Crecimiento personal
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Las cosas “no te pasan a ti”, sino que “pasan PARA ti”.
¡Hola, querido amigo!
Quiero contarte algo que me ocurrió.
Me robaron la bicicleta.
Mi nueva bicicleta de triatlón, que había comprado un par de meses antes.
La bicicleta que me costó varios miles de dólares, dinero que había ahorrado trabajando duro.
La había asegurado en el portabicicletas de la parte trasera de mi auto, que estaba estacionado frente a una escuela secundaria. Durante la hora que pasé jugando al básquetbol en el gimnasio, alguien cortó el candado y robó mi bicicleta.
¿Por qué me tuvo que pasar esto?
Al observar incrédulo mi auto, me sentí horrible. No podía creer lo que había pasado y comenzaron a inundarme pensamientos negativos…
Antes de permitir que esos pensamientos adquirieran una velocidad peligrosa, logré detenerme.
Yo creo firmemente que las cosas “no te pasan a ti”, sino que “pasan PARA ti”. Es una creencia sobre la que trabajé mucho para incorporarla a mi perspectiva del mundo: focalizarme en abandonar conscientemente viejos patrones de pensamiento, afirmar nuevos patrones y dedicar mi tiempo a la gratitud y la reflexión. Cada evento aparentemente malo que me ocurrió en la vida, siempre tuvo una cubierta brillante. No sólo había logrado volverme bueno en encontrar lo positivo, sino que se había convertido en un hábito.
¿Por qué? Porque en todo lo que ocurre y que a primera vista parece negativo, SIEMPRE hay un punto de sabiduría, una gema de oro, una oportunidad para crecer, un desafío a enfrentar, un sufrimiento a superar, una razón para confiar en el proceso. Una oportunidad para practicar una frecuencia superior, un cambio de marco, una perspectiva más elevada.
Por eso, mientras estaba parado en la oscuridad observando el cable cortado y el portabicicletas vacío, el nudo de mi estómago comenzó a disolverse. No tenía sentido insistir en ello, la bicicleta había desparecido… estaba fuera de mi control. Lo que estaba en mi control era la manera en que yo me sentía sobre la situación y los pensamientos que tenía que dictaminaban mis sentimientos. ¿Cómo podía responder a ese evento de una manera que en verdad me ayudara a sentirme bien? Justo en ese momento, se disparó la pistola que anunciaba el comienzo de una nueva carrera.
Ahora vamos a comenzar nuevamente este artículo, pero con un cambio de perspectiva.
¡Hola querido amigo!
Quiero contarte algo que me ocurrió.
Me robaron la bicicleta.
¿Por qué me tuvo que pasar esto?
Bueno, por ESO pasó.
Como dijo Abe Lincoln: “Podemos quejarnos porque los rosales tienen espinas, o podemos disfrutar porque los arbustos espinosos tienen rosas”.
Con cada cosa que pasa simplemente hay dos formas de verla. Yo elijo ver la belleza de las rosas brotando en medio de las espinas. Escojo ver y CREER profundamente que el hecho de que me robaran la bicicleta me salvó la vida y quizás también la vida de otra persona. Elijo preguntarme a mí mismo: “¿Por qué me pasó esto?” y encontrar en eso un propósito, el significado, el aprendizaje. La vida es mi maestro y yo soy un estudiante apasionado, ansioso, al borde de mi silla esperando la próxima lección (si sólo hubiera sido así en la escuela…). El vaso no está medio lleno o medio vacío. El vaso siempre está completamente lleno, incluso si está lleno de aire 😉
Te desafío a tomarte un momento para reflexionar. ¿Te pasó algo que pareció ser malo pero en verdad llevó a algo bueno? ¿Fue una coincidencia que llevara a algo bello o significativo?
Sale y siente el perfume de esas bellas rosas
Con amor,
Joshua
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