Camino #47: Aprender para hacer

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La sabiduría tiene el poder de mejorar la vida. No hay mayor desperdicio que tener un manojo de grandes ideas y no utilizarlas.

Cuando se trata de poder y dinero, la gente se siente atraída por la sabiduría. Pero cuando se trata de lecciones de vida, generalmente no prestan mucha atención.

Si le preguntas a alguien “¿Preferirías ser rico y miserable, o pobre y feliz?”, la mayoría de la gente dirá que prefiere ser pobre y feliz. ¿Por qué? ¡Porque el objetivo del dinero es ser feliz!

¿Entonces por qué hay tanta gente que dedica sus vidas a volverse ricos a pesar de los daños a su vida familiar, problemas de salud, compromisos morales y otros sacrificios en su felicidad que vienen por causa de sus esfuerzos por enriquecerse?

Enfoca tu atención en esta contradicción. Proviene de la incapacidad de trasladar un concepto intelectual a la realidad práctica. Si una idea tiene sentido y al aplicarla obtendrías una vida más efectiva, pero a pesar de eso no la implementas, entonces eso se llama “locura temporal”. Es como estar viviendo en dos niveles diferentes, desconectado de la realidad.

Nuestros sabios dicen que cuando una persona comente un error está "temporalmente loco". Gente que pierde el tiempo, que pelea con sus propios hijos, que vive en depresión y miseria. Eso es una locura.

El Camino #47 es halomed al menat laasot, que literalmente significa ‘aprender para hacer’. Todo el trabajo de vivir es poner en práctica lo que sabes. Esa es la diferencia entre “filosofía” y “sabiduría”. Puedes aprender las ideas más lindas del mundo y predicar sobre ellas todo el día. Pero si no las aplicas, eres un gran meshugene (loco).

El poder del ritual

Los seres humanos son criaturas de hábitos. Disfrutamos de la comodidad y la seguridad de las rutinas diarias. Pero los “rituales” generalmente tienen una mala fama ya que implican hacer algo sin entendimiento ni sentimiento.

Obviamente lo ideal es cuando una persona se conduce sólo por entusiasmo. Pero a veces tiene que funcionar en la dirección contraria: Un ritual puede llevarte a hacer cosas incluso cuando no tienes ganas de hacerlas e incluso antes de obtener un total entendimiento de por qué deberías hacerlas. Una vez que nos involucramos en la actividad correcta, la conexión emocional se produce después.

Por ejemplo, les enseñamos a nuestros hijos a cepillar sus dientes desde una edad temprana, y lo hacemos como un ritual. Les enseñamos a comportarse educadamente —“Por favor pásame la sal… muchas gracias… discúlpame”— como un ritual. Hacemos esto incluso antes de que entiendan la razón. Y confiamos en que cuando crezcan reconocerán el valor del buen comportamiento y de lavarse los dientes.

Tener rituales es una de las bases del judaísmo. Las mitzvot no son acciones vacías para mantenernos ocupados, sino que nos ayudan a poner en práctica determinados ideales. Por ejemplo, encender las velas de Shabat trae calidez, calma y paz al hogar. O poner una mezuzá en la puerta nos ayuda a enfocarnos en las dulces palabras que están escritas adentro. No es magia.

Utiliza los “hábitos” a tu favor. Toma algo que hayas aprendido y conviértelo en un ritual. Por ejemplo, hazte un hábito diario de articular cinco cosas placenteras que hayas experimentado en las últimas 24 horas. Enfócate en ellas, cuéntalas, siéntelas.

¿Quieres ser una persona que se preocupa más por los demás? Por ahora, hasta que estés listo para pensar como una persona más preocupada por los demás, actúa como tal.

Cuando comiences un nuevo ritual, no te preocupes si no es tan placentero. Tan sólo hazlo. Luego verás maravillosos resultados. Te convertirás en alguien más sensible y civilizado. Te transformará.

Avanzar poco a poco

Implementar una idea importante no es algo que sucede de la noche a la mañana. Tienes que construir de a poco. Pequeños logros llevan a grandes logros.

Haz una lista de cinco ideas que te gustaría integrar a tu vida. Enfócate en una idea específica cada día. Define un plan de cómo implementarla. Te sorprenderás de cuán sistemático será tu crecimiento. Un día, una oportunidad.

Empieza con pasos pequeños y trabaja hasta llegar a los más difíciles. Por ejemplo, en la idea de “amar a tu prójimo como a ti mismo”, un aspecto específico es ser amistoso con los demás. Un pequeño y práctico paso podría ser por ejemplo atender el teléfono con voz alegre en vez de decir bruscamente “aló”. El siguiente paso podría ser hacer pequeños favores voluntarios, como ofrecer café a un compañero de trabajo o de dormitorio. Y luego puedes continuar construyendo a partir de allí...

Empújate hacia adelante. Pregúntate cada noche, ¿qué aprendí hoy? Después aplica esa lección a uno de los ítems de tu lista. Incluso el esfuerzo más pequeño hará crecer tu ímpetu. Haz algo con los conocimientos que haz aprendido. Con cada pequeño esfuerzo crecerás otro poco.

Debes estudiarlo

Nada ayuda a la integración de las ideas más que el estudio profundo. Cuanto más entendemos, más deseamos implementar una idea en nuestras vidas.

Con cualquier conocimiento, debes definir claramente:

  1. ¿Qué he aprendido?

  2. ¿Qué significa?

  3. ¿Por qué es importante para mi vida?

  4. ¿Cuáles son las consecuencias?

  5. ¿Cómo traslado esto a la práctica?

Aplica este modelo constantemente, ya sea que estés teniendo una conversación o incluso mientras lees esto. ¿Qué deberías estar haciendo? Internalizando las ideas que están aquí y trabajando sobre un método para integrarlas a tu vida. Recuerda: ¡Los 48 caminos son más que un ejercicio intelectual!

Al preguntarte "¿Qué estoy haciendo? ¿Cómo debo hacerlo? ¿Qué voy a hacer al respecto?", podrás evitar muchos errores. Tan pronto te conectas con la realidad del pensamiento, del conocimiento, de las definiciones y haces lo que es correcto, la locura desaparece. Se evapora.

Es difícil detenerse en medio de las acciones y preguntarte “¿Qué estoy haciendo?”. Por lo tanto tienes que ejercitar estos pasos, debes practicarlos de antemano.

Evitando errores

Para aumentar tu poder para vivir, debes estar atento a lo que sucede a tu alrededor, apreciar su significado, y aprender de ello. Como dice el dicho: “Un tonto aprende de sus errores, pero una persona sabia aprende de los errores de los demás”.

Por ejemplo, considera la idea del matrimonio en la sociedad moderna. Cada pareja que se casa dice que está enamorada. Pero la mitad de los matrimonios terminan en divorcio. ¿Qué sucedió?

Investiga las causas y aprende cómo minimizar las posibilidades de que fracase tu propio matrimonio. Luego de eso comprométete a llevar a la práctica lo que aprendas. Porque si no trabajamos en cómo amar, podemos terminar desenamorándonos rápidamente.

Conocimiento verdadero es internalizar las ideas dentro de nuestros huesos. Si no pones una idea en práctica, entonces no lo “sabes” realmente. Traslada ese conocimiento a acciones diarias. Conceptos como ‘amor’ y ‘felicidad’ son muy lindos, ¡tan lindos que frecuentemente fallamos en ver cuánto trabajo requiere lograrlos!

Aprender de los errores

¿Y qué hay de cuando realmente cometes un error?

Si cometes un error, no andes por ahí acomplejado pensando “No valgo nada, soy un idiota, no sirvo para nada”. La autocompasión es algo muy desagradable. Una persona llena de culpa repite sus errores una y otra vez. La culpa es la forma que tiene el cuerpo de engañar al alma para que piense que hizo algo al respecto: “No valgo nada, no soy bueno. ¿Ves?, ¡me hice cargo de mi error!”.

En vez de tener autocompasión, corrige el error. ¿Cómo? Arrepiéntete. Simplemente di: “Cometí un error, soy humano, ahora puedo aprender de él”. Lo más importante es que vuelvas a tu estado natural de placer y productividad. ¿Hiciste un auto-gol? Está bien, puede suceder. ¡Ahora arréglalo y marca un gol!

Obviamente no debes negar lo que sucedió. Analiza por qué cometiste el error. Porque si incluso un tonto aprende de sus propios errores, entonces no aprender de los errores es doblemente tonto.

Pon tu energía en eso. Aprende de ello y comprométete a no volver a hacerlo nunca más. Perfecto. La vida es buena. Ahora sigue avanzando.

Hazlo hoy

Hay muchas cosas que nos prometemos a nosotros mismos pero que nunca hacemos realmente. Nos engañamos pensando que hemos adquirido un compromiso, pero no es cierto. ¿Te quedaste dormido hoy? Es porque no fuiste serio con el compromiso. Si hubieras tenido una gran oportunidad de negocios y hubieras tenido que despertarte a las 5 AM, ciertamente te habrías levantado.

Aplica esta idea a las grandes metas de la vida. Si no empiezas hoy, quizás nunca lo hagas. Incluso si no tienes el tiempo ahora, por lo menos escribe tus buenas ideas antes de que se pierdan para siempre. Ponlas en tu calendario. Eso te obligará a revisar tus prioridades periódicamente y te dará una segunda oportunidad para ponerte en acción. Porque la diferencia entre un sueño y una meta es tener un plazo.

Otra herramienta es preguntarte: “¿Qué me gustaría enseñarle a los demás? ¿Cómo podría hacerlo?” Ese es el proceso esencial de vivir. Articúlalo, enséñalo a los demás... y ponlo en práctica tú mismo.

Depende de ti

Hazte responsable de ti mismo. Como dicen nuestros sabios: “Si yo no estoy para mí mismo, ¿quién va a estar para mí?”.

Sabes que hay muchas cosas que te atraen. ¿Quieres felicidad, buena vida, grandeza, ser disciplinado, vivir en la realidad? Te atormenta el cerebro. ¡No te rindas! Si realmente crees en algo, ¡ve y lógralo!

Depende completamente de ti. Decide tomar el control de tu vida. Puedo hacerlo. Creo en mí. Voy a lograrlo. Nadie puede entrar en tu cerebro y vivir por ti. Nadie va a “hacerte” grandioso. Nadie puede detenerte y nadie puede ayudarte. Esa es tu responsabilidad.

Obviamente el juez final es Dios. Pero ese es Su dominio. Nosotros tenemos que hacer nuestro mejor esfuerzo.

La clave de la vida es decidir poner en práctica lo que sabes. ¿Vas a meramente sobrevivir o vas a tomar control de tu vida de acuerdo a ideales que tengan sentido?

Toma esa decisión ahora. Si no es ahora, ¿cuándo?

¿Por qué aprender para hacer es un camino a la sabiduría?

  • Todo el objetivo de la sabiduría es aplicarla a la vida.

  • No postergues el cambio para otro día.

  • Hablar es fácil. Actuar requiere de un compromiso.

  • No asumas que sólo porque lo estudiaste, lo aplicarás.

  • Tomar la decisión de crecer es utilizar tu libre albedrío, el poder esencial del ser humano.

  • Cada concepto en la Torá es una instrucción de vida. Aprende a aplicarlas.

  • Si te comprometes honestamente a cambiar, eso influenciará positivamente el resto de tu vida.

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