombres puedan ser sacados a través del pozo de rescate, tres angostos agujeros han sido perforados en la roca, cada uno no más ancho que una naranja. Llamados su "cordón umbilical", estos tres agujeros proveerán sustento a los hombres durante la larga espera. Un agujero ha sido designado para comida, medicinas y suministros, el segundo para oxigeno y el tercero para cables de comunicación para mantenerlos conectados con el mundo exterior.

A medida que las familias de los mineros se reunen en la superficie, el mundo entero ha sido cautivado por la historia de estos hombres. Repentinamente todos somos mineros, imaginándonos como nos arreglaríamos nosotros en estas terribles condiciones, en los túneles oscuros, calurosos y húmedos en las entrañas de la tierra.

Nuestro Canal de Comunicación

No hay coincidencias en nuestro mundo, y la atemorizante y terrible experiencia que se desarrolla bajo el desierto chileno quizás trae un mensaje para nosotros mientras nos acercamos a las Altas Fiestas. En cierto sentido, todos somos mineros. Las Altas Fiestas son una época en la que nos paramos frente a Dios para rezar por el nuevo año que está ante nosotros. En estos días será decidido nuestro destino, que tipo de año tendremos y que recibiremos de lo alto. Así como los hombres atrapados bajo tierra, cada uno de nosotros se encuentra con un sólo canal de comunicación a un mundo diferente, un angosto cable que es nuestra fuente de esperanza y sustento, el canal del rezo. Y así como los mineros, nuestras necesidades están siendo suplidas desde arriba con amor y devoción. Como los mineros, no tenemos a donde más recurrir.

Como los mineros, nuestras necesidades están siendo suplidas desde arriba con amor y devoción.

Pero el paralelo va más allá. Cuando los médicos expertos en la superficie comenzaron a enviar alimento a los hombres, ellos se dieron cuenta de que luego de varios días de privación, su sistema digestivo no podría arreglárselas con comida sólida, y por lo tanto, escogieron enviar solamente fluidos. Sin duda los hombres estaban pidiendo nutrientes más sustanciales, pero los bondadosos especialistas de arriba sabían lo que era bueno para ellos en última instancia.

Muchas veces estamos rezando, pidiéndole a Dios que nos mande lo que percibimos como bueno para nosotros. Sin embargo, debemos tener la sabiduría para reconocer que lo que nos es dado es realmente para nuestro bien, incluso si es diferente a lo que pedimos.

Este año, recemos por el sano y salvo rescate de los 33 hombres atrapados bajo el desierto chileno. Y recemos para que nosotros también tengamos un año de salvación y esperanza, enviado a nosotros desde Arriba, con amor y preocupación. Porque en cierto sentido, todos somos mineros.

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