Los amigos no crecen en los árboles

6 min de lectura

¿Por qué algunas personas tienen la bendición de tener amigos maravillosos y afectuosos mientras que otras parecen estar destinadas a la soledad?

Amigos.

Tengo la sensación instintiva que ‘Friends' es algo más que una famosa serie televisiva. Lo que quiero decir es que Google solamente, me dio 7.480.000.000 referencias para la palabra amigos (‘Friends'), en 0.25 segundos. Eso nos debería decir algo.

Y lo hace. Nuestra búsqueda, nuestro deseo, y nuestra necesidad de rodearnos de gente con la que podamos compartir nuestra vida, comienza cuando aún no podemos hablar y pareciera no acabar nunca.

Por momentos, pareciera que nuestra real existencia está frecuentemente dominada por los amigos que tenemos – o no tenemos. Anhelamos tener amigos; necesitamos amigos. Ansiamos tener amigos; Añoramos por amigos. Los amigos nos pueden dar razones para vivir... para llorar... para emular... para luchar... para alardear... para jugar... y para estar tristes.

¡Qué poder!

Y aún así, definir exactamente de donde emana esta fuerza inmensa es difícil de describir. Piensa en tus tres amigos más cercanos y trata de identificar el rol que ellos juegan en tu vida. No es tan fácil ¿verdad? Ahora, trata de imaginarte la experiencia de algún evento en tu vida, de incluso menor significado, sin ningún amigo tuyo a tu lado. ¿Qué puede ser más triste?

Pero alcanzar el éxito en esta búsqueda crucial no es automático. Todos conocemos gente que está rodeada de montones de amigos buenos y leales, mientras que otros no conocen de esos círculos. En cambio, ellos pretenden amar su autonomía y soledad (En realidad no puedes confiar en nadie más que ti mismo...), mientras sufren en silencio – solos, desanimados, y secretamente temerosos del mañana.

La pregunta se enfoca en el eterno dilema sobre el rol de Dios en la predeterminación de nuestra vida vs. nuestro propio esfuerzo en causar nuestros éxitos y fracasos.

La pregunta es "¿Por qué?". ¿Por qué algunas personas tienen la bendición de tener amigos maravillosos, sabios y afectuosos mientras que otras parecen estar destinadas a la soledad?

La pregunta es problemática. No sólo porque afecta profundamente a mucha gente, sino porque se enfoca en el eterno dilema sobre el rol de Dios en la predeterminación de nuestra vida vs. nuestro propio esfuerzo en causar nuestros éxitos y fracasos. ¿Cuál es la realidad? ¿Hay gente que ha sido realmente bendecida con esas increíbles relaciones? ¿Están otros en realidad destinados a una vida aislada e insípida?

 

La Voluntad de Dios VS. El Libre Albedrío

Las grandes mentes han luchado cuerpo a cuerpo con esta pregunta tan central a lo largo de los milenios. La literatura filosófica y las responsas están repletas de intentos por abrir el misterio de saber exactamente cuánto interviene y determina Dios nuestro destino y nuestras decisiones en la vida. Yo lejos de ser una autoridad en este tema tan confuso, sólo puedo decir una frase trillada sobre esto. No muchos de nosotros han comprendido o comprenderán esto completamente.

Lo que sí parece claro, sin embargo, es que pocos, si acaso alguno, de los eventos de nuestra vida personal, ocurren sin que estén en juego ninguna de estas dinámicas. En otras palabras, casi todo lo que nos pasa, sucede como resultado de la combinación de la voluntad de Dios y de nuestro propio esfuerzo.

Por ejemplo, nadie llegó nunca a ser millonario por cobrar el peaje en una autopista. Convertirse en un millonario usualmente requiere de un plan de acción, una o tres caídas, y mucho esfuerzo. Y luego alguna intervención divina también (o un tío muy rico que haya fallecido). Y aún así, muchos siguen exactamente la misma fórmula y no obstante se quedan con las manos vacías.

De la misma forma, es injusto esperar vivir una vida larga y saludable mientras constantemente te da banquetes de hamburguesas, frituras, mousse de chocolate, y panqueques con dulce, no dejas nunca el sillón excepto para merodear por el microondas, te fumas tres paquetes al día y enfrentas constantemente el estrés financiero y emocional. Por supuesto, todos conocemos gente, algunos de ellos con más de 80, quienes parecen estar haciendo exactamente eso. (¡Probablemente no lo podemos soportar!).

En otras palabras, no hay garantías. Frecuentemente jugamos a los porcentajes. En las finanzas, en la salud y en incontables áreas que son cruciales en la vida reconocemos que Dios tiene la última palabra, pero nosotros tenemos que hacer nuestra parte. Y luego rezamos y esperamos que suceda. Muy razonable.

Pero no todo debe ser abordado de esa forma. Hay ciertas facetas de nuestra existencia que parecieran pesar más hacia un lado o hacia el otro.

Por ejemplo, mientras que los cosméticos, la ropa, el estilo, y el arreglarse muy bien, pueden ciertamente ayudar, la buena apariencia de una persona está más definida por Dios que por sus propios esfuerzos. Frustrante, tal vez, pero igualmente verdadero. Y tú debes pensar que tienes números de la "suerte" o tienes derecho a algún "sistema" increíble, pero a pesar de que ganes o no la lotería, es claramente más que obvio que está más en el dominio de lo Divino que en el tuyo. Lo siento. Incluso es más obvio en si alguien es más propenso a tener alergias o no (muy poco tiene que ver con la cantidad de vitaminas que ingiere). Estas cosas – y otras – tienen más relación con las elecciones que Dios toma que con nuestros propios esfuerzos.

Seguro, la ayuda de Dios es siempre importante, pero pareciera ser que en lo referente a nuestra fibra moral, nosotros sostenemos la aguja y el hilo.

Contrariamente, puede argumentarse que mientras la gente pueda nacer con una predisposición hacia cierto rasgo de carácter (bondad, sensibilidad, paciencia, etc.), frecuentemente, nosotros somos los responsables de nuestro comportamiento. Mientras más trabajo hacemos por perfeccionar nuestro temperamento y modales, más perfecto pueden llegar a ser. Seguro, la ayuda de Dios es siempre importante, pero pareciera ser que en lo referente a nuestra fibra moral, nosotros sostenemos la aguja y el hilo.

Así es que a veces Dios está dirigiendo el show, a veces lo hacemos nosotros, y a veces pareciera estar más equilibrado.

Adquiriendo Amigos

Y ahora llegamos a la amistad. ¿A qué categoría pareciera ajustarse mejor? Mucha o la mayoría de la gente parece haber dejado referido este tema bajo la supervisión de Dios. Como dijimos antes, algunos de nosotros fuimos bendecidos con muchos y maravillosos amigos; otros están destinados a una soledad relativa.

Francamente, estoy en desacuerdo.

Akiva, un amigo mío, escuchó que un renombrado rabino se estaba cambiando a su barrio hace unos años. Él había disfrutado de una relación casual e infrecuente con él, pero siempre soñó con desarrollar una amistad verdadera. Él no esperó a que el rabino se mudara para luego "ver qué sucedía". Él no contó con una casualidad favorable (Dios) para orquestar que sus caminos se cruzaran. Él en realidad se sentó a escribirle una carta antes de que se mudara – dándole la bienvenida al barrio y sugiriéndole planificar una sesión de estudio semanal de una hora, antes del cambio.

El hecho es que, por alguna razón el rabino rechazó la solicitud inicial de Akiva. Pero la carta fue muy apreciada e inició una importante amistad.

La amistad no es ni un lujo, ni una carga, ni un síntoma de problemas de dependencia de infancia no resueltos. Es un componente esencial de la condición humana.

La amistad no es ni un lujo, ni una carga, ni un síntoma de problemas de dependencia de infancia no resueltos. Es un componente esencial de la condición humana. Sí –algunos necesitan amigos más que otros. Pero incluso los Sabios de la Mishná – hace unos 1800 años atrás – nos imploraron, "Acepta a un maestro sobre ti y adquiere un amigo (Ética de los Padres, 1:6)". Adquirir un amigo no significa esperar en casa que tu celular vibre, y luego lamentar tu mala suerte cuando te sientes solo. Una adquisición de este tipo requiere de motivaciones serias, estrategias muy específicas, y la valentía de arriesgar. No es fácil exponer tu vulnerabilidad y correr el riesgo de ser rechazado. A menudo tienes que reunir alguna dosis fuerte de jutzpá (desvergüenza) para acercarte a alguien que apenas conoces y empezar una conversación, hacer una pregunta, o invitar a alguien a un evento. Las circunstancias - las verdaderas, como la edad, tiempo, vecindad, círculo de amigos, situación financiera, timidez, mal aliento, etc. - con frecuencia son obstáculos formidables que hay que vencer. Pero esto merece el esfuerzo. La vida es muy complicada y frágil como para estar solo. Todos necesitamos por lo menos una mini "Junta Consejera" en estos tiempos. Y tener la esperanza, la expectativa, y rezar, que estas amistades se reproduzcan y desarrollen por sí solas es poco realista.

Tomar un rol activo en esta crucial búsqueda significa sentarse con un lápiz, papel y cerebro y estudiar detenidamente quién, dentro de tu radar personal, sería una adición realmente valiosa a tu libreta de direcciones. Crudo y poco romántico como puede sonar, la táctica específica entonces tiene que ser formulada y puesta en práctica a fin de aumentar tus posibilidades de establecer una amistad significativa.

"¿Pero no es que Dios pone a las personas juntas si a ellas les corresponde estar juntos?".

Sí... a veces. Pero más a menudo, tú tienes que hacer la mayor parte del trabajo. Y la misma ética de trabajo seguramente se aplica después - cuando tú quieres hacer la amistad significativa, satisfactoria, y duradera.

Dios puede ayudar. Pero debes hacer que suceda.

Esto es sólo el modo en que es.

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