El Seder de Obama

5 min de lectura

Un mensaje de Pesaj para el presidente.

Mientras los judíos de todo el mundo se ocupan de los preparativos finales para Pesaj, el presidente Barack Obama se prepara para su éxodo a Israel.

Seguro, nadie puede pasar por alto el destacable significado simbólico de que el Presidente de los Estados Unidos haga su primera visita presidencial a la Tierra Santa en la víspera de la Festividad de la Libertad, conmemorando el nacimiento del pueblo judío.

En Pesaj comenzamos nuestra especial relación con Dios. En Pesaj Dios redimió a nuestros ancestros de la esclavitud en Egipto. Y en Pesaj, Él se comprometió a estar de nuestro lado para siempre, mientras buscamos cumplir nuestra misión de ser "una luz para las naciones".

Obama estará en tierra por un total de 48 horas. Cada momento de su viaje está planeado minuto por minuto, para seguir un orden cuidadosamente preparado – y la palabra hebrea para orden es, por supuesto, ninguna otra que "Seder".

El embajador israelí en los Estados Unidos, Michael B. Oren, no pudo resistir hacer la conexión con Pesaj. "Todo en la mesa del Seder," dijo, "desde la pata de cordero hasta el perejil y el huevo está lleno de simbolismo; lo mismo ocurre con cada cosa del itinerario del presidente". En pocas palabras, Obama estará observando un precipitadamente organizado Seder político.

Desafortunadamente, Obama no tendrá tiempo para realmente sentarse en un Seder de Pesaj verdadero, ni tampoco para ser inspirado por una lectura de la Hagadá. Pero no puedo dejar de pensar en el mensaje de este texto (la Hagadá) que nosotros quisiéramos que él reciba en su visita, para guiarlo en sus políticas en relación al estado de Israel.

El Arbusto No Se Consumía

La Hagadá es un libro extenso con muchas ideas diferentes. Los judíos pasan horas hablando sobre sus profundas enseñanzas. Pero hay un tema que se destaca como el concepto cardinal, y si yo pudiese tener al menos un breve momento con el líder del mundo libre, le pediría que escuchase estas poderosas palabras que leemos en voz alta al comienzo del Seder:

Porque no sólo uno se ha elevado en nuestra contra, sino que en cada generación se levantan en nuestra contra para aniquilarnos, pero el Santo, Bendito Sea, siempre nos salva de sus manos.

La historia judía es una larga historia de milagros, de supervivencia frente a posibilidades aparentemente muy remotas, gracias al amor y la protección Divina.

En el primerísimo encuentro entre Dios y Moisés, Dios apareció por medio de una imagen visual espectacular e inolvidable. Todos conocemos la historia. Moisés estaba haciendo pastar su rebaño en el desierto de Sinaí cuando, de repente, vio un arbusto en llamas. Pero, extrañamente, a pesar de que el arbusto estaba en llamas, no era consumido. Eso desafiaba las leyes de la naturaleza; el fuego siempre destruye. En ese mismísimo momento, mientras Moisés estaba parado perplejo por el milagro que tenía delante de sus ojos, Dios se reveló a Sí Mismo y proclamó: "Yo soy el Dios de tus padres".

¿No podía Dios hacer otro milagro, uno aún más espectacular, más convincente, más indicativo de Su control sobre todo el mundo, que tan sólo un arbusto en el desierto que estaba en llamas pero no era consumido?

El arbusto estaba en llamas pero no era consumido. De la misma forma el pueblo judío, en contra de todas las leyes de la historia, nunca perecerá.

La verdad es que Dios no estaba simplemente haciendo un milagro; Él estaba enviando un mensaje. Dios sabía lo que estaba en la mente de Moisés. Desde el momento en que huyó de Egipto y vio a sus hermanos sufriendo la brutal opresión de Paró, Moisés se preocupó y se preguntó: ¿Sigue mi pueblo con vida? Por eso, lo primero que Dios hizo fue tranquilizar a Moisés – pero no sólo para esta vez, sino también para todo el futuro. El arbusto fue un símbolo del pueblo judío. El arbusto estaba en llamas pero, en contra de todas las leyes de la naturaleza, no era consumido. De la misma forma el pueblo judío, en contra de todas las leyes de la historia, nunca perecerá.

Cuando Arnold Toynbee completó su clásico análisis de 10 tomos sobre el ascenso y la caída de las civilizaciones humanas, El Estudio de la Historia, él estaba confundido por una aparente refutación de sus reglas universales gobernando el inexorable declive de todo pueblo sobre la tierra. Sólo los judíos sobrevivieron, desafiando el análisis cuidadosamente razonado de Toynbee. Entonces, Toynbee declaró a los judíos nada más que un "remanente residual", un pueblo destinado a expirar en poco tiempo.

Pero de alguna manera, a pesar de todos los intentos brutales de destruir a los hijos de Israel, los judíos han demostrado el continuo milagro del arbusto ardiente.

La historia judía desafía la lógica. La supervivencia judía no es nada menos que un milagro. Pero es un milagro predicho hace mucho tiempo por Dios, y es un milagro que Dios le aseguró a Moisés que nunca cesaría de repetirse hasta el final de los tiempos.

Se cuenta que Luis XIV, una vez le preguntó a su brillante filósofo, Blaise Pascal: "¿Crees en los milagros?". Pascal le respondió que sí. "Si es así," le preguntó el rey "dime un milagro". "Los judíos", respondió Pascal, "la supervivencia de los judíos. Ese es un milagro inexplicable".

Leo Nikolayevich Tolstoy, a pesar de ser un cristiano ortodoxo más conocido por su libro La Guerra y La Paz, entendió esto cuando escribió:

Un judío es el emblema de la eternidad. Es a quien ni la matanza ni la tortura de miles de años pudieron destruir, es a quien ni el fuego, ni la espada ni la Inquisición pudieron eliminar de la faz de la tierra, es quien fue el primero en producir los oráculos de Dios, es quien ha sido por tanto tiempo el guardián de la profecía y se la ha transmitido al resto del mundo, él y tal nación no pueden ser destruidos. El judío es eterno, así como la mismísima eternidad.

Entender la historia y aprender de ella es reconocer el poderoso lazo entre Dios y los hijos de Israel; es reconocer que a pesar de todos los que "en toda generación se levantaron en nuestra contra para aniquilarnos", Dios siempre ha cumplido y siempre cumplirá la promesa de Pesaj implícita en los Diez Mandamientos: "Soy el Eterno, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, la casa de la esclavitud" – y continuaré redimiéndote y protegiéndote hasta el final de los días.

Y una cosa más que el Presidente de los Estados Unidos necesita saber. Es un versículo de la Biblia, que se encuentra en el libro de Génesis. Es parte de una promesa más larga que Dios le hizo a Abraham, el primero de nuestros patriarcas:

Y bendeciré a quienes te bendigan, y a quienes te maldigan maldeciré. Y a través de ti serán benditas todas las familias de la tierra" (Génesis 12:3).

No ha habido una mayor verdad que ésta en la historia de la humanidad. Las naciones que han tratado bien a los judíos fueron, a cambio, inmensamente bendecidas. Quienes abusaron de los judíos se encontraron cayendo en la desgracia de la historia. Y en donde sea que los judíos han vivido, ellos han hecho contribuciones importantes en todas las áreas de la vida. Todo el que estudia la historia de su vagar durante los siglos sabe que, verdaderamente, a través de ellos todas las familias de la tierra fueron realmente bendecidas.

Los Estados Unidos de América han tratado a los judíos más benévolamente que cualquier otro país en la historia. No es coincidencia que los Estados Unidos también hayan sido más bendecidos por Dios que cualquier otro país en la historia.

Rezo para que el Presidente Obama sea lo suficientemente sabio para entender este gran mensaje del “Seder de la historia” y que sea guiado por él en sus esfuerzos de traer paz a un pueblo constantemente amenazado.

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