Una vida con restricciones

3 min de lectura

Si es cierto que menos es más, ¿por qué el judaísmo tiene tantas restricciones?

Si creemos en Dios —un Dios justo, amoroso y compasivo— entonces también creemos que el único interés de Dios es proveernos. Porque después de todo, si Él es perfecto, ¿qué podría necesitar o querer de nosotros? Él no tiene necesidades ni deseos. Por definición, perfección significa que no falta nada en absoluto. Y si no hay nada que le podamos dar a Dios, ¿cuál es nuestro propósito aquí?

Así, vemos que si lo único que Dios "quiere" es darnos nuestra "tarea", entonces es encontrar la mejor manera de aceptar y utilizar todos los regalos que Él nos da, ¡y aprovecharlos al máximo!

¿Cuál es el método de Dios para darnos el máximo de los placeres de la vida? ¿Qué receta nos dio para GARANTIZAR que disfrutemos y apreciemos cada posibilidad de satisfacción y felicidad en este mundo?

En una palabra… restricción. ¿En dos? Restricción temporaria.

Me gusta mucho la carne. ¿Pero comer carne todas las noches? No, gracias.

¿Ah?

Por más sorpresivo que parezca, la restricción es el regalo más importante que se le dio a la humanidad, un regalo que nos da la posibilidad de disfrutar cada experiencia positiva en este planeta.

Por ejemplo: me gusta la carne. Muchísimo. Costilla, filete, bife, cualquier corte. Especialmente si está cocinado a término medio. Pero trata de comer eso todos los días. No es lo mismo, ¿verdad?

¿Te gustan los Beatles? ¿Metallica? ¿Bach? Trata de escucharlos todo el día, todos los días…

¿Qué ocurre con tu nivel de placer? ¿Permanece igual? ¿Aumenta? ¿Es ese el mejor método para obtener la mayor cantidad de placer de la carne? ¿De Metallica? ¿De una montaña rusa? ¿De una puesta de sol? ¿De las vacaciones? ¿De un buen sitio de internet? ¿De un partido de fútbol? ¿De dormir hasta media mañana? (Ok, he llegado demasiado lejos).

Cuando Dios nos dio el gran manual de instrucciones para la vida, también conocido como la Torá, incluyó en él 613 reglas, también conocidas como mitzvot. Esos son los ingredientes que, cuando los obedecemos, contienen la fórmula para el mayor disfrute en este mundo. Pero sólo 248 de las mitzvot son positivas, cosas que se deben hacer. Y 365 son cosas que no se deben hacer. Ok, podemos llamarles prohibiciones si quieres. Sí, efectivamente éstas representan a cada uno de los días del calendario solar. Junto a esas restricciones hay una multitud de "restricciones temporarias"; todo esto conforma el más increíble manual para lograr el máximo placer.

Tan valiosa es esta prescripción, que te costaría muchísimo encontrar UN SOLO placer en este mundo que no esté debidamente prohibido, al menos por un tiempo. ¿Por qué? No para castigarnos, coartarnos, frustrarnos o restringir nuestro estilo de vida. ¡Todo lo contrario! Es para asegurar que nos estamos portando como corresponde y que no estamos abusando de ninguno de los beneficios que este mundo tiene para ofrecer, pues en caso contrario estaríamos atenuando contra la verdadera emoción y disfrute que podría producir cada experiencia.

Las experiencias que tienen el potencial de dañar nuestro cuerpo y alma siempre están prohibidas – aunque puedan parecer tentadoras o divertidas. Tal como ya explicamos, esto es porque podrían interferir en nuestro plan para obtener el placer más grande y duradero. Pero incluso las cosas cotidianas, que se nos dan específicamente para que disfrutemos, nos son privadas en ocasiones.

Por supuesto que el autocontrol también podría funcionar, pero la restricción "legalizada" es mucho más efectiva (y, por lo tanto, más placentera). Sugerirles a tus hijos que "se acuesten temprano" durante las noches siguientes para que recuperen el sueño no funcionaría tan bien como imponer un toque de queda temporario y mantenerlo.

Los padres saben que lo peor que le puedes hacer a un niño es nunca decirle "No".

Por ejemplo: a algunas personas les puede parecer terriblemente opresivo el hecho de no comer pan durante ocho días (Pesaj). Pero para cualquiera que haya disfrutado esa "primera porción de PPP (Pizza Posterior a Pesaj)" sabe lo indescriptiblemente memorable que puede llegar a ser. Es una fresca apreciación de eso a lo que habitualmente nos acostumbramos con facilidad.

Se me vienen a la mente muchos otros ejemplos. La música (durante periodos de duelo personal o nacional), el trabajo creativo (en Shabat y las festividades), el refugio cómodo (Sucot), comer (Iom Kipur y otros días de ayuno), teléfonos, videos y computadoras (Shabat) son algunos de los placeres más obvios que están temporariamente restringidos.

Un padre realmente bueno sabe muy bien que lo peor que le puedes hacer a un niño es nunca decirle "No". ¿Quieres que se aburra de ese fantástico, súper divertido, súper novedoso juego? Deja que juegue con él todo el día… todos los días. Luego mira como su interés se desvanece hasta desaparecer. La vida sin restricción es incolora, aburrida y carente de inspiración. Quizás estamos comenzando a reconocer que el hecho de limitar las cosas que hacemos, le agrega brillo, pasión y vigor a la aventura que llamamos vida.

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