Los 7 hábitos judíos de la gente altamente efectiva

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Cómo podemos encontrar los principios fundamentales del bestseller de Stephen Covey en las fuentes judías.

Cuando leí la obra legendaria de Stephen Covey, Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, me sorprendí al enumerar en mi cabeza las fuentes de la Torá que hablan sobre los principios que Covey describe elocuentemente.

Comprendí que no debía sorprenderme que los hábitos mencionados por Covey se encontraran en las fuentes judías. Después de todo, la frase hebrea “Torat jaim” significa ‘Enseñanzas para la vida’, sabiduría para vivir, y si esos principios tienen algo de verdad, deben encontrarse en la Torá.

A continuación, les presento los famosos 7 principios de Covey y dónde podemos encontrarlos en las fuentes judías:

Hábito 1: Sé proactivo

De acuerdo con el Código de la Ley Judía, lo primero que el judío debe hacer a la mañana es “despertarse como un león”. Al despertarme con vigor y no retrasar el despertador, declaro que tal como Dios está más allá de los límites del tiempo, yo también puedo sobrepasar esos límites y no permitir que el tiempo simplemente “pase”. Para evitarlo, actúo con fuerza feroz y aprovecho el día.

Este es el verdadero poder: entender quién eres y quién puedes ser, ser proactivo y tomar en tus manos la responsabilidad por tu vida

Hábito 2: Empieza con un fin en mente

En Lejá Dodí, la canción con la cual le damos la bienvenida al Shabat la noche del viernes, cantamos: “lo último que se hace es lo primero en el pensamiento”. El hecho que Shabat fuera creado al final, da testimonio de que era el propósito y el objetivo de toda la creación. En un sentido, podemos decir que Dios “comenzó teniendo presente el final”, y Shabat es el día que le da propósito a todo lo que hacemos en la semana, porque Shabat es el día fijado para experimentar todo lo que se construyó durante la semana.

Una forma de ver la relación entre los días de la semana y el Shabat es en cantidad versus calidad. En los días de la semana se trata de construir y de la multiplicidad, de aquello que es cuantitativo. Shabat se trata de experimentar y de unidad, de lo cualitativo. Por lo tanto, los días de la semana tienen más relación con lo físico mientras que Shabat es el día del alma.

Shabat es el día en el que nos alejamos de la construcción de este mundo físico para experimentar la espiritualidad inherente en cada aspecto del mundo. Es el día que personifica la completitud y la satisfacción; experimentar el vaso como totalmente lleno en vez de medio vacío. Es cuando dejamos de hacer y sólo experimentamos el hecho de ser, cuando saboreamos los frutos de nuestro trabajo.

Hábito 3: Haz que lo primero sea lo primero

En la Cábala existe la idea de que muchas cosas en el mundo y en el cuerpo se componen de algo “principal” y algo “secundario”. Lo secundario siempre viene a servir el propósito de lo principal y a la vez asume la identidad de lo principal a través de su asociación. Por ejemplo, los párpados son secundarios al ojo. Su propósito es proteger al ojo y obtiene su identidad a través de ese rol. El mismo principio se aplica a las uñas, las cáscaras de naranja y muchas otras cosas.

En cada uno de estos ejemplos, lo que da la identidad a lo secundario no es el objeto mismo sino su propósito. Asimismo, si prestamos atención a nuestras prioridades en la vida como lo “principal” y a nuestro medio de manutención mientras nos esforzamos por llegar allí como lo “secundario”, podemos infundir todas las actividades secundarias con el significado de lo principal. Si ponemos primero lo primero y nos mantenemos conscientes de lo que buscamos y cómo los medios nos ayudan a llegar allí, los medios mismos adquieren el significado del objetivo y vivimos vidas más felices y satisfactorias.

Hábito 4: Piensa en ganar/ganar

Una enseñanza básica de la Cábala es que “Dios observó la Torá y creó el mundo”. Tal como el constructor observa el plano y construye el edificio, así también Dios “miró” el concepto espiritual de la Torá y creó el mundo. La Torá es el “plano” de la creación.

En un edificio todo tiene su lugar y su propósito. Si algo está fuera de lugar o no es suficientemente fuerte para cumplir la tarea que le fue asignada, todo el edificio se ve afectado.

La misma idea puede aplicarse al mundo. Aunque cada uno es un individuo único, nuestras acciones no sólo afectan a nuestro ser individual. Todos estamos interconectados, somos interdependientes, partes de un mismo todo con el mismo destino. La estructura de la existencia es una “unidad múltiple”, la multiplicidad que está unificada en su eje. Esto resulta en una realidad en la cual los efectos de nuestras acciones se ven maximizados; una realidad en la cual lo que hacemos como individuos tiene consecuencias universales. Un mundo en el cual el hecho de que todos ganen, es la única forma en que realmente se puede llegar a ganar.

Hábito 5: Procura primero comprender y después ser comprendido

La Torá nos enseña a juzgar a los demás favorablemente. Si observamos las palabras hebreas de esta enseñanza, dan lekaf zejut, encontramos la traducción literal de “juzgar de acuerdo con los méritos”. Esto significa que a veces todos hacemos cosas buenas y no tan buenas. Todos tenemos nuestras cualidades positivas y otras no tan positivas. Juzgar de acuerdo con los méritos significa identificar lo positivo de la persona como el reflejo verdadero de los que somos. Cuando ves y te relacionas con los demás desde esta perspectiva, los otros se sienten escuchados, validados y comprendidos. Sienten que realmente se relacionan con ellos.

Cuando haces esto por otro, esa persona a su vez se esforzará por hacer lo mismo por ti. Esto se debe a que el otro siente que lo entiendes. Ves “de qué se trata”. Ves su valor. Ves su singularidad y lo consideras algo bueno. Es algo positivo que debe celebrarse y no una molestia que debe tolerarse. Por eso también la otra persona está dispuesta a hacer lo mismo por ti.

Hábito 6: Sinergia

Tal como cada parte del cuerpo tiene su propia función individual, que cumple el propósito del todo, así también nos enseñan los cabalistas que cada miembro de la sociedad tiene su función única e individual que cumple el propósito del todo.

En el profundo pensamiento judío, esta es en verdad la sociedad y la visión ideal: establecer una sociedad de personas fuertes en su individualidad y dispuestas a compartirla en beneficio de los demás; una sociedad de “dadores”. Una sociedad compuesta de individuos que dejan de lado la “pequeñez” de estar del lado del receptor, por la “grandeza” de ser dadores, de funcionar en sinergia como un todo que es mayor que la suma de sus partes.

Hábito 7: Afila la sierra

Una enseñanza rabínica clásica es “designar momentos para la Torá”, fijar tiempos específicos del día para lo que es realmente importante en la vida. A pesar de que la mayor parte del día esté ocupada por los medios (trabajo, trámites, etc.), no debemos perder de vista el fin (nuestros objetivos, aspiraciones y gran propósito). Debemos asegurarnos de tener un tiempo inamovible cada día para dedicarnos a lo que es realmente importante: una conversación significativa con nuestra pareja, tiempo de calidad con cada niño, y tiempo para la introspección y para Dios.

Afilar la sierra se trata de reconectarse con las raíces y la “imagen global” y recibir nuevas fuerzas e inspiración. Se trata de retornar a nosotros mismos y tomar el control respecto a dónde vamos para mantener el equilibrio, la motivación constante y el vigor, la pasión por la vida, el mundo y nuestro lugar en él.

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