Camino #7: El verdadero carisma

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La humildad no es un complejo de inferioridad. Es hacer lo que es correcto, y no depender de las opiniones de los demás.

Una estrella de cine entra en una fiesta con un caminar pomposo, engreído y con la cabeza en alto. Su forma de actuar dice: “Soy genial, y todos lo saben”. La gente observa con un silencio reverencial. ¡Carisma!

El judaísmo llama a esto un falso carisma. La estrella de cine depende totalmente de factores externos sobre los cuales no tiene ningún control. Sin sus admiradores, él no tiene nada.

El Camino #7 enseña que la forma para obtener verdadero carisma es Be Anavá, 'con humildad'.

Pero, ¡¿acaso la humildad genera carisma?! ¿No imaginamos por lo general a la persona humilde como alguien manso, encorvado y apenas perceptible?

Definamos nuestros términos. Humildad no es un complejo de inferioridad o una falta de autoestima. Humildad significa: "Vivir sabiendo que nada importa realmente excepto hacer lo que es correcto". Aquel que es humilde está totalmente dedicado a la búsqueda de la verdad. Y dado que su autoestima no depende de la aprobación de otros, puede elegir hacer lo correcto incluso cuando no es popular o políticamente correcto hacerlo.

Por otro lado, una persona arrogante está preocupada principalmente por su propio ego, su propio orgullo, su propio dinero. Por lo tanto, a pesar de que parezca ser amistoso y encantador, realmente está manipulando las cosas para servir sus propios intereses.

Arrogancia”: Yo soy todo lo que importa.

Humildad”: Lo que es más grande que yo, eso es lo que importa.

Trascendiendo las pequeñeces

Fuera de su suave exterior, una persona arrogante es, irónicamente, alguien inhibido y restringido que no expresa su “verdadero yo”. ¿Cómo podría ser “él mismo”, siendo que está constantemente preocupado con cómo se ve ante los ojos del resto?

Humildad es libertad. Cuando lo único que te preocupa es la verdad, y vivir acorde a ella, entonces eres libre de expresarte de la forma más genuina y desinhibida posible. Tu belleza natural resplandece. ¡Eso es verdadero carisma!

La Torá nos dice que la persona más humilde de todos los tiempos Moshé era también la más carismática, y esto no es una mera coincidencia. En su rol de ser quien enseñaba Torá, Moshé debía tener bastante confianza en que su causa era justa. Él no se inquietaba ante los rebeldes o ante las quejas. Y esa es precisamente la razón por la cual era sumamente respetado.

Al tener una genuina confianza en sí mismo, la persona humilde trasciende las pequeñeces mundanas de este mundo. Él no tiene que responder a cada insulto, sino que puede elevarse por sobre las peleas.

Él sabe cuál es su lugar, y ayuda a otros a encontrar el de ellos. Él hace que todas las personas se sientan importantes. Porque con la persona humilde, si los otros son exitosos, no hay problemas de celos o el riesgo de una crisis de ego.

¿Has conocido alguna vez a una persona así? ¡Te atrae como un magneto! ¿No te gustaría tener un poco de ese carisma?

La necesidad humana de vivir una vida con sentido

Dado que la humildad se basa en la búsqueda de la verdad, ésta nutre la necesidad humana básica de vivir una vida con sentido.

Podemos ver que la gente está en búsqueda de un sentido en la vida. Casi todos quieren ayudar a los necesitados, a los pobres, a los hambrientos y a quienes no tienen hogar. Y mucha gente elige carreras profesionales en las que pueden “ayudar a otros”, mediante trabajo social o cuidados medicinales. El dinero por sí solo no genera suficiente placer como para dedicarse sólo a eso durante toda la vida.

Por desgracia, a menudo los asuntos mundanos de la vida diaria nos desvían. En medio de todas las diligencias, reuniones y correos electrónicos, perdemos la claridad sobre qué es realmente significativo.

Una forma de volver a enfocarse es preguntarse a uno mismo: “¿Para qué estoy viviendo? ¿Estoy comiendo para vivir, o viviendo para comer? ¿Trabajo para vivir, o vivo para trabajar?”.

Todos los días debes volver a preguntarte esto. Te ayudara a mantener tu trabajo, relaciones interpersonales y metas generales en perspectiva.

Entonces, ¿para qué estás viviendo? Haz una búsqueda. Ve si tus “metas de vida” son realmente significativas, o si son simplemente una noción abstracta.

Si escuchas una voz que te dice: “no hay ningún propósito verdadero que sea objetivo en la vida”, entonces verifica si es verdad antes de asentir. No te rindas tan fácil. No te comportes como los cínicos. El que haya un sentido para la vida es algo demasiado vital como para ignorarlo. Tu salud depende de él tanto como del agua y la comida.

Haz lo correcto

Hacer lo correcto suele ser difícil, ya que no siempre lo percibimos como una fuente de placer.

Pero si lo piensas bien, te darás cuenta que en realidad no hay mayor placer que éste.

Los placeres materiales son necesarios y agradables, pero no se comparan con los grandes placeres del amor y de una vida con sentido. Imagina que te ofrecen 10 millones de dólares a cambio de uno de tus hijos. Luego de declinar la oferta, ¡te sentirías abrumado con el gran valor que tiene realmente ese niño para ti! Puede que siempre hayas conocido su valor en un nivel intelectual, pero ahora se ha vuelto real para ti.

Similarmente, si te dieran la opción de matar a 1.000 niños inocentes o que te maten a ti, sabes muy bien qué elegirías.

Pese a que ese escenario es un poco extremo, revela algo muy profundo acerca de la psiquis humana: ser bueno es tan importante que estamos dispuestos incluso a morir por ello.

¿Cuál es tu causa?

Llevemos esto un paso más allá. Si estarías dispuesto a morir con tal de ser “bueno”, el corolario es que no hay una mayor meta en la vida que ser bueno.

Todos estamos dispuestos a morir por alguna causa. Ya sea la paz mundial, salvar a las ballenas o una reforma política, todos estamos dedicados a algo. La única pregunta que queda es: “¿Cuál es tu causa?”.

Siéntate y averigua por qué estarías dispuesto a morir. Lee discursos fúnebres. Estos te darán una buena dosis de humildad. Te ayudarán a entender el significado de la vida. Intenta escribir tu propio obituario. ¿Cómo te gustaría ser recordado? Esto te dará objetividad y perspectiva.

Una vez que hayas encontrado una causa tan significativa que estarías dispuesto a morir por ella, entonces tendrás la respuesta a la pregunta más importante: para qué estás viviendo.

Y cuando en realidad estés viviendo por esa causa, entonces tendrás un poder, propósito y placer sin paralelos.

Ahora, haz un plan para implementar esto en tu vida diaria. Comienza lentamente, dando un pequeño paso a la vez, de forma que no te sientas abrumado. Mantén tu vista en el objetivo y mide tu progreso de forma continua.

Conectarte con tu propósito de vida es un gran proyecto. Pero no hay un mejor uso posible para tu tiempo y energía.

¿Estás preparado para el desafío?

Hazlo por la razón correcta

“Hacer lo correcto” es un gran nivel, pero hay un nivel incluso más alto. Debes hacer lo correcto por la razón correcta, es decir, “porque es lo correcto de hacer”. Si haces lo correcto por motivaciones egoístas, como por ejemplo, para poder presumir de tus logros, terminarás sintiéndote muy mal contigo mismo.

Cuentan la historia de un gran rabino que, en su lecho de muerte, estaba rezando con gran intensidad. Sus discípulos estaban reunidos alrededor suyo y le preguntaron: “Rav, ¿qué está pensando en este momento?”.

Él les respondió: “Una pequeña voz en mi interior está diciendo ‘reza con gran intensidad para que tus estudiantes estén impresionados’”. Incluso en el momento de su muerte, ¡este gran sabio estaba batallando con su ego!

El verdadero carisma viene cuando nos logramos desvincular de la necesidad de obtener aprobación externa. Entonces, haz lo correcto por la razón correcta. No importa cuáles sean las consecuencias. ¡Es el mejor sentimiento que hay en el mundo!

Dios: El propósito supremo

En la búsqueda de un logro significativo, ¿qué hace que una persona logre un mayor impacto, actuar en base a una opinión subjetiva (la cual puede cambiar en cualquier momento) o actuar en base a un estándar exterior objetivo? Obviamente es más significativo lograr lo que es objetivamente correcto.

El judaísmo dice que para encontrar el verdadero sentido de la vida, debemos conectarnos con lo que quiere nuestro Creador. Esto es porque Dios, Quien está más allá de los bordes que delimitan el ego humano, es la fuente de toda objetividad. En esencia, Él es quien define qué es “bueno”.

Objetividad y humildad son ideas que están relacionadas. La objetividad te da la habilidad de elevarte por sobre los deseos egoístas y hacer lo correcto por la razón correcta. Y eso te lleva a la humildad.

La Torá llama a Moshé “el más humilde de los hombres” porque se paró frente a Dios con sumo respeto, de forma reverencial. Moshé sabía cuál era su lugar. Cualquier otra actitud niega la presencia divina. Por eso el Talmud relaciona la arrogancia con la idolatría; ambas alejan la presencia de Dios.

En cualquier situación, debes preguntarte a ti mismo: “¿Qué quiere Dios de mí?”. Haz lo que Él dice, y siempre estarás haciendo lo que es correcto.

Ábrete a la posibilidad de recibir sabiduría

Utiliza la humildad para abrirte a la posibilidad de recibir sabiduría. Sin humildad no podemos escuchar la sabiduría, porque estamos demasiado atrapados en nuestra propia realidad subjetiva.

Nuestros sabios plantean una pregunta fundamental: ¿Por qué la Torá fue entregada en el desierto? Y responden que es porque el desierto es un lugar que está vacío. Esto significa que para adquirir Torá para recibir la sabiduría de Dios debemos primero estar dispuestos a abrir un espacio en nuestro interior.

Una forma de lograr más objetividad es dar consejos a un tercero. Enfrentar problemas externos te ayudará a ver tu propia situación de forma más clara.

En resumen: mientras más te eleves por sobre la necesidad de tener la aprobación de otros, y mientras más desarrolles tu sentimiento interno de autoestima, más carisma poseerás. Y eso es algo que nadie podrá quitarte nunca.

¿Por qué la humildad es un camino a la sabiduría?

  • La humildad genera verdad y objetividad.

  • Humildad es libertad. Con ella, tu personalidad se expresa de forma más orgánica y real.

  • La humildad es placentera. La arrogancia es dolor.

  • La humildad te permite darle a otros.

  • La humildad hace que tu relación con Dios sea más profunda.

  • Hasta que no sepas por qué estás dispuesto morir, no habrás comenzado a vivir.

 

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