El próximo eclipse solar en el año 2024: un sorprendente mensaje para el mundo

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El significado místico del próximo eclipse, para el que faltan sólo siete años.

Increíblemente, el “eclipse total” que ocurrió el lunes pasado a través de los Estados Unidos continentales no fue el final de la historia. Aunque los eclipses de esta magnitud son ocurrencias bastante raras —los científicos nos dicen que si te paras en un lugar en la tierra tendrías que esperar en promedio otros 360 años hasta que veas nuevamente ahí otro eclipse total— esta vez, será diferente. Se espera una secuela solamente siete años después, el 8 de abril del 2024.

Esta cercanía de tiempo es casi increíble. Desafía las leyes de los promedios. Significa que cualquiera que se haya perdido el eclipse total de este año tendrá otra oportunidad de unirse a los millones que observaron este magnífico espectáculo cósmico el 21 de agosto de este año.

Pero hay algo incluso más extraordinario de esta “doble presentación”.

El trayecto del eclipse del 2017 fue desde el noroeste hacia el sudeste, desde Oregón hasta Carolina del Sur. Llegó a su punto de mayor duración unas cuantas millas al sur de Carbondale, Illinois. Duró en total dos minutos y treinta y ocho segundos. En el 2024 el eclipse hará su camino en la dirección opuesta, desde el noreste hacia el suroeste. Sin embargo, hay un punto que marcará la intersección entre el eclipse de este año y el que está por venir, la confluencia de los dos trayectos diferentes a lo largo de los Estados Unidos, como marcando el centro de una gran X. es precisamente el mismo punto en Illinois en donde el eclipse de sol total se repetirá por la mayor cantidad de tiempo. Ese punto exacto en donde las líneas del 2017 y del 2024 se cruzarán totalmente es Cedar Lake en el Condado de Jackson, justo al sur de Carbondale.

Y esta es la parte espeluznante.

Esa ubicación geográfica tiene un nombre. ¡Se llama el ‘Pequeño Egipto’!

La historia de cómo recibió su nombre tiene una fuente bíblica. Parece ser que a mediados del siglo XIX hubo una hambruna en el norte de Illinois. Por suerte, hubo una abundante cosecha en el sur. Así que las personas del norte dijeron que se sentían como los hijos de Yaakov, quienes en una época de hambruna se vieron obligados a bajar a Egipto a buscar comida para sus familias, y la región de Carbondale, que salvó sus vidas, se hizo conocida hasta el día de hoy como el ‘Pequeño Egipto’.

Si tú crees, al igual que yo, que las coincidencias son nada más y nada menos que la forma que Dios tiene de mantenerse en el anonimato y que éstas tienen gran significado como mensajes con inspiración divina, seguramente vale la pena destacar el notable vínculo entre la historia de nuestro exilio original de Egipto y la “X” que marcarán los raros eclipses duales de nuestra década justo en el ‘Pequeño Egipto’.

Hay un número de suma importancia asociado con el recuento de la Torá del exilio egipcio. Fue en una profecía a Abraham que Dios le informó a nuestro patriarca del momento en que traería por primera vez oscuridad a sus descendientes: “Tú debes con certeza saber que tus descendientes serán extraños en una tierra que no es de ellos, y ellos los esclavizarán y los oprimirán, durante 400 años” (Génesis 15:13).

Un eclipse solar tiene relación con ese mismo número. El sol, como nos dice la Biblia, es más grande que la luna: “Y Dios creó las dos grandes luminarias: la luminaria grande para gobernar el día y la luminaria pequeña para gobernar la noche…” (Génesis 1:15). Para ser exactos sabemos que el sol es exactamente 400 veces más grande que la luna. ¿Cómo es posible que la luna, tanto más pequeña, cubra al sol en un eclipse? Eso es debido a que el sol a su vez está 400 veces más lejos de nosotros que la luna. ¡Una relación de distancia exactamente paralela a la de tamaño!

En la tradición mística de la Cábala, el número 400 viene a alertarnos de un significado especial. Es el número 40 —los días que Moshé pasó en el monte Sinaí, los días del diluvio, y una serie de otros momentos espiritualmente importantes— elevado a la décima potencia.

La relación entre el sol, la luna y los años de predicción para el exilio egipcio, comparten el número 400 para transmitirnos un poderoso mensaje divino. Un eclipse, nos enseña el Talmud, es una señal divina. Un eclipse de luna, nos dicen los rabinos, es un mal augurio para el pueblo judío; un eclipse de sol es un mal signo para el mundo no judío. Me atrevo a sugerir que un eclipse a lo largo de los Estados Unidos relacionado con el ‘Pequeño Egipto’ puede bastante bien servir de advertencia sobre el oscurecimiento del espíritu americano, por la misma razón que los hijos de Israel terminaron en el Egipto de la antigüedad para prontamente comenzar la era de su esclavitud.

Los hijos de Yaakov fueron culpables de un serio crimen. Fue el crimen del ‘odio entre hermanos’. Fue el crimen de la venta de Yosef, el cual llevó a nuestro primer exilio. Eso es lo que primero oscureció las páginas de nuestra historia nacional como judíos. Y eso es lo que, después de Charlottesville, oscurece la historia de la democracia americana. La portada de la revista Time de esta semana lleva el ominoso titular “Odio a lo largo de América”. Más de un siglo después de la Guerra Civil, los americanos están en guerra entre ellos, y después de un poco más de medio siglo de haber pasado el Holocausto, los barbáricos gritos del antisemitismo Nazi y de “reemplacemos a los judíos”, increíblemente se vuelven a escuchar en nuestra tierra.

Si los eclipses tienen en realidad un significado divino, esta debe ser una llamada de alerta. El ‘Pequeño Egipto’ le habla a los Estados Unidos contemporáneos igual como Egipto antiguo nos habló a los judíos a lo largo de las épocas. Egipto, con cualquiera de los dos adjetivos, pequeño o antiguo, siempre ha servido como una trágica lección sobre las consecuencias de enemistad entre hermanos; entre seres humanos todos creados a imagen de Dios.

En un eclipse, el sol continúa brillando incluso si no vemos temporalmente los rayos de su bondad. Dios no nos ha abandonado, y nunca lo hará. Los eclipses no son maldiciones; son meras advertencias.

Si nosotros prestamos atención al mensaje, podremos convertir los eclipses del 2017 y 2024 en las bendiciones para las cuales ellos fueron divinamente planeados.

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