Cábala 19 – Historia de la Cábala (Parte 2)

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Los simbolismos de la cábala, que examinan las acciones de Dios a través de metáforas, nunca pueden llevar a la creación de imágenes, o a la sugerencia de que el Dios Único existe en fragmentos.

Nosotros hemos mostrado en un artículo previo de esta serie que en la Torá misma hay una clara (aunque disimulada) alusión a un entendimiento más profundo de Dios y de los caminos en que Él interactúa con el mundo.

Hay otros dos puntos importantes en la Torá misma, que se relacionan con el simbolismo y el lenguaje de la cábala.

El primer punto se encuentra en el Libro de Deuteronomio, en el discurso de despedida de Moshé, en donde él describe la revelación en Sinai:

“Dios les habló desde en medio de las llamas, el sonido de las palabras ustedes escucharon, pero no vieron ninguna imagen, solamente una voz”. (Deuteronomio 4:12)

“Y ustedes cuidarán mucho sus almas, ya que no vieron ninguna imagen en el día en que Dios les habló en Joreb, de en medio del fuego. No sea que se corrompan y hagan para ustedes una estatua de cualquier figura”. (Deuteronomio 4:15-16)

Estos dos versículos parecen referirse a una cuestión que surge de la revelación en Sinai, dado que la mayoría de la gente equipara “revelación” con alguna clase de “visión”. Sin embargo aquí hubo una revelación en donde la presencia de Dios fue sentida, Sus palabras fueron claramente comprendidas, y ninguna imagen fue contemplada, ninguna figura fue vista. Es una idea difícil, dado que nuestras mentes prefieren trabajar con imágenes más que con palabras y conceptos.

La mayoría de la gente equipara “revelación” con alguna clase de “visión” y aun así la Torá excluye claramente esta idea.

Este mandamiento en contra de asociar una corporeidad a Dios se extiende no solamente hacia una imagen rudimentaria de Dios, sino también a cualquier cosa que ubique a Dios dentro del marco de la psique o de la personalidad humana. Esto significa que cualquier tipo de estudio que describa las acciones de Dios debe estar desprovisto de cualquier sugerencia de que Dios “siente” o de que tiene emociones que lo inspiran. La Mishná declara esto con gran énfasis:

Él que reza [como un cantor, utilizando las palabras], “De la misma manera en que tú tienes piedad por un nido de pájaros, ten piedad por nosotros”, es destituido de su trabajo, porque ha descrito los atributos de Dios en términos de bondad, cuando en realidad son decretos. (Brajot 34a)

Maimónides señala que cuando Dios es descrito como “amable” o “piadoso”, estas palabras deben ser entendidas como metáforas:

Cuando hablamos de “las cualidades de Dios” no significa que Él tiene emociones, sino que Él ejecuta acciones que son similares a las que realiza una persona cuando actúa con una cierta emoción, pero no que Dios tiene emociones en sí mismo… Dado que para cada acción de Dios que nosotros llegamos a comprender, simplemente lo describimos con la palabra que describe la fuente para un acto así… Todas esas acciones son acciones que son similares a acciones hechas por humanos en base a emociones y cualidades personales, pero no es el caso cuando describimos a Dios. (La Guía de los Perplejos, I, 54)

De esta manera definimos un punto importante concerniente a la cábala o a cualquier otro estudio de lo Divino. A pesar del hecho de que describimos a Dios con metáforas físicas, no podemos permitir nunca que se conviertan en una imagen visual. Y aun si utilizamos metáforas personales como “piadoso”, “justo”, o “amable”, siempre deben ser interpretadas solamente como metáforas.

Estos términos son sólo una descripción de un patrón divino que se compara con la manera en la que nosotros actuaríamos si estuviésemos inclinados emocionalmente a actuar de esa manera. Pero Dios está absolutamente más allá de términos como “emoción” o “personalidad”.

La Unicidad de Dios

El segundo punto en la Torá que se relaciona con la cábala aparece en el más famoso de los versículos, el Shemá. A nosotros se nos ordena:

“Escucha, O Israel, Dios es nuestro Señor, Él es único”. (Deuteronomio 6:4)

El mandamiento es creer en la unicidad de Dios. Ahora bien, mientras que la creencia en la unicidad de Dios impide creer que hay muchos dioses, también impide creer que Dios está constituido por partes. Maimónides lo declara también:

Dios es uno. No dos o más de dos. Uno que es distinto a otra unicidad. No una unidad que consiste de partes, no una unidad corpórea que puede ser dividida en partes y componentes, sino una unidad que es diferente a cualquier otra unidad (Maimónides, Los Fundamentos de la Torá 1:7).

Este mandamiento presenta un problema para la habilidad de dividir las acciones de Dios en “componentes” como las diez sefirot. Este asunto fue traído muchas veces a través de los siglos como una crítica en contra de la cábala (y fue respondido), y es llamado “la fragmentación” de la unicidad de Dios en diez fragmentos.

La manera en que la cábala trata con el asunto es mejor descrita por el Malbim, un comentarista de la Torá del siglo 19, al explicar las palabras del profeta Ezequiel; el profeta dice:

“Como la imagen de un arco iris en un día lluvioso, así también era la imagen del brillo que lo rodeaba; era la imagen de la majestad de Dios”. (Ezequiel 1:28)

El Malbim explica: un rayo de luz es un solo color. Sin embargo, cuando se encuentra con un medio como el agua, la naturaleza del agua lo transforma en muchos colores. Así también, Dios es uno, un todo unificado. Nuestro entendimiento, de todos modos, es limitado, y debemos dividirlo en partes. Por ejemplo, un niño puede no entender que el padre que lo reprocha cuando camina por una autopista con mucho tráfico es el mismo padre que lo abraza, lo ama y le compra juguetes. Pero el adulto lo percibe como una emoción.

Así también, nosotros entendemos las acciones de Dios solamente cuando son examinadas por separado. Sin embargo, debemos entender que separar las acciones de Dios en diez o en cualquier otra cantidad es inadecuado, no es Su realidad. Él es unidad y unicidad completa.

Continuaremos en el próximo artículo, describiendo la cábala a través de las palabras de los profetas.

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