¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena?

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Si Dios es bueno, ¿por qué el mundo es tan malo?

Buena parte de lo que nos molesta sobre los caminos de Dios puede ser atribuido a las acciones del hombre. ¿Pero qué hay de las veces en que el mal emana directamente de Dios?

¿Qué pasa si un doctor te informa que tu hijo tiene un cáncer incurable? Nadie ha herido a tu hijo. Este mal parece estar viniendo de Quien supuestamente sólo hace bien. Si hubiese sido que una persona malvada le hizo daño a tu hijo, quizás no lograrías perdonarla, pero al menos sabrías a quién culpar – a la maldad humana. Pero si Dios mismo es quien le ha hecho el daño a tu hijo, entonces eso es algo que simplemente es demasiado difícil de soportar.

Sin embargo, hay niños pequeños e inocentes que sufren cada día. E invariablemente nos preguntamos: ¿Cómo puede un Dios bueno ser tan cruel?

Esta pregunta también le molestó al más grandioso líder judío: Moshé. Él se atrevió a hacerle esta pregunta a Quien sabe la respuesta. Y esa sabiduría eterna es compartida con nosotros en el Libro de Éxodo. Es aquí, dice el Talmud, que la Torá habla por primera vez del problema de por qué sufren los rectos.

A primera vista, la sección pareciera críptica:

[Moshé] Dijo [a Dios]: "Te ruego que me muestres tu gloria". Él [Dios] dijo: "Yo haré pasar toda mi bondad delante de ti, y proclamaré con el nombre de Ado-nai delante de ti; mostraré gracia cuando elija mostrar gracia y mostraré compasión cuando elija mostrar compasión". Y dijo: "No podrás ver mi rostro, pues ningún ser humano puede verme y vivir". Y dijo Ado-nai: "He aquí que hay un lugar conmigo; y tú podrás pararte sobre la roca. Y sucederá que cuando pase mi gloria, te pondré en una hendidura de la roca y te cubriré con mi mano hasta que Yo haya pasado. Luego retiraré mi mano y verás mi espalda, mas mi rostro no será visto" (Éxodo 33:18-23).

La mayoría de la gente que lee esto literalmente asume que Moshé le estaba pidiendo a Dios saber cómo se ve y, en respuesta, Dios no le mostró Su cara, sino que dejó que Moshé viese Sus poderosos omóplatos.

Eso es, obviamente, absurdo.

Cuando veo un bebé con leucemia, y sé que morirá pronto, no entiendo lo que Dios está haciendo.

El Talmud (Brajot 7a) nos cuenta que Moshé no estaba pidiendo "ver" a Dios; Moshé era más sabio que eso. Moshé sabía que Dios no tiene ni cuerpo ni forma y que, por lo tanto, no puede ser visto por los ojos humanos. Moshé le estaba pidiendo realmente "ver" Su gloria, para poder entender Su plan. De hecho, Moshé le estaba diciendo a Dios: "Dios, Te amo, honro y respeto en todas las formas posibles, pero hay cosas de ti que no entiendo. Cuando veo un niño con parálisis infantil, cuando veo un niño con leucemia, cuando veo un niño sufriendo mucho dolor y sé que va a morir pronto, no entiendo lo que estás haciendo. Y me gustaría mucho tener un entendimiento total de Tus caminos, para poder darte todo el honor que mereces".

Es muy importante el hecho de que este pasaje aparezca después de que Dios perdonó a los israelitas por el terrible pecado del Becerro de Oro. Dios había sacado a los israelitas de la esclavitud en Egipto, había realizado increíbles milagros ante sus ojos, les había hablado en el Monte Sinaí y luego, cuando Moshé subió a la montaña, los israelitas le retribuyeron toda esta bondad rechazando a Dios y construyendo un ídolo. Y sin embargo, cuando fueron perdonados por este gran pecado, Dios no sólo los perdonó, sino que también respondió describiendo Su esencia como un Ser de completa misericordia y compasión.

Es en ese momento que Moshé eligió hacer este pedido, como diciendo: "Si eso es cierto, entonces ¿puedes explicar cómo Tu gloria está reflejada en el sufrimiento de los niños y en el regocijo de los malvados? ¿Puedes dejarme ver cómo todo eso tiene sentido?".

En resumen, Moshé quería saber por qué le pasan cosas malas a la gente buena.

La respuesta de Dios contiene lo que Moshé, al igual que todos quienes estamos leyendo estas palabras miles de años después, tenemos derecho a saber.

Por lo tanto, observemos cuidadosamente, punto por punto, lo que Dios nos está diciendo.

La imagen completa

"Yo haré pasar toda mi bondad delante de ti, y proclamaré con el nombre de Ado-nai delante de ti".

Los nombres con los que Dios se identifica a Sí Mismo son extremadamente importantes. Aquí, Él usa el incomparable nombre de cuatro letras, conocido como el Tetragramatón, el cual está prohibido pronunciar; generalmente es traducido como "Señor" (Ado-nai). Como fue notado antes, este nombre significa bondad y compasión, en contraste con el nombre Elo-him, que se refiere a Dios como el juez duro pero justo. Por lo tanto, vemos que Dios se revela a Moshé con el nombre que está relacionado con Su misericordia.

Una vez que logremos ver la imagen completa, veremos al sufrimiento como una manifestación del lado compasivo de Dios.

Se nos dice que "toda" la bondad de Dios será testimonio de la cualidad misericordiosa del Eterno. Y, por implicación, que una vez que hayamos visto "todo", cambiaremos nuestro entendimiento del dolor y del sufrimiento. Ver sólo la mitad de la historia nos lleva a pensar que Dios es cruel, pero una perspectiva más completa nos permitirá entender por qué cada juicio estricto fue, en realidad, un acto necesario de amor.

Una vez que logremos ver toda la imagen, veremos al sufrimiento como una manifestación del lado compasivo de Dios.

"… mostraré gracia cuando elija mostrar gracia y mostraré compasión cuando elija mostrar compasión".

¿Acaso Dios está diciendo: "Haré lo que quiera sin importar lo que sea justo"? No, no está diciendo eso. Pero sí está diciendo: "Tendré gracia con quien Yo quiera tener gracia, y no con quien tú creas que debería tener gracia. Tendré misericordia con quien Yo quiera ser compasivo, y no con quien tú creas que debería ser compasivo".

El Talmud (Pesajim 50a) enseña que en el Mundo Venidero todo será dado vuelta. Quienes están en el fondo estarán en la cima y viceversa. El punto al que se refiere es que, a menudo, nuestro juicio sobre quién es santo y quién es un pecador está muy errado. La forma en que el mundo ofrece honor está literalmente dada vuelta. Sólo en la vida después de la muerte veremos quiénes son realmente los merecedores.

El Baal Shem Tov, fundador del movimiento jasídico en el siglo 18, explicó lo que esto significa por medio de una maravillosa historia:

En una cierta casa vivían dos judíos y sus familias. Uno era un erudito y el otro un pobre trabajador. Cada día el erudito se levantaba de su cama al amanecer e iba a la sinagoga, donde primero estudiaba una página del Talmud. Luego, como hacían los hombres piadosos de antaño, esperaba un momento, dirigía su corazón al cielo y decía las plegarias matutinas tranquila y lentamente, estirando su rezo hasta casi el mediodía.

Su vecino, el pobre trabajador, también se levantaba temprano e iba a trabajar –rompiéndose la espalda con un trabajo que exprimía cuerpo y alma por igual- hasta el mediodía, sin tener tiempo para ir a rezar a la sinagoga con la congregación a la hora que correspondía.

Cuando llegaba el mediodía, el erudito dejaba la sinagoga para volver a casa, lleno de satisfacción. Se había ocupado con Torá y plegaria, y había realizado escrupulosamente la voluntad de su Creador. Cuando iba volviendo de la sinagoga, se encontraba con su vecino, el pobre trabajador, quien iba con gran apremio a la casa de rezos, donde recitaría las plegarias matutinas con gran rapidez, angustiado y arrepentido por su tardanza. Ellos se cruzaban uno con el otro en la calle.

Cuando el pobre trabajador pasaba al lado de su vecino, hacía un gemido de lamento, enojado porque el otro ya había terminado su estudio y plegaria holgadamente antes de que él pudiera siquiera comenzar: "Oy, aquí estoy recién yendo al shul. Él ya ha terminado. Yo no lo he hecho bien, ¡ay, ay, ay!". Mientras tanto, los labios del erudito hacían una mueca burlona, y en su corazón pensaba: Amo del Universo, ¿ves la diferencia entre esta criatura y yo? Ambos nos levantamos temprano en la mañana; yo me levanto para Torá y plegaria, pero él…

Pasaron los días, semanas, meses y años. Las vidas de ambos hombres fueron vividas de forma diferente, una con la libertad de la Torá y la plegaria, la otra en la esclavitud de tener que ganarse un sustento. Cada vez que sus caminos se cruzaban, el erudito sonreía burlonamente y el trabajador gruñía.

Como le pasa a todos los hombres, la muerte le llegó al erudito y, poco tiempo después, a su vecino el trabajador. El erudito fue llamado ante el tribunal celestial para rendir cuenta por sus acciones. "¿Qué has hecho con los días de tus años?", preguntó la voz de arriba.

"Estoy agradecido", contestó el erudito con la voz firme, en la que podía detectarse un poco de orgullo. "Todos mis días Le serví a mi Creador, estudiando mucha Torá y rezando de todo corazón".

"Pero", comentó el acusador celestial, "él siempre se burló de su vecino, el pobre trabajador, cuando se encontraban cerca de la sinagoga". La voz de arriba dijo: "Traigan la balanza".

De un lado, pusieron toda la Torá que había aprendido y todas las plegarias que había realizado, mientras que del otro lado pusieron las sonrisas burlonas que estuvieron en sus labios cada día en que se encontró con su vecino. Y entonces, el peso de las sonrisas burlonas inclinó la balanza hacia 'culpable'.

Después de que el caso del erudito fue completado, llevaron delante del tribunal celestial al pobre trabajador. "¿Qué has hecho con tu vida?", preguntó la voz de arriba.

"Toda mi vida he trabajado duro para proveer a mi esposa e hijos. No tuve tiempo para rezar con la congregación en el momento adecuado, y tampoco tuve el tiempo para estudiar mucha Torá, ya que había bocas hambrientas que alimentar", respondió el trabajador avergonzado y con pena.

"Pero", comentó el defensor celestial, "cada día, cuando se encontraba con su vecino el erudito, emitía un quejido desde lo más profundo de su alma. Sentía que no había cumplido con sus obligaciones con Hashem".

De nuevo, se trajo la balanza, y esta vez el peso del quejido del pobre trabajador inclinó la balanza a 'inocente'.

La misma idea fue explicada por el famoso talmudista y filósofo del siglo 12, Moshé Maimónides, en el Mishné Torá (Leyes de Arrepentimiento, 3:2). En su obra maestra él concluye que, ante los ojos de Dios, las buenas acciones de las personas, al igual que sus errores, son juzgados cualitativamente – y no cuantitativamente. Un pecado terrible puede pesar más que una vida entera de buenas acciones; una buena acción especial puede eliminar muchos pecados. Sólo Dios sabe realmente qué hay en el corazón de cada persona, al igual que el valor real de nuestras acciones.

Por lo que cuando Dios le dijo a Moshé: "Tendré misericordia con quien tenga misericordia", le estaba diciendo: "Sé mejor que tú quién es justo y quién es malvado, quién merece y quién no. No presumas que puedes mejorar Mi juicio".

***

"Y Él [Dios] dijo: 'Ningún ser humano puede ver mi rostro y vivir'".

¿Qué significa eso?

Moshé quiere "ver" a Dios, entender Sus caminos. Pero Dios le dice a Moshé: "Mientras estés vivo, nunca 'verás' todo". La imagen completa no es visible desde nuestra limitada perspectiva en este mundo.

Imagina que estás parado con tu nariz aplastada sobre una pintura impresionista. En un lugar ves manchones del más asombroso azul, en otro hay un gran manchón de negro, en otro un manchón de blanco. No es sino hasta que te paras unos metros atrás que puedes ver lo que bosqueja la escena – es "Irises" de Van Gogh.

Esto es igual de cierto cuando se trata de entender los planes de Dios. En ocasiones vemos las partes coloridas, en ocasiones las oscuras, pero nunca podemos pararnos a la distancia suficiente como para ver toda la imagen. Pararse lo suficientemente lejos significa pararse en el mundo venidero.

Nuestra existencia aquí en la Tierra, y nuestra comprensión del significado real de nuestras vidas, es muy limitada. Ese es el mensaje que le da Dios a Moshé, y es el mismo mensaje que le da a Iov cuando ese hombre tan sufrido pidió entendimiento. Dios le dijo: "Los hechos a tu disposición, en el escenario de la vida, son insuficientes para el tipo de conocimiento que deseas poseer".

En sociedad con Dios

Y dijo Ado-nai: "He aquí que hay un lugar conmigo; y tú podrás pararte sobre la roca”.

Para ayudar a Moshé a entender las razones de la presencia del mal en la tierra, Dios le dijo que se pare "a su lado". Esta frase hace reminiscencia a una idea similar en Génesis: cuando el hombre es creado a imagen de Dios. El hombre recibió un rol - completar el trabajo de Dios - acorde a su grandeza. Se le dijo que él es un socio de Dios, que está arriba; no es sólo un observador pasivo aquí abajo.

¿Por qué se le dijo a Moshé que se ponga sobre una roca? Porque la palabra hebrea para roca, tzur, viene de una raíz que significa forma. La roca alude al propósito del hombre en la Tierra. Al igual que Dios es un Creador, también lo es el hombre. De hecho, el hombre es socio de Dios en la creación; un socio en la consumación y perfeccionamiento del mundo.

El mal es una manifestación de un mundo que aún es incompleto, esperando que el hombre haga su parte y termine el trabajo.

Para darle al hombre una oportunidad para ejercitar esta función, Dios ha dejado intencionalmente el mundo sin terminar; el mundo fue creado incompleto. Eso es lo que significa que Dios descansó al final del sexto día. Es obvio que Dios no estaba cansado, "Dios descansó" significa que se detuvo a la mitad del trabajo. ¿Por qué? Para que el hombre tuviera la oportunidad de colaborar en perfeccionar el mundo. Dios permite la existencia de enfermedades para que el hombre pueda tener un rol inventando curas. Dios permite hambrunas para que el hombre pueda tomar parte inventando nuevos métodos de agricultura. Dios permite que haya sequías para que el hombre pueda participar en el acercar al mundo a su estado ideal inventando nuevos métodos de irrigación, y construyendo represas y plantas de desalinización

Por lo tanto, el mal en el mundo simplemente nos señala el trabajo que aún tenemos que hacer. El mal es una manifestación de un mundo que aún está incompleto, que está esperando que el hombre haga su parte y termine el trabajo.

"Y sucederá que cuando pase mi gloria, te pondré en una hendidura de la roca y te cubriré con mi mano hasta que Yo haya pasado. Luego retiraré mi mano y verás mi espalda, mas mi rostro no será visto".

Aquí que es brindada la parte más importante de la respuesta. Al decirle a Moshé que no podrá ver Su cara, pero sí Su espalda, Dios está diciendo que será imposible que Moshé entienda los eventos mientras estén ocurriendo. Pero después, en retrospectiva, será posible entender lo que ocurrió.

Mientras estés confrontando una crisis, mientras estés en el medio de la tormenta, no podrás comprender el objetivo ni la lógica de Dios. Pero una vez que la crisis haya pasado, mirando hacia atrás en el tiempo te será posible entender los caminos de Dios.

Todos podemos mencionar eventos de nuestras vidas que parecieron ser terribles cuando ocurrieron, pero que cuando los vemos en retrospectiva resultaron ser buenos. Un hombre está apurado camino al aeropuerto. Se le pincha un neumático y entra en pánico – sabe que va a perder el avión. Está enojado con el destino. En ese momento, parece ser algo terriblemente malo. Cambia el neumático y maneja como un loco hasta llegar al aeropuerto, pero no sirve de nada – el avión ha despegado sin él. Una hora más tarde, se entera que el avión se estrelló. Ahora, la rueda pinchada que tanto maldijo unas horas antes, resultó ser una bendición.

Hay una historia memorable que es contada en el Talmud (Brajot 60b), la cual enseña el principio de "esto también es para bien":

El renombrado erudito del siglo 1 EC, Rabi Akiva, iba viajando en burro por un pequeño pueblo y no pudo encontrar albergue en ningún hostal. Se lo tomó con calma y asumió que sus dificultades tenían un propósito divino. Acampó en los bosques, en la periferia del pueblo, feliz de tener su linterna para poder leer y su gallo para levantarse en la mañana. Pero enseguida fue visitado por más calamidades – su burro huyó, su gallo murió y su linterna se apagó. Pero Rabi Akiva aceptó pacientemente su destino.

A la mañana siguiente, cuando volvió al pueblo, encontró que una banda de pilladores había masacrado toda la población. De repente, entendió cada una de las dificultades que había atravesado: "Si me hubiese hospedado, hubiese sido asesinado. Si la lámpara hubiese estado encendida, me hubieran visto. El gallo podría haber cacareado, el burro podría haber rebuznado. Ahora veo que todo lo que me pasó fue para bien".

La ilusión de lo bueno y lo malo

Cuando hacemos la pregunta: "¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena?", a menudo estamos teniendo asunciones erróneas. Lo que percibimos como "malo" puede, en realidad, ser lo mejor que podría haber pasado.

Conozco un multimillonario que perdió su primer trabajo como encargado del correo. Dado que le fue imposible encontrar empleo, se vio forzado a comenzar una empresa propia. Él ahora dice: "Sólo logré el éxito porque fui despedido".

Conozco un joven que en su época de estudiante estuvo tan perturbado por una ruptura con una chica, que se quería suicidar. Claramente pensaba que ese era el peor trauma de su vida; yo pasé toda una noche hablando con él, confortándolo.

Veinte años después, me encontré con este hombre de nuevo. "¿Me recuerda?", dijo sonriendo.

"Claro que sí. Me debes una noche de sueño", le dije.

"Vine para contarle el final de la historia", respondió. Y compartió conmigo lo que le había ocurrido a partir de ese momento. Su vida había estado llena de bendiciones; tenía una hermosa esposa e hijos y estaba muy feliz. En tanto, la mujer por la que había considerado terminar su vida se había convertido en alcohólica y, hasta donde él sabía, ya se había casado y divorciado tres veces.

Por lo que al final, en retrospectiva, él se dio cuenta que gracias a esa "trágica" ruptura terminó estando mucho mejor. Por supuesto que cuando quería suicidarse y yo traté de hacerle entender que todo estaría bien, él no quería escuchar, y mucho menos podía entender por qué era mejor de esa forma.

El Zóhar, el principal trabajo sobre Cábala - misticismo judío - comenta que cuando Dios creó el mundo lo llamó tov meod, "muy bueno". Pero cuando vemos el mundo, cuando estudiamos historia, cuando vemos las noticias, nos resulta muy difícil concordar con este juicio divino.

"La vida sólo puede ser entendida en retrospectiva, pero debe ser vivida hacia adelante".

Por lo tanto, el Zóhar señala que Dios nos da una pista en el nombre que elige para el primer hombre – Adam. En hebreo, Adam se deletrea usando las mismas letras que la palabra meodmem, alef, dálet - pero en una secuencia diferente: alef, dálet, mem. Más aún, el Zóhar dice que Adam es un acrónimo que representa los tres eventos más importantes de la historia humana. La alef, que es la primera letra del alfabeto hebreo, representa el comienzo de la historia de la humanidad con Adam. La dálet, por David, representa el punto más alto de la historia judía. La mem representa Mashíaj (Mesías), quien llevara al mundo a su anhelado estado de realización.

Cuando finalmente lleguemos al momento de la historia aludido por la mem, los días del Mashíaj, seremos capaces de ver todo lo que alguna vez pasó en toda la historia, desde la alef de Adam y pasando por la dálet de David, y junto con Dios podremos proclamar no sólo que el mundo es bueno, sino que es muy bueno – tov "meod".

Como dijo elocuentemente el filósofo danés Søren Kierkegaard: "La vida sólo puede ser entendida en retrospectiva, pero debe ser vivida hacia adelante".

En resumen

El intercambio bíblico entre Dios y Moshé nos enseña que debemos cuidarnos de las suposiciones incompletas y erróneas, suposiciones que nos llevan a cuestionar la bondad de Dios.

Moshé le dice a Dios: "Dios, quiero honrarte por completo, pero mi falta de entendimiento de Tus caminos interfiere. ¿Cómo puedo honrarte completamente cuando veo gente buena a la que le va mal y gente mala a la que le va bien?".

Dios responde: "Espera un momento. No estoy de acuerdo con dos de tus premisas".

"¿Qué premisas?".

Número uno, no te apresures tanto a llamar a algunas personas 'buenas' y a otras 'malas', porque no puedes estar seguro. Número dos, cuando dices que les va mal o que les va bien, ¿estás seguro de tus definiciones? ¿Estás seguro de saber de lo que estás hablando? No puedes estar seguro. Y no puedes estar seguro porque no puedes ver Mi rostro, sólo lograrás verme en retrospectiva. En retrospectiva, algo terrible podría ser lo mejor. En ocasiones te tomará años verlo, y en ocasiones no lo verás en tus días en la tierra".

Sin embargo, lo que le molesta a tanta gente son las muchas ocasiones en las que incluso el regalo de la retrospectiva no pareciera darnos una mayor claridad. Mirar hacia atrás en la vida puede ser esclarecedor, pero también puede dejarnos con muchas preguntas sin responder. ¿Qué hacemos en ese caso? ¿Significa que terminaremos nuestra vida en este mundo con problemas no resueltos, heridas nunca sanadas, crueldades nunca explicadas, injusticias nunca ajusticiadas?

Es fácil decir: "Bueno, perdió su trabajo. Encontrará otro que le gustará mucho más – no es tan malo". Pero cuando vemos a alguien morir lentamente a causa del cáncer, y lo vemos sufrir con cada suspiro, no es tan fácil – de hecho, es casi imposible - decir: "Esto también es para bien".

Una mujer me dijo: "Mi esposo enfermó, continuó enfermo durante el resto de sus días, y luego murió. ¿Dónde está el bien en eso? No me digas que tengo que esperar el final de la historia, ya lo he visto: Murió".

Y, sin embargo, Dios nos dice: "El hombre no puede verme y vivir". Ni siquiera al momento de morir podemos apreciar la imagen completa. La muerte es el portal al grandioso más allá – y esa misma descripción nos recuerda que hay más después de nuestro paso por la tierra. Dios pareciera decirnos que lo que aún no es claro durante nuestra existencia finita, será entendible una vez que seamos bendecidos con la perspectiva divina de la eternidad.

Puede que quienes están de duelo por sus seres queridos encuentren difícil ver la muerte como algo positivo; para ellos representa una pérdida atroz. Pero para los fallecidos, la muerte no es un problema, sino una solución al problema. Para la persona involucrada, la muerte es el comienzo de todas las respuestas

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