Rav Itzjak Berkovits sobre el Coronavirus

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Esta es la transcripción de una clase que Rav Itzjak Berkovits, Rosh Ieshivá de Aish HaTorá, impartió online a rabinos de Aish de todo el mundo.

Siempre hubo epidemias. Antes el mundo era muy simple. Aunque las enfermedades se dispersaban —en comparación con lo que ocurre en la actualidad— estaban confinadas. Tenemos que enfrentarlo, entre la tecnología y los viajes, el mundo se volvió muy pequeño. Lo que comenzó con un solo individuo en algún rincón de China, terminó colapsando a todo el mundo. Esto definitivamente es el resultado de que el mundo haya avanzado tanto.

No somos neviim, 'profetas', pero es difícil no darse cuenta que la humanidad se sentía demasiado en control y que toda esta situación es una lección de humildad. La gente se asusta sobre todo porque no está acostumbrada a esto. Llegamos a sentirnos muy seguros porque teníamos demasiado control sobre todo. La medicina moderna llegó muy lejos. Es una lección de humildad. Leer lo que los médicos dicen puede ser una lección de humildad.

Algunos son honestos y dicen: “Realmente no lo entendemos. Nunca antes nos enfrentamos con este virus”.

Pero otros tienen un doble discurso. ¿Cuánto tiempo vive este virus? “Hmmm, entre 4 y 20 horas. Tal vez un par de días”. En otras palabras: “no lo sabemos”. ¿[La pandemia] va a continuar en el verano? Nadie lo sabe. ¿Cuán lejos estamos de encontrar una vacuna? Nadie lo sabe. ¿Una cura? No es tan fácil curar los virus. No lo sabemos. ¿Por qué cuando tantas personas se ven expuestas, sólo algunas resultan afectadas y no otras? Nadie lo sabe. Todo es un misterio.

Es una lección de humildad. Humillados porque esta partícula microscópica ha colapsado a todo el mundo. El sentido de "seguridad personal" desapareció. Miren lo que ocurre económicamente. Nuestros estilos de vida están cambiando por completo. El miedo es real.

Lo primero que tenemos que hacer es reconocer que nosotros no dirigimos el mundo. Para quienes entienden que existe la Providencia Divina, esto nos recuerda que Dios nos dio mucha sabiduría, pero que queda mucho que no sabemos y hay mucho que está fuera de nuestro control. En definitiva, si reconocemos que Él nos ama y confiamos en Él, estaremos bien. Todo lo que Él hace es lo mejor para nosotros, aunque no podamos entenderlo. Estaremos en un lugar mucho mejor.

Lo primero es reconocer que nosotros no dirigimos el mundo. No lo sabemos todo. Hay Alguien más grande que todos nosotros. Y con la partícula más pequeña, Él puede cambiar la situación de toda la humanidad.

Pero me gustaría hablar de otros aspectos. La gente entró en pánico. En general, la mayoría de los seres humanos no están verdaderamente en peligro. Enfrentémoslo. Para la mayoría de las personas, incluso si se infectan, que Dios no lo permita, no será nada más que una gripe desagradable. Para quienes tienen problemas de inmunidad, incluyendo a los ancianos, es un verdadero problema. Pero no para la mayoría… Entonces, ¿qué es lo que ocurre? Tenemos una responsabilidad por todos los demás. Tenemos una responsabilidad para con los más vulnerables. Tenemos una responsabilidad con los que tienen problemas de inmunidad. Por lo tanto, todas las medidas que se toman no son para nuestro propio beneficio, sino para el beneficio de los demás. Para no poner en peligro las vidas de los demás.

Por cierto, para que no lleguemos a proporciones en las que las instalaciones médicas no puedan responder a las necesidades. Lo que significa que tenemos que entender que todas las precauciones que estamos tomando no se deben a que estamos demasiado asustados, sino a que tenemos un sentido de responsabilidad, porque nos preocupa el resto de la humanidad. Nos preocupamos por todos los demás.

Tienen que sentirlo. Tienen que tomar las cosas en serio, cualquier decisión que se tome localmente hay que respetarla. Yo estoy en Israel. Israel es un país relativamente pequeño. El argumento es que con medidas extremas, se lo puede contener, al punto que piensan que pueden liberar al país del virus. Por eso las medidas son extremas. Todo está muy confuso, cerraron casi todo.

Norteamérica es demasiado grande. El tema es disminuir el ritmo, para que cuando la gente se enferme haya atención médica disponible para quienes la necesiten. Cada lugar, cada ciudad, tiene sus propias leyes y reglas. Asegúrate de vivir de acuerdo con ellas. Toma esto en serio, pero no porque tengas miedo de que vaya a pasarte algo.

La gente está en pánico. Para la mayoría de las personas es totalmente innecesario. Hablamos de una gripe fuerte; es incómodo e inconveniente. Pero tenemos un sentido de responsabilidad por todos los demás. Presten atención que soy cuidadoso para no llegar a transmitir algo, que Dios no lo permita, que pueda eventualmente poner en peligro alguna vida. En verdad, en lo que tenemos que ocupar nuestra mente es en los sentimientos de los demás. El sentido de responsabilidad y los sentimientos de los demás. Esto es algo maravilloso para enfocarse. Y una vez que ya estás allí, sería una idea genial revisar algunas de tus viejas relaciones, aquellas que terminaron, Las personas que tachaste, las personas que en tu mente son problemáticas, y tal vez comenzar a pensar sobre ellas de una forma más constructiva.

En un momento de peligro la gente está un poco más abierta a escuchar cosas que antes no querían escuchar. Pienso que en nuestras mentes, debemos trabajar sobre algunas de las relaciones que no funcionaron, algunas de las personas que no nos agradan, y volver a pensarlo. Las personas que piensas que te hicieron daño. Volvamos a pensarlo. Creo que esa es una gran idea.

Pero en general, la idea es ser cuidadosos. Lavarse las manos, tener cuidado de no saludar dando la mano. Cuando estás afuera, cuando tocas cosas que otros tocaron, asegurarte de no tocar tu rostro. La razón para hacerlo es porque no quieres dañar a nadie más, porque no quieres poner en peligro a las personas más vulnerables.

Esta debe ser la perspectiva. No pánico ni inseguridad personal, sino un fuerte sentido de responsabilidad. Por cierto, seguir las reglas. Puede que no sea una mala idea pensar en ir más allá de algunas de las reglas y mirar un poco hacia el futuro. Todavía no en todas partes adoptaron las medidas que realmente son necesarias, y puede ser que tú desees hacerlo. En lo que respecta a reuniones públicas o dar clases a muchas personas, hoy se pueden dar clases en línea. No hay ninguna razón por la que debas ir y poner a alguien en peligro. Yo creo que realmente esta debe ser la perspectiva.

Para resumir. En primer lugar, recordar que nosotros no dirigimos el mundo. Allí arriba hay Alguien más grande que nosotros. A pesar o quizás precisamente porque hemos avanzado tanto, esto ha causado demasiados problemas, el virus se dispersó tan rápido por todo el mundo que causó un daño que nunca hubiera podido tener lugar en generaciones previas. Reconocer que Dios nos mostró cómo un ser microscópico puede sacar todo de control. Tenemos que aprender a confiar en Él y saber que Él nos ama.

Segundo, reconocer que no eres tú el que está en peligro. Son los demás. No entrar en pánico porque temes lo que pueda ocurrirte, sino moverse con un gran sentido de responsabilidad.

Para concluir, hay un mandamiento de la Torá de rezar en épocas de problemas y necesidad. La gente busca una poción mágica. ¿Qué puedo decir para salvarme? Hay muchas cosas dando vuelta. Nosotros no nos dedicamos a la magia. Tenemos un mandamiento de la Torá de hablar con nuestro Creador, Él quiere escucharnos. Él es la dirección a la que hay que acudir. Tenemos que dejarlo saber que nos preocupa la humanidad, nos duele, suplicarle que vuelva a unir las piezas. Que ponga un fin a esta amenaza y a la confusión en la que se encuentra toda la civilización.

Todos deberían estar rezando. Una plegaria puede ser con tus propias palabras. De hecho, probablemente es más efectiva cuando dices lo que piensas y piensas lo que dices.

Que Dios escuche todas nuestras plegarias y que esto tenga un final feliz. Que un día podamos descubrir que en verdad todo fue para nuestro beneficio y que Él nos ama. Entonces, esperemos que en un futuro no muy lejano, este mundo será un lugar mucho mejor para vivir. Que todos tengan mucha salud.


Esta es la transcripción de una clase que Rav Itzjak Berkovits, Rosh Ieshivá de Aish HaTorá, impartió online a rabinos de Aish de todo el mundo.

 

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