Abrazo Seguro

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En Sucot, todos somos bebés en los brazos de nuestras madres.

Estaba mirando a un bebé recién nacido en los brazos de su madre el otro día (revelación total: la madre era mi hija) y pensando en Sucot. No, no estaba pensando en menús e invitados y organización.

Estaba pensando sobre el hecho de que en la festividad de Sucot nos mudamos a la Sucá y nos sentamos bajo un toldo de ramas y estrellas, y la presencia de Dios. Llevamos con nosotros muy pocas de nuestras posesiones – una mesa, algunas sillas, algunos platos – y reconocemos que tenemos todo lo que necesitamos. Reconocemos nuestra total y completa dependencia de Dios.

Lo mismo es verdad con este bebé. En su madre él tiene todo lo que necesita – alimento, calidez, seguridad – nada más es necesario. Ella lo abraza o lo alimenta cuando él llora, cambia su pañal cuando es necesario, lo protege del vigoroso afecto de su hermana mayor y lo envuelve en su manta. Su mundo está completo.

Él mira a su madre y hay absoluta confianza.

Nuestro mundo también está completo. Pero nos olvidamos. Nuestra dependencia también es completa. Pero perdemos el rastro. Dios es completamente digno de confianza. Estamos distraídos, estamos ocupados. Nuestros ojos miran hacia Wall Street en vez de hacia nuestro Padre en el Cielo.

Sucot nos da la oportunidad de parar y reenfocarnos. De revivir la dependencia y la confianza de nuestra infancia – como individuos y como nación – e incorporarla en nuestra vida adulta actual.

Nuestras vidas están consumidas por cosas y trámites y títulos y carreras y grados y casas y el mercado financiero y muchos adornos externos.

En Sucot, nos recordamos a nosotros mismos que todas estas cosas son irrelevantes.

En Sucot, nos recordamos a nosotros mismos que todo lo que tenemos es un regalo de Dios.

En Sucot, nos recordamos a nosotros mismos nuestra vulnerabilidad y dependencia. Y reconocemos que es buena. Sucot es el “momento de nuestra alegría”, el momento en que acudimos a Dios con la confianza de un bebé.

Y quizás si entendemos correctamente, aunque sólo sea una vez en el año, dormiremos como bebés también.

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