El secreto del número seis

8 min de lectura

Lo que todo judío debe recordar constantemente.

Extraído de “The Joy of Judaism”, un cautivante relato sobre la vida espiritual y comunitaria de la estrella de la música Sam Glaser.


Me encanta la conexión entre los números y la Torá. En términos macro, la Torá es el plano del universo.

¿Cuál es el secreto del seis? De acuerdo con la famosa canción de Pesaj, "Ejad ¿Mi iodea?", Uno es Dios, dos son las Tablas de la Ley, tres son los patriarcas, cuatro las matriarcas, cinco los libros de la Torá y seis los libros de la Mishná.

¿Cuál es la diferencia entre Torá y Mishná? La Torá es la palabra de Dios formal, escrita por el lápiz de Moshé. El seis representa la Torá Oral, el compendio de explicaciones dadas a Moshé en el Monte Sinaí. Los seis órdenes de la Mishná concisamente redactada constituyen los núcleos fundamentales de las leyes expuestas en el Talmud. Por lo tanto, el seis representa a la humanidad, nuestra contribución de libre albedrío al mundo del conocimiento, nuestra sociedad con Dios en la creación del universo.

El seis representa la contribución del libre albedrío de la humanidad, nuestra participación en la creación.

Los seres humanos son las únicas criaturas que recibieron la bendición de caminar por la fina línea entre lo sagrado y lo profano. Nos representa la sexta letra del alfabeto, la vav. En hebreo, vav es un gancho o conector, lo que simboliza nuestra habilidad singular de conectar el cielo y la tierra. La Torá, nuestro manual de instrucciones para llegar a la grandeza, fue entregado el sexto día del mes de siván. La humanidad fue creada en el sexto día de la Creación. Cada semana, tenemos seis días para trabajar y esforzarnos por llegar a la grandeza, y en el séptimo día le devolvemos las riendas a Dios.

Las siguientes listas de “seis” son las llaves que abren las puertas del castillo, técnicas corroboradas para mantener a Dios en nuestras vidas. Es necesario memorizarlas para que poder referirte a ellas en momentos de fortaleza y de debilidad, de alegría y de tristeza, de tentación y de triunfo. Imagínate cada ítem como una de las esquinas del el Maguén David, la estrella judía de seis puntas, contigo en el medio. ¿Estás listo?

Las Seis Mitzvot Constantes

La primera lista es de las Shesh Mitzvot Temidiot (Seis Mitzvot Constantes). Aunque algunas mitzvot están limitadas por el tiempo (como sacudir el lulav en Sucot o hacer kidush en Shabat), estas seis mitzvot pueden observarse 24/7, para que siempre estén en nuestros pensamientos:

1. Saber que hay un Dios – “Yo soy Dios, que te saqué de la tierra de Egipto” (Éxodo 20:2). Esta mitzvá deriva del primero de los Diez Mandamientos: saber (no sólo creer) que Dios existe. Dios creó el universo y se quedó para supervisarlo y mantenerlo. Dios está continuamente involucrado en nuestra vida personal. Cada persona debe investigar la evidencia para llegar a estar por completo convencida de que la presencia de Dios es absolutamente real. Entonces tenemos que llevar ese conocimiento a los hechos, vivir de forma acorde y compartir la buena noticia.

El primero de los Diez Mandamientos es saber, no sólo creer, que Dios existe.

2. No creer en otros dioses – “No tendrás dioses ajenos en Mi Presencia” (Éxodo 20:3). ¡Dios está en todas partes! No hay ningún poder excepto Dios. No tu jefe, no tus padres, ni siquiera el presidente de los Estados Unidos. Aunque la sociedad moderna no se ve tentada a venerar estatuas y planetas como nuestros ancestros, somos propensos a poner nuestra fe en la tecnología, el gobierno, la fama y la fortuna. ¡No lo hagas!

3. Saber que Dios es Uno – “Escucha, Israel, Hashem es nuestros Dios, Hashem es Uno” (Deuteronomio 6:4). No sólo pronunciamos esta fórmula de seis palabras dos veces al día (a la mañana y a la noche), sino que debemos tener en mente la lección esencial que nos enseña respecto a la singularidad y unidad de Dios. Si Dios es lo único que existe, entonces estamos “dentro” de Dios, somos una parte de Dios, un producto de la imaginación de Dios. Dios creó el tiempo y el espacio y por lo tanto Él está más allá del tiempo y del espacio. Dios es indivisible; nosotros no creemos en una “Trinidad” ni que haya alguien que compite con Dios, como el Satán. Nuestro pensamiento constante debe ser: Dios está aquí, ahora y siempre.

4. Amar a Dios – “Ama a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus capacidades” (Deuteronomio 6:5). Si entendemos que Dios es la fuente de todo y que nada depende de nosotros, todos nuestros regalos nos inspiran inmensa gratitud y amor. Amar a Dios con meodeja (tu capacidad) también puede ser traducido como amar a Dios con tu “muy”. Cada persona tiene un “muy” diferente. Se trata de esa cosa especial que hacemos, nuestro tafkid (misión de vida), nuestro propósito en este planeta. Constantemente podemos usar nuestros talentos singulares para amar a Dios.

5. Tener temor a Dios – “A Dios temerás, a Él servirás y a Él te apegarás" (Deuteronomio 10:20). Tener constante conciencia de la presencia de Dios resulta en un perpetuo estado de temor. ¡Dios es increíble! Venerar (o temer, como se traduce a menudo irá) implica que entendemos que las acciones tienen consecuencias. Todo el mundo sabe que es una tontería desafiar la ley de gravedad. El judaísmo enseña que las realidades espirituales son igualmente reales. Esta mitzvá constante nos mantiene en el buen camino, sabiendo que Dios afectuosamente sigue cada uno de nuestros movimientos (piensa en un entrenador que te ayuda a triunfar y no en un cruel jefe supremo).

6. No te desvíes siguiendo tus deseos – “No exploren tras de sus corazones y tras de sus ojos, detrás de los cuales ustedes se pervierten” (Números 15:39). Debemos mantener nuestros ojos en la meta y no distraernos con tentaciones emocionales (corazón) o físicas (ojos). Constantemente nos vemos rodeados por obstáculos que arruinan nuestra alegría del judaísmo. Esta mitzvá constante nos alienta a aprender cómo se ven y se sienten estas trampas, para que al vernos tentados podamos confiar en nuestra alma pura y en nuestro Creador para ayudarnos a escoger la vida.

La próxima vez que tengas que esperar tu turno, repasa estas seis mitzvot. Una fórmula mnemotécnica para recordarlos: SUNoATeD (saber, uno, no otros, amar, temer, desviarse)

Las seis remembranzas

En muchos sidurim, al concluir la plegaria de Shajarit, hay una lista de las Shesh Zejirot, los seis eventos que se nos ordena recordar siempre, para asegurar el futuro judío.

1. El éxodo de Egipto – “Para que recuerdes el día de tu salida de Egipto todos los días de tu vida” (Deuteronomio 16:3). Está mitzvá se cumple por la mañana y por la noche al recitar el tercer párrafo del Shemá. Este recuerdo es el primero de la lista porque mantenerlo en mente es crucial para sentir gratitud por Dios. Dios nos amó y nos redimió entonces, y sigue haciéndolo cada día.

2. La entrega de la Torá en el Monte Sinaí – “Sólo cuídate y guarda muy bien tu alma, no sea que olvides estas cosas que tus ojos han visto… el día que te paraste delante de Dios en el Sinaí” (Deuteronomio 4:9-10). Dios nos escogió, nos salvó de la esclavitud y nos llevó al desierto para que recibiéramos la Torá en el Monte Sinaí, el clímax de la historia humana. La Torá es nuestro mayor regalo, nuestra herencia más preciada. “Busca de un lado y del otro, porque todo está en ella” (Mishná – Avot 5:22). Más de dos millones de personas presenciaron este evento y se aseguraron de compartirlo con las generaciones siguientes para la perpetuidad.

3. El ataque de Amalek – “Recuerda lo que Amalek te hizo en el camino cuando saliste de Egipto… borrarás el recuerdo de Amalek de debajo del cielo. No olvidarás” (Deuteronomio 25:17 – 19). Los judíos tienen enemigos. El antisemitismo es el odio más antiguo del mundo. Comenzó con Amalek y continuó en varias formas perniciosas hasta el día de hoy. Debemos mantenernos vigilantes. Nunca podemos asumir que nuestros esfuerzos hacia la “paz” calmarán a esta fuerza vil e irracional.

4. El Becerro de Oro – “Recuerda, no olvides cómo enojaste a Dios en el desierto” (Deuteronomio 9:7). Estábamos en lo más alto, parados con orgullo en el Monte Sinaí después de haber cruzado el Mar Rojo. Dios aniquiló al ejercito egipcio y nosotros íbamos a recibir los Diez Mandamientos. Entonces, debido a un error de cálculos, perdimos la fe, asumimos que nuestro líder Moshé había muerto y construimos un ídolo. ¡Estábamos tan cerca de la victoria!

¿La lección? Al llegar a lo más alto corremos el mayor peligro de caer. “Mientras más grandes son, más duro caen”. Algunos le llaman a esto el síndrome del miedo al éxito. Como judíos, debemos aspirar a la grandeza, llenos de confianza en nuestra herencia. Pero cuando nos acercamos a nuestras metas, debemos mantenernos humildes y con los pies sobre la tierra, nunca volvernos arrogantes o engreídos.

5. El castigo de Miriam – “Recuerda lo que Dios le hizo a Miriam en el camino cuando saliste de Egipto” (Deuteronomio 24:9). Miriam era la hermana mayor de Moshé, una gran profetiza y líder del pueblo judío. Pero incluso ella fue vulnerable a la trampa del lashón hará (chismes) y como resultado, contrajo tzaraat, la enfermedad espiritual que se manifestaba en la piel. ¡Cuánto más tenemos que cuidar nosotros, las personas comunes, la forma en que hablamos, y asegurar que nuestras palabras siembren armonía y no discordia! El Talmud enseña que avergonzar a alguien es como derramar sangre. Esa es su gravedad. Esta remembranza nos ayuda a tener cuidado respecto a nuestro poder de traer bendición o maldición al mundo. Shmirat Halashón (cuidar el habla) es la piedra fundamental de la unidad judía.

6. Celebrar el Shabat – “Recuerda el Shabat para santificarlo” (Éxodo 20:8). La última remembranza es la clave para la conexión judía continua. ¿Acaso el Shabat no tiene lugar sólo una vez a la semana? La mitzvá de recordar el Shabat puede cumplirse a diario. En honor al Shabat puedes dejar de lado alimentos o ropas especiales, invitar huéspedes y planificar las comidas festivas. Se trata de convertir al Shabat en el centro de la semana en vez de que sea la meta final. El Shabat nos permite sentir el sabor del Olám Habá, del Mundo Venidero. Esta remembranza nos recuerda que podemos vivir allí todo el tiempo, experimentar el cielo en la tierra.

La fórmula mnemotécnica para recordarlo: MEOASiSh (Miriam, Egipto, Oro, Amalek, Sinaí, Shabat)

Seis preguntas en el Cielo

Después de vivir 120 años increíbles en la tierra, llegaremos al Cielo y enfrentaremos a un tribunal. De acuerdo con el Talmud, nuestro examen de ingreso consta de seis preguntas cruciales. Cada una demuestra si llegamos a un elevado nivel de madurez emocional y si fuimos más allá de lo requerido en el trabajo de nuestra vida. La idea es perfeccionar estas seis cosas antes de reunirnos con nuestro Creador.

1. ¿Hicimos negocios con honestidad e integridad? ¿Engañamos en secreto, asumiendo que nadie se daría cuenta? ¿Temimos la humillación publica, pero fuimos indiferentes a la perspectiva de Dios? ¿Fuimos dadores o receptores? ¿Fuimos exactos con nuestros cálculos? ¿Sustentamos y ayudamos a crecer a nuestros empleados?

2. ¿Fijamos momentos para estudiar Torá? ¿Reconocimos el beneficio del estudio regular de la Torá? ¿Vivimos una vida disciplinada con el énfasis puesto en los asuntos espirituales? ¿Nos dedicamos al crecimiento personal? ¿Compartimos la dulzura de la Torá?

3. ¿Participamos del mandamiento de ser fructíferos y multiplicarnos? ¿Nos vimos a nosotros mismos como eslabones de una cadena continua de la humanidad? ¿Llegamos al altruismo a través de la experiencia de educar a nuestros hijos? ¿Ayudamos a otros para que pudieran casarse y propagar la especie?

4. ¿Esperamos con ansias la redención? ¿Tuvimos una perspectiva de vida optimista? ¿Vivimos sólo para el momento o nos preparamos para el futuro? ¿Nos involucramos en Tikún Olam? ¿Tuvimos fe en Dios para mejorar nuestra porción?

5. ¿Nos dedicamos a buscar sabiduría? ¿Estuvimos absortos en cosas que nos hicieron perder el tiempo sin sentido o nos esforzamos por crecer? ¿Nos formulamos preguntas y buscamos respuestas? ¿Cuestionamos el statu quo? ¿Compartimos el conocimiento que obtuvimos? ¿Nutrimos nuestra curiosidad intelectual?

6. ¿Tuvimos temor al Cielo? ¿Tuvimos conciencia de Dios en nuestra vida cotidiana? ¿Apreciamos el increíble mundo de Dios? ¿Reconocimos el juicio exacto midá kenegued midá (medida por medida) de Dios respecto a nuestro esfuerzo?

Somos afortunados, nuestro Maestro nos dio anticipadamente las respuestas del examen. Aquí tienes una forma de recordarlo para poder responder positivamente y con confianza cuando llegue el gran día: HEFReSaT (honestidad, estudio fijo, fructificar, redención, sabiduría, temor)

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