El milagro de la aceptación: 8 afirmaciones para liberar la energía negativa

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La aceptación puede ser una respuesta poderosa y proactiva ante el dolor de las circunstancias difíciles que (todavía) no han cambiado.

Todos hemos escuchado inspiradoras historias milagrosas sobre alguien que se recuperó de una enfermedad, que encontró a su alma gemela de forma fortuita o que consiguió un trabajo entre otros miles de postulantes. Pero mientras lucho por vivir con aspiraciones no cumplidas, cada vez resuena más en mí el "milagro de la aceptación".

Yo solía pensar que la aceptación era una especie de "premio de consuelo espiritual": no recibir lo que realmente uno quiere, pero tener una especie de plan B para minimizar la desilusión. Sin embargo, llegué a creer que la aceptación puede ser una respuesta poderosa y proactiva al dolor de las circunstancias difíciles que (todavía) no han cambiado. La aceptación me permite liberar energía negativa y crear el espacio para un entorno de vida positivo.

La energía negativa puede incluir una necesidad obsesiva de controlar todos los aspectos de la situación; el no poder sentir gratitud por las bendiciones que uno tiene, ensimismamiento e ignorar las necesidades de otras personas que forman parte de mi vida, concentrarme constantemente en la culpa y el enojo contra mí mismo y contra los demás y rechazar cualquier futura relación con Dios por considerar que eso permite/causa mi sufrimiento.

Con la aceptación, aún tengo que enfrentar la situación, pero es mucho más liviana cuando me libero de la "carga" negativa. Ahora estoy libre para enfocarme en las acciones que puedo controlar, lo que me permite relacionarme abiertamente con quienes me rodean y tratarme a mí mismo con compasión. También puedo desarrollar una relación honesta con Dios, buscar consuelo y significado para enfrentar las expectativas no cumplidas. También me ayuda a encontrar bendiciones "ocultas" y nuevas oportunidades que pueden surgir de la misma circunstancia difícil.

Por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo, pero no es un proceso de todo o nada. La aceptación puede verse como un continuum en el cual incluso pequeños cambios de perspectiva pueden llevar a una transformación positiva del mundo interior. Con este espíritu, ofrezco estas ocho afirmaciones. No están destinadas a reemplazar los milagros más tangibles que pedimos en esta época del año. Más bien, pueden ser la otra cara de la moneda en la que reconocemos que la aceptación tiene su propio valor inherente.

1. La aceptación puede brindar felicidad y paz mental

Durante toda la semana esperé ir con mis amigos a mi restaurante kasher favorito, en particular porque su pizza artesanal es increíble. Pero cuando llegamos, no tenían pizza. Me sentí desilusionado y molesto por haber esperado tanto algo que no había disponible. Si puedo aceptar esta situación, puedo considerar mis otras opciones (¿pasta primavera?), disfrutar esa alternativa y de todos modos pasar un buen momento.

¿Pero qué pasa si no puedo aceptarlo? Me siento irritado e incluso estafado. Me pregunto por qué el restaurante me puso en esa situación. Frustrado, pido lo primero que veo en el menú. Como rápidamente y me sigo sintiendo molesto por no haber podido comer la pizza que tanto esperaba.

Sí, es un ejemplo trivial y la aceptación es mucho más difícil cuando lo que está en juego tiene consecuencias más reales y serias: que nos nieguen un aumento de salario que necesitábamos para pagar una hipoteca; una relación que tardó años en desarrollarse y que atraviesa un período muy difícil; un hijo que necesita recuperarse de una adicción. Sin embargo, en cierto sentido, la dinámica es la misma. Para cualquier problema que enfrentemos, el paradigma anterior puede ayudarnos a lograr la felicidad y la paz mental que deseamos sin que para que eso ocurra sea necesario que primero cambien las circunstancias.

2. Puedo enfocarme en la aceptación sin ceder a mi objetivo

Una reacción inicial de aceptación puede ser: "No me hablen de aceptación. ¡No voy a ceder a lo que quiero sin importar cuánto tiempo sea necesario!". Pero aceptación no implica ceder a los objetivos. Sólo implica que, en este momento en el tiempo, reconozco la realidad en la que estoy, y tengo la paz mental que puede darme claridad respecto a cómo debo proceder. En ese sentido, la aceptación no es ceder a un objetivo, sino que es parte del proceso de alcanzarlo o decidir dejarlo ir. En un estado de inquietud, una voz puede gritar: "No te quedes ahí sentado. ¡Haz algo!". Pero a veces un camino más claro hacia la verdad puede comenzar diciendo: "¡No hagas nada! Sólo quédate sentado".

3. Dios controla los resultados

Es cierto: Dios ayuda a quienes se ayudan a sí mismos. Pero esa no es una garantía de que obtendré el resultado que deseo. Sin importar cuán valioso sea el objetivo, estoy limitado por mi propio entendimiento de lo que es mejor para mí en este momento. Dios tiene un entendimiento perfecto de lo que necesito ahora y en el futuro, y puede ser que eso no incluya lograr lo que yo deseo. Puede que no me guste, pero puedo aceptar que a pesar de todo lo que me resisto a ello, Dios sigue dirigiendo el mundo.

4. Mi esfuerzo siempre importa

Puedo ir a decenas de entrevistas de de trabajo, pasar horas preparándome para cada una, y seguir sin trabajo. En esos casos, puede ser muy tentador considerar que el tiempo invertido fue una pérdida y concentrarse en los resultados fallidos. Sin embargo, Dios es consciente de lo que hago para lograr mi visión, y si lo hago con la intención correcta, ese esfuerzo es muy valorado. Se lo puede usar para ayudar a otra persona en una situación similar o para beneficiar a un hijo o a un nieto en el futuro. También puede ser que en lugar de que Dios impida que logre mi objetivo, Él simplemente lo está deteniendo hasta que llegue el momento adecuado para concretarlo.

5. Un sueño no cumplido puede protegerme de un daño o llevarme a algo mejor

Hay historias de personas que se sintieron muy mal por no obtener un trabajo, y sólo después recordaron que la oficina de esa empresa estaba en las Torres Gemelas el 11 de setiembre. Un compromiso roto puede parecer el fin del mundo en el momento, sólo para verlo como una bendición cuando luego tiene lugar una relación mucho mejor que la que se perdió. Además, aceptar que Dios tiene un plan para mí, incluso si no es el que yo quiero, puede ayudarme a tomar consciencia y encontrar el significado del lugar en el que estoy en este momento.

6. Mi propia desilusión puede permitirme empatizar y consolar a otros

Ya sea un miembro de la familia, un amigo, o un extraño que encuentro en el aeropuerto, alguien puede contarme una situación difícil que está atravesando. Incluso si mi propia dificultad no es la misma, puedo relacionarme con su sufrimiento. Al hacerlo, mi propio dolor puede ayudarme a ofrecer un nivel de empatía y compasión que no podría brindarle de otra forma. Esto es particularmente cierto en los grupos de apoyo, donde cada miembro recibe fuerza de los demás en una forma que incluso la persona con mejores intenciones no podría hacerlo.

7. Mientras más tiempo lleve llegar a mi objetivo, mayores serán mi valoración y mi gratitud

Cuando sigo una visión, por lo general quiero que suceda lo más pronto posible. Cuando eso no ocurre, con cada día (o semana o año) que pasa, aumenta mi anticipación e invierto más trabajo. Cuando con ayuda de Dios logro mi objetivo, mi satisfacción es más intensa y gratificante.

8. Puedo tener una relación más personal con Dios

Nuestros Sabios compusieron significativas plegarias de gran valor, y yo trato de conectarme con Dios a través de ellas. Pero además de esas palabras, puedo tener una relación más personal con Dios en cualquier momento y lugar. A veces, mi plegaria más auténtica surge cuando llego tarde a una reunión importante y le suplico a Dios que me ayude a llegar a tiempo. Puedo decir una plegaria para tener salud cientos de veces al año en los servicios de plegarias, pero mi intensidad y pasión se eleva de forma exponencial cuando espero los resultados de un test que puede determinar si tengo una grave condición médica. Puede ser que no me gusten las situaciones estresantes (¿a quién le gustan?), pero si puedo dejar de preocuparme en demasía y de tratar de controlar las cosas, aceptarlas me permite conectarme con Dios en un nivel más profundo.

Los milagros visibles, como que el aceite arda ocho noches en vez de una, son bellos e inspiradores Aceptar con tranquilidad el plan que Dios tiene para nosotros es otra forma poderosa de conectarnos con Él.

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