Descubrir tu yo verdadero

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Eres una obra maestra cubierta en piedra. Tu tarea en este mundo es descubrir tu propio ser.

Le preguntaron a Miguel Ángel: "¿Cómo eres capaz de crear esculturas y obras de arte tan maravillosas? ¿Cómo puede surgir algo tan ingenioso e innovativo de las manos de un ser mortal?"

Miguel Ángel respondió: "Antes de que yo comience mi trabajo, la escultura ya está completa dentro del bloque de mármol. Mi trabajo simplemente es descubrirla y luego remover con mi cincel el material superfluo".

El potencial ya existe debajo de la superficie. La tarea del artista es descubrir aquello que está oculto en el interior; transformar lo oculto en algo revelado.

La historia de tu creación

Esta idea se conecta con una profunda verdad del pensamiento judío. Al igual que Adam, el primer hombre, cada uno tiene su propia historia de creación. El Talmud (Nidá 30b) explica que cuando eras un feto, estabas en un estado de perfección y trascendencia y un ángel te enseñó toda la Torá. En ese momento viste la realidad con absoluta claridad. Pero antes de que nacieras, ese ángel te dio un golpecito en la boca y provocó que olvidaras todo lo que habías aprendido.

Esto lleva a dos preguntas obvias. ¿Por qué el ángel hizo que olvidaras todo lo que habías aprendido? Y si iba a provocar que lo olvidaras, ¿para qué enseñártelo?

El Gaón de Vilna, un pensador judío del siglo XVIII, lo responde de esta manera: cuando el Talmud dice que el feto aprende toda la Torá, eso no implica que estudiaste los textos básicos de los Cinco Libros de Moshé. Más bien se refiere a los más profundos reinos de sabiduría, una Torá trascendente, más allá de este mundo. Esta Torá es la raíz misma de la realidad, y tú entendiste cada aspecto con claridad. No sólo te mostraron este nivel de Torá, sino que también aprendiste cuál era tu propósito singular en el mundo, y cómo tu rol único encaja dentro del esquema general de la historia humana. Te dejaron sentir el sabor de tu propia perfección, de lo que puedes, debes y con suerte llegarás a ser.

Cuando el ángel te dio ese golpecito, no perdiste completamente esa Torá, sino que perdiste acceso a ella, la enterraste en lo más profundo de tu subconsciente. La razón es que lo que recibiste en el vientre de tu madre es un regalo no ganado ni merecido. El objetivo de la vida es reconstruir todo lo que una vez fuiste en el útero. Pero esta vez será real porque lo construirás tú mismo. Tu tarea no es crearte a ti mismo, sino más bien recrearte; volver a lograr tu estado original de perfección tal como te la mostró el ángel. Pero esta vez lo harás con tu libre albedrío, eligiendo llegar a la grandeza. Sólo al superar el desafío y la dificultad, haciendo valer tu fuerza de voluntad, podrás concretar tu verdadero potencial.

¿Aprender o reconocer?

Quizás por eso a veces cuando escuchamos una idea o un pensamiento profundo sentimos que lo reconocemos. En vez de sentir que lo escuchamos por primera vez, todo encaja, como si ya supiéramos esa idea. Esto se debe a que sí la conocemos. No estamos aprendiendo, sino redescubriendo lo que ya aprendimos en el útero, lo que está grabado en nuestro interior. El aprendizaje genuino no se trata de descubrir o de lograr, sino de encontrar lo que ya está dormido en tu subconsciente, lo que aprendiste cuando estuviste en el vientre de tu madre. La Torá ya está allí; ahora debemos invertir el esfuerzo para construirla y manifestarla en la realidad.

Esta idea es el eje del clásico debate entre Platón y John Locke. Locke argumenta que la mente humana comienza como una tabla rasa y que el ser humano es moldeado en base a todo lo que aprende y experimenta a lo largo de la vida. Sin embargo, Platón cita a Sócrates, quien creía que cuando la persona nace ya sabe todo, pero simplemente ha perdido el acceso a ese conocimiento. Por lo tanto, el trabajo del maestro no es enseñar material nuevo, sino ayudar a sus estudiantes a comprender por sí mismos lo que ya saben en lo más profundo de su ser. Por eso la palabra "educar" viene de la palabra latina que significa "sacar afuera" o "extraer"; porque enseñar no es nada más que extraer el potencial que yace dormido dentro de cada estudiante.

Como las esculturas de Miguel Ángel, debajo de la superficie estamos perfectamente formados. Nuestra tarea es descubrir quién somos realmente, "cincelar el material superfluo" y expresar nuestro verdadero ser interior. Crecer no se trata de llegar a ser grandioso, sino de convertirte en ti mismo. Eres una obra maestra cubierta en piedra; tu tarea en este mundo es descubrirte a ti mismo.

Encontrar tu ser singular

Hay personas que crecen de afuera hacia adentro. Ellas observan la sociedad, a sus amigos, a las personas que las rodean, y se dan forman a sí mismos para encajar en el medio. La ropa que visten, la comida que consumen, y las cosas de las que hablan son un reflejo del medio que los rodea. En otras palabras, muchas personas sienten que son un bloque de arcilla y se moldean para encajar en su medio.

Pero, ¿qué ocurre si comprendemos que ya estamos completamente formados por debajo de la superficie, tal como las esculturas de Miguel Ángel? Nuestra tarea en la vida no es tomar un bloque de piedra y esculpir el rostro de otra persona. Nuestra tarea es descubrir quiénes somos realmente, lo que ya somos. "Cincelar el material superfluo" y expresar nuestro verdadero ser interior. Eres una obra maestra cubierta de piedra. Tu tarea en este mundo es descubrirte a ti mismo.

Cuando Dios le ordenó a Abraham dejar su casa y embarcarse en una travesía, Él le dijo: "lej lejá". Si bien esta frase a menudo se traduce como "vete", la traducción literal revela algo profundamente diferente. "Lej" significa "vete" y "lejá" significa "a ti mismo". A Abraham se le ordenó embarcarse en una travesía hacia sí mismo, hacia su ser verdadero.

Abraham también es llamado "ish ivrí", lo cual literalmente significa que era un hombre que estaba del otro lado de la ribera del río. Nuestros Sabios explican que esto se debe a que todo el mundo estaba de un lado del agua, y él estaba del otro lado. La humanidad estaba sumergida en la idolatría. Abraham caminó del otro lado con Dios.

Que todos nos veamos inspirados para seguir los pasos de Abraham, que tengamos el valor de embarcarnos en nuestro propio viaje de autodescubrimiento y lleguemos a descubrir realmente quiénes somos.

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