Cómo combatir el racismo: el consejo de un judío ortodoxo de piel negra

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Lev Perlow, un judío ortodoxo de piel negra, experimentó el racismo en carne propia.

Lev Baruj Perlow es sargento primero del ejército israelí y por su hebreo e inglés con un leve acento etíope, podría parecer que es un “típico” etíope israelí que defiende el estado judío. Sin embargo, los antecedentes de Lev y su apellido ashkenazi, indican que su historia está lejos de ser común y corriente.

En el 2005, cuando tenía 10 años, Lev fue adoptado por una familia judía y pasó gran parte de su infancia en un adinerado suburbio de Chicago, asistió a una mezcla de escuelas públicas y escuelas judías, y estuvo inmerso en una unida comunidad judía ortodoxa. Lev, así como sus hermanos que también fueron adoptados de Etiopía, hicieron conversiones ortodoxas al judaísmo. En una reciente entrevista exclusiva para AishLatino.com, Lev habló sobre su experiencia al crecer en un área de Norteamérica principalmente blanca, el racismo que experimentó y lo que él desea que la gente sepa sobre el racismo y cómo combatirlo.

“Recuerdo claramente cómo era la realidad cuando yo era pequeño y vivía en un orfanato en Etiopía”. Lev veía películas sobre Nueva York y pensaba que Estados Unidos era un lugar mágico. Pero cuando llegó el momento de partir de Etiopía para unirse a su nueva familia, se sintió preocupado.

"Todos me veían como una persona más, no como alguien extraño que hay que observar".

“Cuando llegué a Norteamérica me quedé sin palabras. Era un sueño que se había vuelto realidad. En Etiopía, mi casa era del tamaño de una habitación”. De repente, Lev tenía una bella casa con todas las comodidades que pudiera imaginar. Lo más importante, ahora tenía dos padres afectuosos y una cálida comunidad judía que le dio la bienvenida. En su segundo Shabat en los Estados Unidos, Lev fue a la sinagoga con sus padres. “Desde el momento mismo que llegué a la sinagoga, la segunda semana después de ser adoptado, me sentí bienvenido”. El hecho de que fuera de Etiopía no despertó miradas ni comentarios negativos. “Todos me veían como una persona más, no como alguien extraño que hay que observar”.

La calidez y la aceptación le brindaron a Lev una fuerte sensación de seguridad y le permitieron sentirse en casa, pero muy pronto comprendió que en los Estados Unidos, tener la piel negra es enfrentar una ola constante de racismo, prejuicio y hostilidad, algo que es invisible para muchas personas que no son negras.

La primera vez que Lev se sintió menospreciado por el color de su piel, fue en un centro comercial donde había quedado en encontrarse con un amigo. Lev llegó más temprano y esperó a su amigo. Lev recuerda que estaba bien vestido, de forma similar a los otros clientes del centro comercial. Pero al parecer eso no le importó a una mujer que se acercó hacia donde él estaba. “Ella me miró y se detuvo”. Por alguna razón, un niño en medio de un bullicioso espacio público, sólo por ser negro, le pareció que era una amenaza. Ella sacó el bolso que llevaba colgado sobre un hombro y lo pasó al otro lado, para que estuviera lejos de Lev cuando pasara a su lado.

Esa no fue la última vez que fue juzgado negativamente debido al color de su piel. Pero Lev subraya que su experiencia fue muy diferente de la que tienen la mayoría de los afroamericanos. “Los afroamericanos tienen una historia completa en los Estados Unidos. En Etiopía no hay una historia similar de esclavitud y racismo. Uno no lo siente hasta que llega a Norteamérica”. Sin embargo, una vez que estuvo en los Estados Unidos, Lev se sorprendió por la cantidad de personas que prestaban atención al color de su piel.

En uno de sus primeros meses en una escuela norteamericana, entró a su clase una trabajadora social. Lev era el único niño negro en la clase, y uno de los pocos que había en toda la escuela. La trabajadora social le pidió que saliera del aula para hablar con ella. Ella le explicó que se acercaba el mes de la historia negra y quería saber qué pensaba Lev al respecto. “Recuerdo que me sentí un poco ofendido. ¿Por qué había que elegir específicamente un mes para representar a las personas negras? ¿Qué pasaba durante los otros once meses del año?”. ¿Y por qué ella hablaba con él, un niño de diez años, fuera del aula, para preguntarle sólo a él lo que pensaba?

Sólo tienes que pensar en las personas negras como personas normales. No somos más especiales que otras personas. Somos iguales a ti.

Lev nos advierte que “en el momento en que comenzamos a tomar todas esas precauciones alrededor de las personas negras”, al tratar de caminar de puntillas para no herir sus sentimientos, corremos el riesgo de crear un abismo y enfatizar las diferencias de color en vez de acercar a las personas. Cuando le preguntan qué pueden hacer los blancos para superar el racismo, Lev es enfático: “Piensen en las personas negras como personas normales”. Esto es algo en lo que fallan muchas personas blancas bien intencionadas, al esforzarse en demasía para ser más agradables o mostrar que no tienen prejuicios, señala Lev. “Al fin de cuentas, somos personas. No somos más especiales que otras personas. Somos iguales a ti. Tenemos los mismos derechos, todo igual… sólo tenemos un color de piel diferente”.

Lev también señala que la determinación de algunas personas a no ofender puede llevar a que enfaticen todavía más las diferencias y a ser racistas sin darse cuenta.

Él recuerda que una vez su maestra leyó en clase algunos párrafos de un libro sobre la esclavitud. “Era desde el punto de vista de una persona blanca. Al leer del libro, la maestra dijo la palabra 'negro', que muchas veces se utiliza con una connotación negativa. Me di cuenta que al decirla me miró”. La maestra se detuvo, probablemente avergonzada, y en ese momento todos los niños de la clase giraron la cabeza para mirar a Lev. De repente, el racismo del libro pareció estar espantosamente presente en el aula. “En el momento en que miras de esa forma y te detienes después de decir la palabra 'negro', le das poder… Poco a poco separas a una persona del resto”. Lo que comenzó como la vergüenza de la maestra por decir la palabra 'negro' ante la presencia de Lev creció y se convirtió en un reconocimiento de ese vil insulto, de alguna forma aplicado a él.

La palabra 'negro' continuó atormentando a Lev a medida que crecía. Algunos niños parecían estar decididos a hacer comentarios racistas sobre Lev. El uso liberal de la palabra 'negro' en algunas canciones de rap les daba la coartada perfecta para decir ese odioso insulto con aparente impunidad, bajo el amparo de estar simplemente cantando algunas canciones populares.

En la adolescencia, había niños (incluso algunos en su escuela judía) que cantaban cerca de Lev canciones que contenían este ofensivo insulto. Cada vez que llegaban a la palabra 'negro', se detenían y miraban a Lev. A veces gritaban la palara 'negro' más fuerte que el resto de las palabras. Lev se hacía el que no escuchaba, pero el dolor era espantoso. Él quería pelear con sus atormentadores, pero sus padres lo convencieron de no hacerlo. Le aconsejaron ser paciente y hablar con las personas que lo menospreciaban. “Mis padres me enseñaron a ser paciente, y la paciencia es lo que me ayudó a seguir adelante”.

“Realmente me molesta el uso de la palabra 'negro'”, afirma Lev. Hay una historia espantosa asociada a ella y cuando Lev conoció esa historia, sintió todavía más dolor por su uso. Incluso ahora que vive en Israel, escucha la palabra 'negro' en música de rap y trata de enseñar a la gente a no repetirla. “Los israelíes la usaban a mi alrededor, hasta que les expliqué la historia. Les dije que es una palabra que no se usó para cosas buenas”.

Muchos de los que en este momento publican en los medios sociales que desean ayudar a eliminar el racismo, deberían hacer caso a su advertencia: la palabra 'negro', incluso cuando supuestamente se la usa de una forma “artística”, es una palabra que connota odio y nunca debería usarse.

En otras ocasiones, los niños hacían bromas sobre el color de piel de Lev y su origen etíope. Aunque ellos sentían que sólo eran graciosos, sus comentarios insensibles a menudo provocaban que Lev se sintiera fuera de lugar. Esta clase de racismo se encuentra en particular en la comunidad judía, afirma Lev. “En la escuela yo era uno de los niños más rápidos y fuertes, entonces la broma era: ‘¡Ah!, él puede correr rápido porque es africano’. Esa clase de chistes”: Otro estereotipo común que le molestaba a Lev era que a él le gustaba la música rap. “Ellos querían ese estereotipo de que cada persona negra es un rapero”. Estas generalizaciones les quitan a las personas negras la individualidad e implican que todas las personas negras de alguna manera son iguales simplemente debido al color de su piel.

A veces, el humor era todavía más mordaz. Un día en la escuela secundaria, Lev llegó vistiendo una remera negra. Varios estudiantes le dijeron: “¡Lev, ponte una remera!” La maestra no les dijo nada.

Al terminar la escuela secundaria, Lev inmigró a Israel. Su madre es israelí y él creció amando a Israel como la patria judía. “Hice aliá por el pueblo judío y por mis padres. En Norteamérica, mis padres me dieron todo lo que yo hubiera querido y soñado y todavía más. Mudarme a Israel fue una forma de agradecerles”. Lev también quería servir en el ejército Israelí para defender a su país.

Trágicamente, Lev también encontró racismo en Israel. Lev señala que los judíos israelíes de familias etíopes a veces se acercan a la cultura afroamericana al reconocer a una comunidad que también enfrenta el racismo. Lev aconseja a sus amigos etíopes en Israel que en cambio profundicen en su propia y rica cultura judía. “Tienen una cultura diferente, fueron criados de forma diferente. Sin embargo, la simpatía común puede ser muy fuerte porque los judíos etíopes observan de lejos la experiencia de las personas negras norteamericanas y reconocen gran parte del racismo y de la brutalidad policial que los judíos etíopes encuentran en Israel.

Lev considera que tanto en los Estados Unidos como en Israel el racismo es dominante.

Lev considera que tanto en los Estados Unidos como en Israel el racismo es dominante. “Lo encuentras cada día, a cada segundo, es la clase de racismo ‘liviano’ (de chistes y desaires menores). Flota en el aire. La gente trata de alejarlos, pero mientras eso exista, el racismo no desaparecerá”. Lev comenzó a expresarse y a criticar esas pequeñas instancias de racismo y suposiciones racistas cuando aparecen, y descubrió que tiene que decir algo cada día.

Los padres y hermanos de Lev siguen viviendo en Chicago y Lev sigue las noticias con atención, lee sobre las protestas contra el asesinato de George Floyd y los disturbios y saqueos por todo el país. Él entiende la frustración de los afroamericanos que fueron sujetos a un nivel de violencia, racismo y opresión que muchos blancos ni siquiera pueden concebir. Lev lamenta la violencia y no está de acuerdo con ella, siente que entiende las protestas pacíficas de miles de afroamericanos que se pusieron de pie para decir “basta”.

Lev dijo que al ver el video del arresto y asesinato de George Floyd, eso le recordó su entrenamiento militar y que ese es un caso clásico de lo que no se debe hacer al detener a alguien.

El asesinato de Floyd tuvo lugar unos pocos meses después de que le dispararan el 23 de febrero a Ahmaud Arbery, un hombre de 25 años que fue asesinado cuando corría por Brunswick, Georgia. Ese asesinato le recordó a Lev los ataques terroristas que vio contra los soldados israelíes años antes. Lev recuerda que cuando todavía vivía en Chicago vio en las noticias la filmación de un terrorista árabe que arrolló con el auto a un grupo de soldados israelíes. Después de ver ese ataque espantoso, Lev le dijo a su madre que iba a irse a vivir a Israel y enlistarse para proteger al estado judío.

“El odio detrás del asesinato de Arbery es asqueroso y espantoso. Sentí lo mismo que sentí cuando vi que un auto atropelló a los soldados israelíes; una persona mata a otra por ser diferente”.

Hoy, cuando en todo el mundo muchos se preguntan qué pueden hacer para detener el racismo, todos deberíamos seguir los consejos de Lev. Ser bondadosos. Ser sensibles. No bromear sobre las diferencias de otras personas ni tratar de burlarse de ellas. Ver a los demás como personas completas y no sólo como la personificación del color de su piel. “Es muy simple: trata a una persona negra como te tratas a ti mismo, como tratas a cualquier otra persona”.

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