El 'plan maestro' de Dios

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El mundo es una larga cadena de eventos.

Dios creó este mundo como un lugar de desafío máximo, y por ende, el hombre debe ser inherentemente imperfecto y morir. El pecado de Adam reveló esta realidad, esta imperfección, y por ende, el hombre debe pasar ahora por la transición de la muerte. Acordemente, Dios le dijo a Adam:

“Pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no deberás comer, porque el día que comas de él, definitivamente morirás” (Bereshit 2:17).

Debido a que todos somos descendientes de Adam, todos debemos compartir este destino. Por ello, la muerte es el destino de cada persona, y nadie puede escapar de ella.

Nos han enseñado: “Así como ninguna persona puede controlar el viento o detenerlo, así tampoco tiene ningún control sobre el día de su muerte” (Kohelet 8:8). Sin importar lo que una persona pueda lograr en su vida, nunca podrá conquistar la muerte. Como está escrito:

La alegría de los malvados es breve y el regocijo de los hipócritas es sólo por un momento. A pesar de que su altivez suba hasta el cielo y su cabeza alcance las nubes, él perecerá para siempre. Y aquellos que lo ven se preguntarán, ¿Adónde se ha ido?” (Iyov 20:5-7).

Incluso el hombre más justo debe morir, porque ninguna distinción se debe hacer en este mundo que imposibilite o disminuya el libre albedrío del hombre, la capacidad de elección entre el bien y el mal.

Debido a la imperfección inherente del hombre, la muerte es por su propio bien, ya que esto le recuerda siempre que está "debajo" de Dios y que debe arrepentirse cada día. Y dado que el hombre debe estar constantemente en estado de arrepentimiento, a nadie le está permitido conocer el momento de su muerte. Con respecto a esto está escrito:

“Ningún hombre conoce su tiempo. Como un pez atrapado en una red y pájaros atrapados en una trampa, así los hombres quedan atrapados cuando el tiempo malo cae repentinamente sobre ellos” (Kohelet 9:12).

Sin embargo, Dios hace que el hombre olvide momentáneamente su muerte, para que así tenga la posibilidad de florecer en este mundo.

Cuando una persona está enferma y postrada, es juzgada para ver si merece recuperarse o no, y por ende, si es digna de experimentar un grado especial de providencia. Nos han enseñado que Dios presta especial atención a los enfermos, como está escrito en Tehilim: “Dios fortalece al hombre enfermo en su cama” (Tehilim 41:4). Por ello, a pesar de que una persona enferma ciertamente debe buscar el mejor tratamiento médico posible, igual debe rezar a Dios por asistencia Divina.

El poder sobre la vida, los hijos y la prosperidad económica se mantiene únicamente en las manos de Dios.

La vida, los hijos y la prosperidad económica, forman la base del control de Dios sobre el proceso histórico. El poder sobre estas cosas por lo tanto, se mantiene sólo en sus manos. Dios idea sus planes a largo plazo para la humanidad con la suposición de que el hombre hará el bien. Entonces, cualquier pecado que afecte la vida, los hijos o la propiedad, hace que Dios revise Sus planes. Es por esta razón que Dios prohíbe tan fuertemente estos pecados en los Diez mandamientos, “No asesinarás. No cometerás adulterio. No robarás. No atestiguarás falsamente como testigo en contra de tu vecino” (Shemot 20:13). Estos pecados son incluso peores que idolatría, ya que tener ídolos afecta solamente el honor de Dios, mientras que estos pecados pervierten Su control sobre la historia.

Asesinato y hurto

El asesinato es uno de los peores pecados, ya que sus efectos pueden ser sentidos por todas las futuras generaciones. Dado que la descendencia de una sola persona puede comprender una porción significativa de la humanidad después de un número suficiente de generaciones, se nos enseña que uno que mata a un solo individuo es como si destruyera un mundo completo. Debido a que, a diferencia de los animales, los hombres disfrutamos de providencia individual, cada asesinato obliga a Dios a crear nuevas cadenas de eventos para asegurar el nacimiento de esas personas, de quienes la historia depende.

Similarmente, los crímenes sexuales pervierten los planes de Dios de juntar individuos para producir características especiales en sus hijos.

El robo también pervierte los planes de Dios para el mundo, causando una redistribución de propiedades contraria a su voluntad. Debido a que este pecado también causa mucho sufrimiento, es el pecado por el cual el juicio de una ciudad o de una nación puede ser sellado. El castigo por corrupción es más severo, ya que sólo una catástrofe mayor puede poner las cosas en su lugar, y de acuerdo con el profeta, “Las personas del pueblo se oprimían mutuamente y se robaban los unos a los otros… y Yo por lo tanto derramé mi ira sobre ellos” (Yejezkel 22:29-31).

Similarmente, la falta de justicia es un pecado que puede pervertir los planes de Dios y por ello causar desastres generales, así como el robo puede sellar la condena de un país. Todos los jueces, por lo tanto, están advertidos que sus decisiones no solamente involucran otros seres humanos, sino que también tienen efecto en los planes de Dios, como está escrito, “Considera lo que haces, porque tu enjuicias no [solamente] por el hombre, sino por Dios, que está contigo en el juicio” (Divrei Hayamim II, 19:6).

Cadena de eventos

Uno de los roles importantes de la providencia Divina es mantener un número de individuos justos (tzadikim) en cada generación. Por su mérito y ejemplo, estos individuos ofrecen soporte espiritual a toda la humanidad. Y para asegurarse de que los individuos nacerán con la herencia y el entorno apropiado, así como las características espirituales necesarias para ser líderes espirituales, Dios establece una serie de eventos, que algunas veces llegan hasta Adam. La providencia también arregla que antes de que un santo muera, nazca otro.

A pesar de que el hombre tiene libre albedrio, ciertos individuos están predispuestos de nacimiento a ser buenos. Correspondientemente Dios le dice a sus profetas: “Antes de que te formara en el vientre, Yo te conocía, y antes de que nacieras, Yo te santifiqué, te apunté como profeta de naciones” (Irmiyahu 1:5). Similarmente cuando Dios necesita vengadores, Él hace que nazcan individuos con una predisposición hacia el mal. Con respecto a esto, el salmo dice: “Los malvados son apartados desde la concepción; y los hablantes de mentiras se descarrían desde el nacimiento” (Tehilim 58:3).

A pesar de que muchos actos de providencia son milagrosos, su naturaleza supra-mundana es mantenida oculta del hombre. Es por esta razón que Dios sólo deposita Su bendición sobre lo que está oculto a los ojos, y nunca sobre aquello que se puede medir.

Dios tiene un amor especial por los mensajeros del bien y por ello los protege con un grado especial de providencia, excepto en los lugares en que el daño es inminente. Similarmente, Dios presta particular atención a una persona que está siendo perseguida.

A pesar de que cada individuo disfruta de providencia particular, eso extendido a grupos, instituciones y gobiernos es algo mucho más exigente. Correspondientemente, hemos aprendido que las cadenas de eventos que llevan a cambios en el gobierno están tan precisamente ordenadas por la providencia, que el tiempo de sucesión es determinado "por un pelo".

Y finalmente, a pesar de que a veces la guerra cumple con el propósito de Dios, Él constantemente busca la paz en el mundo. La bendición final que Dios quiere otorgar es la de la paz, como dice el salmo, “Dios dará fuerza a su pueblo; Dios bendecirá a Su pueblo con la paz”. (Tehilim 29:11).


Extraído de “The Handbook of Jewish Thought” (vol.2 Moznaim Publishing).

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