Facebook y el antisemitismo

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Tenemos que reevaluar de qué forma “la mayor máquina de propaganda de la historia” difunde odio, conspiraciones y mentiras.

Sacha Baron Cohen logró fama internacional como comediante. Sin embargo, lo que dijo el jueves pasado al hablar ante la Cumbre de la Liga Internacional Antidifamación es sumamente serio.

Esperemos que su análisis de uno de los mayores contribuidores a la difusión del odio y las divisiones reciba la atención que merece. Tal vez incluso logre encender la chispa de acción que lleve al cambio del horror del caos sin regular de nuestros medios sociales.

Al criticar lo que llamó “la mayor máquina de propaganda de la historia”, él culpó a las compañías tecnológicas (You Tube, Twitter, Google y en especial a Facebook), por “avivar el fuego de la intolerancia y permitir la propagación de conspiraciones peligrosas, a menudo alimentadas por los algoritmos diseñados para mantener atrapados a los consumidores”.

Si Facebook hubiera existido en 1930, le hubiera permitido a Hitler publicar cada 30 segundos avisos sobre su “solución” para el “problema judío”.

“Si pagas, Facebook publica cualquier aviso ‘político’ que desees, incluso si se trata de una mentira”, dijo Cohen dijo al señalar que la compañía incluso ayuda al anunciante a encontrar la audiencia adecuada para su mensaje. “Con esta lógica retorcida, si Facebook hubiera existido en 1930, le hubiera permitido a Hitler publicar cada 30 segundos avisos sobre su ‘solución’ para el ‘problema judío’”.

Cohen pidió una reevaluación fundamental de la manera en que los medios sociales “difunden odio, conspiraciones y mentiras”, señalando el reciente discurso del Director Ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg en el que se manifestó contra leyes y regulaciones que apunten a compañías similares a la que él posee. “Libertad de expresión no es libertad de alcance”, afirmó Cohen. “Pienso que todos estaremos de acuerdo en que no se les debe dar una plataforma libre a los fanáticos y pedofilias para difundir sus perspectivas y llegar a sus víctimas”.

En su discurso, Cohen instó a que se vea a las compañías como “lo que realmente son: los mayores editores de la historia”. “Por lo tanto deben ajustarse a los estándares y las practicas básicas a las que deben adherirse los periódicos, revistas y noticiosos televisivos en sus reportes diarios”, dijo. Los editores pueden ser demandados por difamación. Las personas pueden ser demandadas por difamación. Pero, sorprendentemente, los medios sociales están exentos de toda responsabilidad. Aunque sea sorprendente, la sección 230 del Acta de Decencia en las Comunicaciones protege casi por completo a las compañías de medios sociales de cualquier responsabilidad por el contenido que publican sus usuarios, sin importar cuán indecentes sean.

Para tener una idea de la relevancia de las críticas de Cohen, es interesante recordar que en octubre del 2015 veinticinco israelíes se unieron en una demanda civil contra Facebook en la Corte Suprema del Estado de Nueva York. Guiados por la Organización de Derechos Civiles Shurat HaDin, la demanda argumentó que Facebook permite a los extremistas palestinos reclutar y entrenar abiertamente terroristas para planificar ataques violentos al difundir en sus páginas de Facebook convocatorias a asesinar a judíos israelíes. Sin embargo, por alguna razón Facebook no consideró que hubiera ningún problema en poner su sitio a disposición de los peores terroristas.

Esto tiene una sorprendente similaridad con el pernicioso troll anónimo que publicó una llamada a la acción en 4chan, una plataforma de mensajes frecuentada por los supremacistas blancos, pidiendo que la gente creara “un movimiento masivo de falsos perfiles judíos en Facebook, Twitter etc.”. Poco después de que se publicara ese mensaje, emergieron en Twitter numerosas cuentas personificando a judíos ortodoxos y compartiendo contenido antisemita y antiisraelí.

Avital Chizhik-Goldschmidt, editora de The Forward, una publicación judía en línea con base en Nueva York, escribió que el día que ella regresó de Francia y aterrizó en el Aeropuerto Internacional Newark Liberty en Nueva Jersey, encendió su teléfono y descubrió que también su esposo había sido víctima de ese plan de 4chan. La cuenta falsa utilizaba una foto de su esposo, un Rabino de la Ciudad de Nueva York, y tenía detrás de la foto un letrero que decía “Boycott a Israel”. Después de reportarlo a Twitter, ella encontró otras cuentas que también parecían sospechosas. “Estos trolls se hacen pasar por defensores de la justicia social de extrema izquierda y promueven contenido antiisraelí. Es muy inquietante la manera en que lograron que el lenguaje pareciera real, como si una persona verdadera lo hubiera escrito”, dijo Chizhik-Goldschmidt.

No me puedo imaginar lo que debe haber sentido. Mi foto da vueltas por la web y no puedo dejar de agradecerle a Dios no haberme encontrado de repente mirándome a mí mismo en una cuenta de Facebook o de Twitter con una cita falsa atribuida a mi nombre condenando a Israel o elogiando el movimiento de boicot y sanciones a Israel.

En un ambiente de medios sociales sin regulaciones nadie está a salvo de ser explotado.

Si bien los Estados Unidos continúan a paso lento en reconocer y responder a esta amenaza, los legisladores en Australia hace poco aprobaron una nueva legislación que hace a las compañías de medios sociales responsables por la difusión de contenido de odio en sus plataformas. Con su implementación, compañías tales como Facebook y You Tube pueden recibir grandes multas y sus ejecutivos pueden tener que pasar un tiempo tras las rejas si no se aseguran de retirar “rápidamente” el material inapropiado. La “Ley sobre la Difusión de Material Violento y Aborrecible” fue promulgada tras la crítica a los medios sociales por permitir la transmisión en vivo de la espantosa masacre en la mezquita de Christchurch, en Nueva Zelanda.

El mundo fue creado con palabras. Necesitamos recordar que las palabras también lo pueden destruir.

Para los judíos es todavía más necesario identificar la fuerza de las palabras cuando se las usa como propagandas para el mal. El historiador Karl Dietrich Bracher argumentó que el éxito de la ideología nazi sólo puede entenderse a partir del rol que tuvo la propaganda en el Tercer Reich. Las modernas técnicas de formación de opinión nazi para crear un “fenómeno religioso-psicológico” llevaron a que la propaganda fuera especialmente poderosa.

Joseph Goebbels, el ministro de propaganda de la Alemania nazi, dijo: “Hay dos formas de hacer una revolución. Una forma es atacar a tu enemigo con armas hasta que reconoce la superioridad del que tiene esas armas. O puedes transformar a la nación a través de una revolución del espíritu”. El principal arquitecto de Hitler, Albert Speer, dijo en el tribunal de Núremberg: “Lo que distinguió al Tercer Reich de todas las dictaduras previas fue el uso de todos los medios de comunicación para sostenerse a sí mismo y privar a sus subordinados del poder del pensamiento independiente”. Hitler era un mago ilusionista. El historiador cultural Piers Brendon describió a la propaganda como el “evangelio” del nazismo.

Qué trágico sería que pervirtamos el potencial de Internet y de los medios sociales de su capacidad para difundir por el mundo el conocimiento más rápidamente que en cualquier otro período de la historia a ser la creación de un medio que permite que el engaño y la deshonestidad triunfen rápidamente. Hace mucho que los Sabios nos advirtieron proféticamente: el mundo fue creado con palabras; tenemos que recordar que las palabras también lo pueden destruir.

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