Cómo mejorar tu inteligencia emocional

4 min de lectura

5 factores críticos para la inteligencia emocional.

¿Mantienes la calma en situaciones difíciles? ¿Eres capaz de manejar conflictos sin perder el control? La inteligencia emocional, la habilidad de entender y manejar emociones, es crítica para manejar situaciones sociales incómodas, resolver discusiones y relacionarse exitosamente con los miembros de la familia o los compañeros de trabajo.

De acuerdo con el psicólogo Daniel Goleman, hay cinco factores críticos para tener inteligencia emocional:

1. Conciencia de uno mismo

Es crucial ser capaz de reconocer tus propias emociones y el efecto que tus acciones y estados anímicos tienen en otras personas.

Para tener más consciencia de ti mismo, debes estar dispuesto a identificar tus emociones y la conducta resultante. ¿Cómo impactan tus sentimientos a las personas que te rodean?

2. Autorregulación

El siguiente paso es ser capaz de manejar tus emociones. No es suficiente con reconocer los sentimientos, ahora tienes que entender cómo controlarte. Saber cuándo y cómo expresar los diversos sentimientos que experimentas. Enojo, tristeza, duelo, decepción, preocupación… No niegues tus sentimientos, pero aprende cuándo y cómo expresarte de forma efectiva.

3. Habilidades sociales

Ir más allá de entender y manejar las emociones te lleva al siguiente nivel. Toma las emociones que hayas identificado y construye puentes con las personas en tu vida. Usamos el lenguaje corporal y las palabras, la comunicación verbal y no verbal para crear una buena relación en el hogar, en el trabajo y en los escenarios sociales.

4. Empatía

La compasión y la habilidad de entender las emociones de los demás son elementos cruciales para la inteligencia emocional. Después de reconocer las emociones viene la habilidad de saber cómo responder en diferentes situaciones. Cuando estás ante un niño desconsolado o si tu pareja está apesadumbrada, ¿qué debes hacer?

¿Simplemente ignorarlo? ¿Sabes qué hacer para aliviar su carga? ¿Tienes al menos una idea de lo que la otra persona está pasando? ¿Cómo reaccionas ante las personas y las situaciones? ¿Sabes cuándo ser más sensible? ¿Puedes interpretar dinámicas basadas en inseguridades?

5. Motivación

Estar motivado te lleva más allá de lo externo, más allá del dinero y la fama como una recompensa. En cambio, uno es apasionado respecto a su misión de vida, su visión y sus metas. La realización personal surge de lo interior.

La inteligencia emocional te permite ir por la vida con un deseo de hacer mejor las cosas, de ser mejor y vivir mejor.

Señales de baja inteligencia emocional

¿Cómo sabemos si estamos en la parte baja en inteligencia emocional? ¿Hay una forma de reconocer si nosotros, o las personas en nuestras vidas, necesitan una transformación?

Aquí hay algunas señales de baja inteligencia emocional:

Peleas. Discutir y meterse constante en conflictos o peleas suele ser el resultado de la lucha que viene con una baja inteligencia emocional.

Entender mal los sentimientos. No darse cuenta de que alguien está molesto o enojado, malinterpretar la irritación e ignorar las emociones de otras personas.

Culpar a los demás. Cuando hay un problema, las personas con baja inteligencia emocional culpan a otros. Siempre es la culpa de otra persona o nunca nadie los entiende.

Evitar los efectos emocionales. Cuando la temperatura sube demasiado, en vez de enfrentar la situación esta persona se aleja o cubre sus emociones, por lo que es difícil encontrar una solución.

Falta de conexión emocional. Empatía, comprensión, compasión, calidez y apreciación, todo esto contribuye a formar una relación.

¿Qué podemos hacer?

La realidad es que la mayoría heriremos y seremos heridos en la vida. Al fortalecer la inteligencia emocional mejoramos nuestra vida y nos ayuda a evitar ciertos desastres en los que nos podemos llegar a encontrar.

Reconoce las emociones de otros y demuestra empatía

Es fácil pensar que una esposa es demasiado sensible o que un esposo es demasiado silencioso. ¿Quién recuerda lo que es ser un niño a quien sus hermanos o sus compañeros de clase lo molestan constantemente? ¿Qué pasa con el empleado que está agobiado de trabajo y le piden que se quede hasta más tarde una y otra vez?

El judaísmo nos enseña a no juzgar a otros a menos que estemos parados en su lugar. Acostúmbrate a pensar un momento antes de reaccionar. Pregúntate: ¿Qué siente esa persona? ¿Qué es lo que está experimentando? Tanto al relacionarnos con un niño como con un adulto, tenemos la responsabilidad de pararnos en sus zapatos. ¿Qué se siente al pasar un largo día en la escuela y sentirse excluido? ¿Cómo se siente invertir horas en el trabajo y a pesar de eso no sentirse exitoso? ¿Qué emociones surgen cuando la vida en el hogar está llena de enormes desafíos?

Lo mejor es comenzar a trabajar puliendo nuestras habilidades emocionales. Las personas que nos rodean reflejan nuestra conducta. Cuando transmitimos empatía y comprensión, creamos relaciones más sanas.

Empatía no significa estar siempre de acuerdo. Significa que reconocemos los sentimientos de los demás. Mostramos que valoramos a las personas y reconocemos sus emociones y necesidades.

Responder adecuadamente a los sentimientos

Nuestros Sabios enseñan que “las palabras del sabio son escuchadas con gentileza”. Ten consciencia de cómo actúas y reaccionas. Es importante prestar atención al tono de voz y al lenguaje corporal. ¿Transmites un mensaje positivo? ¿Alivias tu estrés gritándole a otra persona o al no escucharla?

Piensa en la forma en que saludas a tu pareja/hijos después de un día difícil. ¿Das un portazo? ¿Es difícil hablar contigo? ¿Pareces estar distraído y no interesado en los pensamientos de tu familia o de tus compañeros de trabajo? Cuando enfrentas una situación difícil en el trabajo ¿te desquitas con los demás?

Las personas que nos rodean responden a nuestras señales emocionales. Los brazos cruzados, los ojos duros y las palabras agudas crean una barrera. Entiende que con tu conducta afectas a los demás. Es mejor decir: “tengo un día difícil y necesito un poco de tiempo” antes que descargar tu estrés en otros que se desconciertan por tu conducta. Pregúntate honestamente: ¿estoy demasiado enojado? ¿Hipersensible? ¿Reacciono de forma excesiva?

Eliminar las distracciones

A menudo usamos nuestros teléfonos o el trabajo para escapar de nuestros sentimientos. Revisamos emails, mensajes de texto o nos perdemos en las redes sociales en vez de enfrentar lo que sea que estamos experimentando. Vivimos en piloto automático. Apenas subimos al auto, empezamos a hablar por teléfono. Mientras esperamos que comience una reunión, revisamos nuestros emails. Usamos la tecnología para evitar la incomodidad. Hemos perdido el arte del contacto visual, de compartir y de conversar. Nuestros hogares y nuestros espacios de trabajo se ven afectados.

Ayúdate a tomar mayor consciencia. Desconéctate de tu teléfono y confróntate a ti mismo. ¿Qué sientes ahora? Está bien decir "tengo miedo", "estoy ansioso", "estoy preocupado". Es mejor reconocer tus sentimientos, incluso si son incomodos, que sumergirse en tu teléfono. No puedes controlar tus sentimientos si no tienes idea de lo que realmente sientes.

En el momento en que comenzamos a prestar atención a nuestra inteligencia emocional, comenzamos a transformar nuestra vida. Creamos un mejor diálogo, ganamos entendimiento y emitimos empatía. Crecen nuestra autoestima y confianza. Procesamos nuestras emociones y las emociones de quienes nos rodean.

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