Disciplina: la cualidad que te lleva a todas partes

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Si no conoces tus fortalezas, no conoces tus herramientas.

Aprendemos a ser disciplinados y perseverantes de nosotros mismos, el pueblo judío.

Tenemos una "licenciatura en esfuerzo y confianza", un "magíster en desafíos y adversidades" y un "doctorado en perseverancia".

Cuando se trata de sufrimiento y obstáculos no hay como el pueblo judío, pero tampoco hay quién como el pueblo judío cuando se trata de metas, objetivos, aspiraciones y logros.

Fuimos esclavos en Egipto, perseguidos por los griegos, los romanos, masacrados durante progromos y persecuciones, asesinados en ataques terroristas, pero aquí estamos, aquí seguimos, mirando hacia adelante, trabajando, mejorando, creciendo, creyendo que todo lo que Hashem nos manda es para bien, y que al final todo estará bien y que el esquema divino de Dios es el único que necesitamos para nuestro crecimiento y elevación espiritual y personal.

Ser judío implica conocer y enfrentar obstáculos, desafíos, pruebas, dificultades, pero ser judío también implica conocer lo que es la confianza plena, el trabajo, el esfuerzo y el orgullo de nuestra identidad.

Dios nos regala a cada uno de nosotros talentos únicos, habilidades, potencial, y a veces ni nos damos cuenta de que tenemos toda esa artillería poderosa bajo la manga. Lo único que necesitamos es trabajar incansablemente en nosotros mismos para descubrir todos esos regalos que sin la perseverancia y disciplina no se podrían sacar a la luz.

Es muy difícil alcanzar el éxito sin la cultura del esfuerzo, la disciplina. La distancia entre sueños y realidad se llama perseverancia.

El Rey Shlomó, el hombre más sabio de la historia, dijo: "¿Quién es el justo? El que 7 veces se cae y 7 veces se levanta".

¿Por qué 7?

Porque todos los días de la semana, de lunes a domingo nos caemos, nos equivocamos, nos frustramos, fallamos, pero lo importante es que cada vez que nos caemos debemos "levantar algo del piso" con nosotros, es decir aprender algo nuevo y ponerlo en práctica.

Si a veces no te sientes confundido, abatido, presionado, e incluso fracasado entonces no estás creciendo. Pero fracaso no es lo opuesto al éxito, sino parte de él.

Detrás de un año de éxito, hay muchos años de intento, de esfuerzo, de hábitos, de constancia. Muchos lo llaman suerte, pero es constancia, lo llaman casualidad pero es disciplina, lo llaman genética pero es sacrificio. Que lo llamen como gusten, en el intertanto, tú sigue trabajando con perseverancia para seguir construyendo tu destino, porque el destino no es sólo lo que te va a pasar, sino también lo que tu quieres que te pase.

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