4 pasos para aprender a escuchar

5 min de lectura

El secreto para tener una mejor relación con la gente que te rodea.

Todos queremos tener una relación increíble con quienes nos rodean, y cada semana sale un nuevo libro éxito de ventas que asegura tener la última receta para obtenerlas. Afortunadamente el Zohar (1), la fuente primaria de la Cábala, nos enseñó hace mucho tiempo el verdadero secreto para generar una buena conexión: aprender a escuchar.

El Zohar nos revela que la acción de escuchar y la cualidad de la unidad están íntimamente relacionadas. Consideremos por un segundo la facultad de escuchar. Cada palabra pronunciada es escuchada una a una. Es sólo en la mente del oyente que las palabras se unen y se combinan adquiriendo un significado conjunto. Esta realidad física refleja una verdad espiritual: es a través de escuchar que las entidades separadas y diferentes se unen y forman una nueva realidad conjunta. El cómo escuchamos determina la calidad de nuestras relaciones.

Para experimentar una conexión profunda, debemos desarrollar nuestra habilidad de escuchar. Aquí hay cuatro fantásticos consejos que nos ayudarán a escuchar mejor y a elevar nuestras relaciones a un nuevo nivel:

1) Escucha con tus ojos. Mira a la otra persona cuando estén hablando. De acuerdo a un estudio que fue realizado por la Universidad de California, el 93% de nuestra comunicación va más allá de las palabras que decimos. El 38% está relacionado con la calidad de la voz —cosas como el tono y la inflexión—, y el 55% está relacionado con la comunicación no verbal, la fisiología con la cual hablamos. Esto significa que el impacto que causa la forma en que nos comunicamos físicamente es casi ocho veces más grande que las palabras que pronunciamos (que sólo alcanzan un 7%).

Todos hemos tenido la experiencia de hablar con alguien que no nos presta suficiente atención o que observa constantemente su teléfono. También hemos experimentado lo maravilloso que se siente cuando la persona con la que estamos realmente nos escucha y presta atención.

Recuerda la regla de oro de Hilel (2): No le hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti. La próxima vez que una persona nos hable, demostrémosle con nuestros ojos que lo que tiene para decir realmente nos importa, y aún más importante que eso, demostrémosle que es importante para nosotros.

2) Haz preguntas abiertas. Una pregunta abierta es el tipo de pregunta que invita a la otra persona a contar su historia, que la invita a responder con algo más que un “sí” o un “no”. Estas preguntas comienzan por lo general con las palabras “qué” o “cómo”, y crean un espacio para una respuesta más extensa. Estas preguntas le comunican a la otra persona lo siguiente: Estoy interesado en conocerte más profundamente, en crear una conexión.

Las preguntas cerradas tales como “¿Te gustó?” o “¿Estuvo bien?” limitan las respuestas. Encierran a la otra persona y la obligan a responder de manera concisa. A menudo eso es todo lo que el interlocutor desea y nosotros respondemos acordemente.

Cuando le damos a los demás el espacio necesario para compartir sus historias, eso los anima a ir un paso más allá con nosotros, a experimentar una conexión más profunda en la relación. Es increíble cuán poderoso puede llegar a ser esto en la construcción de una mejor relación.

3) Valida. Incluso cuando no estamos de acuerdo con lo que diga alguien podemos expresar nuestro desacuerdo de forma respetuosa hacia el otro y hacia su inteligencia. El libro de Proverbios enseña (9:8): “No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio y te amará”. El Shlá Hakadosh (1565-1630), un gran cabalista, explica que este versículo no se refiere a dos personas diferentes, sino a la misma persona. Él explica: “Cuando critiques a alguien, no lo ridiculices, ya que si lo haces entonces él te odiará. En lugar de eso, debes dirigirte a él como te dirigirías a una persona sabia, y entonces él te amará”. Expresar nuestra crítica de una forma que valide el valor del otro hace toda la diferencia.

4) Escucha de manera empática. Trata de ponerte en el lugar del otro y trata de entender realmente qué está pensando y sintiendo. Pregúntate a ti mismo, ¿que los llevó a estar en esa posición? ¿Quién es esta persona con la que estoy hablando? ¿De dónde viene? ¿Qué ha experimentado en su vida?

Muy a menudo pensamos que entendemos lo que el otro quiere decir sin conocer el panorama completo. Hillel expresó esto con la máxima: “No juzgues a tu amigo hasta que hayas estado en su lugar” (3). Hay muchos malentendidos que podrían evitarse si reflexionáramos sinceramente sobre de dónde viene el otro y si tomáramos más en consideración su punto de vista.

4 obstáculos para escuchar

Para elevar realmente el nivel de nuestras relaciones, también debemos entender cuáles son los cuatro enemigos que nos impiden escuchar apropiadamente y cómo combatirlos. Ellos son:

  1. Demasiado ocupado como para escuchar. Hoy en día estamos más ocupados que nunca y constantemente nos vemos realizando varias tareas de forma simultánea. Hay mensajes que responder, reuniones que hacer y plazos que cumplir. Como resultado, cualquier cosa que no parezca urgente queda relegada al asiento trasero. Lamentablemente, escuchar de manera significativa a la gente que nos rodea suele caer en esa categoría. El problema con este modelo es que “no escuchar” en general se traduce en “no entender”. Y al final, esto termina costando mucho más en el trabajo y en el hogar, tanto en términos de tiempo como de dinero, que si hubiéramos invertido el tiempo desde un principio en escuchar con atención. Por lo tanto, sé un inversor inteligente e invierte en escuchar con atención desde el principio. Los dividendos sobrepasarán tus expectativas.

  1. Sacar conclusiones apresuradas. Es natural sacar conclusiones apresuradas sobre a qué se refiere el otro sin comprender realmente lo que dijo. A menudo esto nos puede llevar —incluso si tenemos la mejor de las intenciones— en la dirección equivocada. Como una regla general, es útil pedir una aclaración siempre que algo se preste para confusión. Este pequeño paso puede ayudarnos de gran manera a mejorar nuestra eficacia interpersonal.

  1. No estar consciente. A menudo subestimamos la diferencia que puede hacer el hecho de escuchar de forma adecuada. Si tomamos en cuenta nuestra propia experiencia sobre lo bien que se siente que te escuchen y te presten atención y lo mal que se siente que no lo hagan, entonces podremos apreciar lo importante que puede llegar a ser esto también para otras personas. Y estar conscientes de esto nos motivará a estar “presentes” mientras nos hablan, lo cual a su vez animará a nuestros interlocutores.

  1. Ensayar nuestras líneas. ¿Cuántas veces hemos ensayado en nuestras mentes lo que vamos a decir a continuación de lo que la otra persona está diciendo? Maimónides enseña que es imposible mantener dos pensamientos en nuestra mente de forma simultánea. Por lo tanto, cuando estamos ensayando nuestras líneas, inevitablemente estamos perdiendo parcial o totalmente lo que la otra persona está diciendo. Debemos entender que nuestra respuesta será mucho más acertada si entendemos lo que está diciendo el otro. Un beneficio tangible de esto es que la otra persona estará mucho más interesada en escuchar lo que tenemos para decir una vez que se sienta escuchada.

Saber escuchar es el punto central de la conexión. Cuando escuchamos atentamente, con nuestros ojos, con nuestros oídos y con nuestras palabras, esto le comunica al otro cuánto nos importa y abre un canal para que se genere una profunda conexión. Comprométete a escuchar con amor y disfruta ahora mismo de mejores relaciones.


(1) Zohar I, 18b, sobre el versículo “Escucha Oh Israel, Hashem es nuestro Dios, Hashem es uno” (Deuteronomio 6:4).

(2) Shabat 31a.

(3) Pirkei Avot, Cap. 2, Mishná 5.

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