Cuatro lecciones de Tom Brady

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El mejor de todos los tiempos puede enseñarnos un par de cosas respecto a lo que hace falta para superar las expectativas y lograr un éxito inimaginable.

Si buscas en Google "GOAT – Greatest of All Time" (el mejor de todas las épocas), Tom Brady aparecerá más que cualquier otro. Más que Michael Jordan, Mohamad Ali, Serena Williams o Wayne Gretzky, todos grandes por propio derecho.

Brady participará en el Super Bowl por décima vez (nunca nadie estuvo ni siquiera cerca de esto) y tiene la oportunidad de ganar por séptima vez un anillo del Super Bowl. Aquí hay cuatro lecciones que podemos aprender del más grande entre los grandes.

Aprender a adaptarse. Después de pasar 20 años con el equipo New England Patriots, por primera vez en su carrera Brady juega en un equipo diferente, los Tampa Bay Buccaneers. Brady personifica la verdad respecto a que si eres bueno en algo y tienes la flexibilidad necesaria para adaptarte, no importa en dónde te encuentres.

Aquí hay un hombre con un equipo diferente, una línea delantera diferente paran protegerlo, diferentes receptores, diferentes corredores y diferentes condiciones de juego (el calor de Tampa versus el frío congelado de New England), pero de todos modos sigue teniendo éxito. De alguna manera, todos esos cambios no le impidieron volver a llegar a la cima.

A menudo, atribuimos nuestra falta de éxito al hecho de estar en un ambiente al que no estamos acostumbrados. O culpamos a factores externos por nuestra incapacidad de lograr lo que deseamos.

Brady tenía todas las excusas del mundo para no llegar al Super Bowl, especialmente el hecho de no tener a su entrenador Bill Belichik, pero él no acudió a las excusas. Lo que hizo fue continuar con su liderazgo y sus habilidades en un escenario y en un equipo completamente diferentes. Él trabajó con un nuevo grupo de compañeros para producir el mismo resultado: ganar.

Equilibrio. Al observar el campeonato de la NFC entre los Green Bay Packers y Tampa, me sorprendió la calma y la tranquilidad de Brady. Él permanece parado completamente compuesto. Sus pases perfectos flotan por el aire como si para realizarlos no hiciera falta ningún esfuerzo.

El Talmud dice: "Cuando alguien intenta forzar al tiempo, el tiempo lo obliga. Pero cuando alguien se rinde al tiempo, el tiempo se detiene para él". ¿Alguna vez prestaste atención cuán cierto es esto con las grandes figuras del deporte? Ellos no parecen operar a un paso más rápido que los demás, sino más lento. Brady, Gretzky, Federer, siempre se los ve muy serenos y sus movimientos son uniformes, agraciados y elegantes.

También experimentamos esto cuando entramos en la "zona" y alcanzamos un estado de flujo en el cual el tiempo parece detenerse. Todo se vuelve más lento cuando no obligamos al tiempo sino que "vivimos en el momento".

La familia. Algunas personas muy exitosas obtienen grandes logros a costas de no tener una vida personal ni familiar. A menudo sacrifican a sus familias en el altar para salir adelante en su campo. Pero no es así en el caso de Brady.

Después de pasar varios días con Tom Brady en las Bahamas, Ben Court escribió en la revista Men's Health: "Él será el primero en decirte que en este momento no hay más ni menos en esta realidad que el fútbol americano y su familia. Cuando Brady habla sobre su familia, lo cual hace fácilmente y sin necesidad de alentarlo, cobra vida, mueve sus largos brazos y se ríe al descubrir cómo cada uno de sus hijos lo deleita".

El judaísmo siempre reconoció que la institución más importante para el bienestar de la sociedad es la familia. Tenemos mecanismos para ayudarnos a evitar caer en la trampa de olvidar la familia en beneficio de la carrera. El Shabat, las festividades judías y los eventos del ciclo de vida aseguran que no perdamos de vista la importancia de nuestros seres queridos.

Brady no hace Kidush cada semana, pero tal vez su antiguo jefe, Robert Kraftm le transmitió este principio básico del judaísmo.

Y finalmente…

Nunca dejes de creer en ti mismo, o en otros. ¿Suena a cliché? Tal vez, pero por cierto es verdad en el caso de Brady. Brady no nació en la grandeza, se la ganó. Fue eliminado del equipo que representaba a su escuela secundaria, tuvo que luchar para poder jugar en la universidad y, en la selección, eligieron a otros 198 jugadores antes que a él, seis de ellos mariscales de campo. (Esos otros seis equipos se patean a sí mismos hasta el día de hoy). Tuvo muchas oportundiades para deprimirse o sentir lástima por sí mismo y abandonar todo. Pero no lo hizo.

A una edad en la que la mayoría se retira y cuelga su uniforme, Brady no hizo caso a los detractores que dijeron que ya era hora de que se fuera. Todo eso lo llevó a su décimo juego en el Super Bowl.

Pirkei Avot dice: "No menosprecies a nadie, porque todos tienen su hora". Todos tienen su momento, sólo que para algunos llega más tarde, y por lo general cuando nadie más les presta atención.

Así es como el desvalido, el ignorado, la oveja negra, a menudo se convierten en héroes y ganadores y ocupan la escena central. Si el tranquilo, sereno y discreto Tom Brady pudo convertirse en el mejor de todas las épocas, también nosotros podemos lograrlo. Al incorporar los mismos principios de vida, también nosotros podemos mantener nuestro trofeo en alto cuando Dios nos ayuda a tener éxito.

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