Asesinato involuntario con palabras

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Un caso reciente muestra cómo las palabras pueden literalmente matar.

¿Puede una persona ser condenada por homicidio involuntario en base a sólo palabras? Sí, de acuerdo al Juez Lawrence Muniz de la Corte Juvenil de Bristol County, Estados Unidos, quien legisló recientemente en el caso Estado vs. Michelle Carter, que sentó jurisprudencia.

Michelle Carter fue encontrada culpable del homicidio involuntario de Conrad Roy III. Estos dos adolescentes, Michelle (de 17 años en ese entonces) y Conrad (de 18) construyeron una relación virtual principalmente en base a mensajes de texto, entre 2012 y 2014. La joven comenzó a alentar al joven a buscar tratamiento para su depresión. Sin embargo, en las dos semanas previas a su suicidio, en julio de 2014, ella cambió su actitud y lo alentó a suicidarse.

Conrad Roy era un adolescente de buen corazón, pero con depresión, que trabajaba como capitán en un barco remolcador. Se había graduado de la escuela secundaria con una beca para la universidad, pero le preocupaba el estrés social que podría vivir allí. Michelle Carter era una meticulosa estudiante secundaria a la que le gustaba el programa televisivo Glee. Su vida estaba controlada por un desorden alimenticio y, al igual que su amigo, sufría de estrés social, buscando constantemente la aprobación de amigos a quienes ella admiraba pero que temía no sentían agrado por ella.

En junio de 2014, Conrad le dijo a su amiga Michelle que estaba pensando suicidarse. Ella le dijo que tenía mucho por lo que vivir, y lo instó a buscar ayuda. Él contestó: “QUIERO MORIR”.

Pronto, Michelle cambió su postura. “Si eso es lo único que te hará feliz, el cielo te recibirá con los brazos abiertos”, le dijo en un mensaje.

Ella lo alentó a hacerlo: “Tan sólo tienes que hacerlo”.

Tramaron un plan sobre cómo podría suicidarse con monóxido de carbono proveniente de las emisiones de su auto. Ella lo alentó: “Tan sólo tienes que hacerlo”. Sin entrar en detalles, cuando él comenzó a arrepentirse, ella le dijo por teléfono que volviera a entrar al vehículo. Él hizo caso. Ella escuchó a su amigo morir, sin tratar de salvarlo.

La decisión legal del juez citó el hecho de que ella no intentó evitar su muerte; de hecho, lo alentó. Para dejarlo en claro, Michelle Carter no estaba presente físicamente cuando Conrad Roy dejó este mundo. Pero, como reportó el New York Times sobre la decisión del Juez Muniz, su ausencia física fue irrelevante. Lo envió a su muerte cuando le ordenó volver al vehículo contaminado diciendo: “Vuelve a entrar”.

Tres palabras. “Vuelve a entrar”. La diferencia entre la vida y la muerte. La diferencia entre un futuro lleno de esperanza para Michelle Carter, y muchos años de prisión. La diferencia entre Conrad Roy ingresando a una universidad, y su familia parada junto a su tumba, lamentando una vida que ni siquiera comenzó a florecer.

Imagina si sus palabras hubieran sido diferentes.

  • “Conrad, no debes hacer eso”.
  • “Te quiero”.
  • “Busquemos ayuda”.
  • “Tu futuro brilla con mucha luz”.
  • “Tu familia está muy orgullosa de ti”.

Los expertos legales están sorprendidos por este caso, el cual sienta jurisprudencia sobre que las palabras sí pueden causar un suicidio.

Sin embargo, como judío observante, esto no me sorprende. Aprendemos que las palabras tienen el poder para crear y para destruir. Como dice el Rey Salomón en Proverbios 18:21, “la vida y la muerte están en las manos de la lengua”. El Talmud dice que el habla negativa es incluso peor que la espada, porque mata a mucha gente, incluso a gran distancia (Arajín 15b).

El habla es la herramienta de creación. Este mundo fue creado con el poder de las palabras. Constantemente hay mundos que son construidos por palabras.

Un bebé recién nacido es recibido y rodeado amorosamente por la familia. Las palabras tranquilizan a un bebé que llora. Las personas construyen relaciones por medio de palabras. Las familias a menudo tienen palabras o frases en código para hablar con los seres queridos, mostrando amor y afecto, y creando una unidad especial.

Las palabras tienen el poder para destruir y para crear.

Las palabras son importantes en todas las relaciones, incluso en el aula. El maestro que aprecia a un niño inquieto y poco convencional, que no encaja perfectamente en el molde, puede poner al niño en el camino hacia alcanzar su potencial. De la misma forma, otro maestro podría —Dios no quiera— destruir a este niño al despreciar o humillar a los estudiantes.

Sin dudas, el equipo legal de Carter realizará alguna clase de apelación, tratando de anular la decisión de Moniz. Quizás incluso lo logre. Sin embargo, por desgracia Carter siempre tendrá en su pasado la muerte de Roy mediante asfixia… y el hecho que ella no hizo nada para evitarlo.

Siempre debemos recordar que las palabras tienen el poder para destruir y para crear. Recordemos esto en cada encuentro con nuestros hijos y con los demás.

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