Incluso el Canal de Recetas

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La humillación como una forma de entretenimiento.

Algunas de las mayores celebridades de estos días parecen ser chefs (¡Yo sigo sin ser descubierta!). El "Canal de Recetas" parece ser uno de los canales más populares, y los innovadores programas de cocina abundan. Mis amigas me cuentan cuánto disfrutan los niños de verlos.

Genial, pensé yo, finalmente algo de programación televisiva inofensiva, algo de entretenimiento familiar. Ellas me cuentan historias de las creativas obras maestras del "Rey de las Tortas" y las entradas simples de Rachel Ray. Siento que me estoy perdiendo toda la diversión.

Así que en una reciente estadía en un hotel, tomé la oportunidad de ponerme al día y sintonizamos el Canal de Recetas. Pero en vez de sentirme emocionada y energizada por lo que vi, estaba consternada y desanimada.

El programa que vimos se llamaba "Chopped" (creo). Era una competencia entre chefs que requería la eliminación gradual de los participantes hasta que finalmente salía el ganador.

Esto no es tan nuevo – y quizás tampoco lo es el resto de los elementos del programa. Pero lo que yo encontré preocupante fue la conducta de los jueces. Parece ser de rigueur que los jueces de estas competencias muestran sus lados más asquerosos, ellos en realidad resaltan este desagradable aspecto de sus personalidades. Ellos parecen estar obligados a atacar a los chefs con las más viciosas armas verbales en su arsenal. No quiero ni siquiera considerar cómo eso afecta sus rasgos de carácter.

Pero se pone peor. La Torá nos prohíbe avergonzar a alguien en público. De hecho, avergonzar a alguien en público es comparado a asesinato, se nos dice. Sin embargo esto pareciera ser la esencia misma del programa (y de todos los populares concursos similares). Ya no es suficiente eliminar a un participante. Tiene que ser hecho lo más cruelmente posible. Hay que hacerlos retorcerse. Hay que humillarlos en televisión nacional.

Hay con certeza formas más amables de juzgar e incluso de ofrecer crítica constructiva, pero supongo que los que están a cargo de estos canales – junto con la audiencia – consideran eso menos entretenido.

De pronto no soy más optimista en cuanto a los programas de cocina que los niños están viendo. Su impacto no es inocuo o benigno como me imaginaba. En vez enseñan crueldad y maldad junto con una actitud destructiva.

Estos chefs crean atractivas y sabrosas creaciones pero nunca es suficiente. Siempre hay algo un poquito mal, un poco imperfecto. Y entonces a nuestros hijos se les enseña a estar descontentos en vez de agradecidos, a ser negativos en vez de positivos.

Me parece doloroso ver este tipo de programas, pero me imagino que luego de una “dieta constante”, te haces inmune. Ni siquiera te das cuenta. Esa es una tragedia en sí misma. Peor sería comenzar a imitar la conducta, ver la condescendencia de los jueces como normal y apropiada, pensar que esa reprimenda cruel y sarcástica es una conducta social normal (asumir, Dios no lo quiera, que así es como debemos tratar a padres o parejas cuyas cenas no están a la altura de algún estándar difícil de alcanzar).

Primero, estos programas crean un ideal inalcanzable de la cena perfecta (¡utilizando solamente tres o cuatro ingredientes por supuesto!) y enfatizan demasiado los placeres físicos y la perfección. Luego, crean un serio impedimento para desarrollar el buen carácter y la bondad hacia otros en el ámbito espiritual.

No solamente no vale la pena encender la televisión – aunque aún me pregunto cuáles pastelillos resultaron mejores (¿no es “guerra” una palabra muy fuerte como para ser aplicada a una competencia de pastelillos?).

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