Dar y recibir

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No puedo dar si no sé lo que los demás necesitan, incluso si quiero hacerlo. ¿Acaso eso significa que no soy una persona bondadosa?

Nunca olvidaré el paquete que me envió una amiga cuando estaba en el hospital, después de mi tercer parto por cesárea. La abundancia y variedad de bocadillos saludables que me envió me salvaron cuando el personal del hospital no pudo encontrar la comida kósher que afirmaban tener. Me asombró que mi amiga hubiera pensado en enviarme ese regalo. Esta era mi tercera cesárea (no la primera), ¡y no tenía idea que eso era algo que necesitaba!

Por mucho que me gustaría ser una amiga como ella, capaz de intuir lo que los demás necesitan y brindarlo, no me sale. Cuando una amiga tiene un bebé, pasa por un divorcio, tiene dificultades con sus citas o se torció un tobillo, quiero ayudar, pero no soy la que se presenta sin previo aviso llevando una olla con comida. Incluso hacer una llamada telefónica puede resultarme difícil. (¿Qué pasa si finalmente pudo dormirse? ¿Quizás le molesta que la sigan llamando para consolarla?). Me encanta cuando la gente hace listas ordenadas de regalos o listas para enviar comida. Me paralizo sin eso. Necesito que me pidan lo que necesitan. De lo contrario no sé dar, aunque desee hacerlo.

¿Acaso eso significa que no soy una persona bondadosa?

Durante muchos años esto me preocupó, especialmente cuando veo a otras amigas que saben hacer esto de "ayudar" mucho mejor que yo.

Pero la historia de Rivká, nuestra matriarca, me dio una respuesta.

¿Por qué no buscar a la joven que le ofreciera agua sin que se lo pidieran?

Eliézer, el siervo de Abraham, fue enviado a buscar una esposa para el hijo de su amo. Él planeo una prueba para identificar a la joven perfecta: "La joven a quien yo diga: 'Por favor, inclina tu cántaro para que yo beba', y ella responda: 'Bebe tú, y también a tus camellos daré de beber', que ella sea la que Tú has aprobado para Tu siervo, para Itzjak" (Génesis 24:14). Cuando Rivká llegó al lado del pozo, la escena se desarrolló tal como él esperaba, hasta el más mínimo detalle. Eliézer le pidió agua y ella corrió a darle a él y a sus camellos.

Ahora bien, si la razón de la prueba era encontrar alguien que se destacara por su bondad, ¿por qué Eliézer tenía que pedirle que le diera agua? ¿Por qué no buscar una joven que al ver a un extraño que obviamente venía viajando le ofreciera agua sin que se lo pidieran?

Creo que la respuesta es simple: no podemos esperar que la gente nos lea el pensamiento. A veces necesitamos hablar y pedir, y el hecho de que tengamos que pedir no disminuye en absoluto la bondad o la preocupación de quien responde a nuestro pedido. Si no te ofrezco traerte algo del supermercado, no es porque no desee hacerlo, simplemente no me di cuenta que necesitas algo. La medida que define el jésed, la 'bondad', no es si la persona pensó en hacer algo bueno, sino cómo responde cuando se lo piden.

La clase de persona bondadosa y amable que Eliezer quería encontrar era aquella que una vez que sabe que hay una necesidad, responde hasta el final. Rivká no necesitó intuir una necesidad para ser esa persona amable. Simplemente tuvo que responder con plenitud y alegría cuando se lo pidieran.

La Torá no sólo nos enseña a imitar a Rivká sino también a Eliézer.

Pedir ayuda puede ser difícil, pero quizás sería más sencillo si comprendiéramos que de hecho eso también es una bondad. Yo soy muy buena para pedirle ayuda a mi esposo y él es maravilloso brindándome esa ayuda, pero me siento frustrada cuando él no comparte sus propias necesidades, porque entonces no sé cómo puedo ayudarlo. Aunque guardarse para uno mismo las propias necesidades puede parecer un acto de extremo altruismo y bondad, eso puede negarle a la otra persona la oportunidad de ser bondadosa.

¿Cuántas veces oímos que hay gente que siente que su comunidad no se ocupó de ellas en sus momentos de necesidad? Incluso hay personas que llegaron a rechazar a sus comunidades cuando quizás simplemente nadie se dio cuenta de su necesidad.

Es posible que evitemos pedir ayuda porque nos gustaría ser los que ayudan, los abnegados que no piden nada a los demás. O simplemente porque no queremos parecer necesitados, hay muchas razones. Pero debemos recordar que 'pedir' también es 'dar'. Es dar a los demás la oportunidad de ayudar, de hacer una mitzvá, de manifestar su amor, de transformarse en las personas que realmente desean ser, si tan sólo supieran cómo hacerlo.

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