Vida después de la muerte

8 min de lectura

Perspectivas judías sobre el libro éxito de ventas “La Prueba del Cielo”.

El Dr. Eban Alexander es un neurocirujano académico cuyas credenciales incluyen haber enseñado en la Escuela de Medicina de Harvard durante 15 años. Él no creía en conceptos espirituales como el alma, la vida después de la muerte y los fenómenos sobrenaturales. Como escribe en su libro éxito de ventas La Prueba del Cielo:

Al igual que muchos otros científicos escépticos, yo me rehusaba incluso a revisar la información relevante para responder las preguntas concernientes a estos fenómenos. Yo prejuzgaba la información y a quienes la proveían, porque mi perspectiva limitada no conseguía imaginar ni remotamente que tales cosas podrían realmente ocurrir.

Luego, a los 54 años, el Dr. Alexander sufrió un ataque virulento de meningitis bacteriana. La meningitis bacteriana ataca primero la corteza del cerebro, la parte del cerebro que es responsable por la memoria, el lenguaje, la emoción, la conciencia visual y auditiva y la lógica. Durante siete días, el Dr. Alexander yació en coma, completamente adormecido. Luego, justo cuando sus doctores (que eran también sus colegas) estaban a punto de desconectarlo, recuperó la consciencia y logró gradualmente una recuperación completa.

Recuperado, estaba ansioso por hablar acerca de sus vivencias en los mundos espirituales mientras estaba en estado comatoso. A pesar de haber escuchado sobre experiencias cercanas a la muerte, el Dr. Alexander, siendo un científico que estudia el sistema nervioso, descartó esos relatos considerándolos alucinaciones generadas por el cerebro, porque la mayoría de las experiencias cercanas a la muerte son vividas por pacientes durante un paro cardiaco, momento en el que el corazón deja de funcionar pero el cerebro continúa haciéndolo. Sin embargo, en su propio caso, señala que la corteza —la única fuente posible para experimentar percepciones interactivas tan ricas y detalladas— no estaba funcionando en absoluto.

La Prueba del Cielo estuvo en la lista de bestsellers del New York Times durante semanas. El libro y su autor se convirtieron en un fenómeno cultural muy pregonado. Él fue entrevistado por Oprah, Joy Behar, "Good Morning America" y una cantidad de otros shows de TV y radio.

Muchos científicos prominentes han atacado el libro, afirmando que la corteza cerebral del Dr. Alexander no estaba realmente "apagada", o que lo que él vivió ocurrió durante el breve intervalo en que su corteza estaba despertando, o que sus "alucinaciones" fueron causadas por químicos producidos por la meningitis misma, etc.

Ciertamente no estoy calificada para sopesar evidencia científica a favor o en contra de las afirmaciones del Dr. Alexander. Sin embargo, sin dar crédito a la veracidad de su relato, los temas que trae a la mesa —la persistencia de la consciencia después de la muerte del cuerpo físico, la existencia de otros mundos y el lugar que el mal y el libre albedrío tienen en el cosmos— son temas que el judaísmo ha estado elucidando por más de 3.000 años.

Echemos un vistazo a lo que el judaísmo dice sobre la vida después de la muerte.

Que el mundo real pase al estrado

El relato del Dr. Alexander describe tres mundos distintos. El tercero y más "alto" de ellos es lo que él llama "Núcleo", en donde afirma haber vivido la presencia de lo Divino:

Yo continué avanzando e ingresé en un inmenso vacío, completamente oscuro, infinito en tamaño y sin embargo infinitamente reconfortante. Completamente negro como era, también estaba desbordando de luz…

El judaísmo explica que hay muchos mundos o dimensiones. El mundo que conocemos, al cual el judaísmo se refiere como Olam Hazé, 'Este Mundo', es el más bajo de todos los mundos. Los mundos superiores son completamente espirituales. Sólo en este mundo la energía se ha condensado en materia física. El tiempo y el espacio operan únicamente en este mundo.

En el Talmud hay muchos relatos de almas ascendiendo al Olam Habá, el 'Mundo Venidero'. En un relato (Pesajim 50a) Rabí Yosef el hijo de Rabí Iehoshúa ben Leví murió, y luego volvió a la vida. Describió lo que había visto allí, y su padre, un gran sabio, verificó su exactitud. En otros relatos talmúdicos, un sabio, por medio de algún tipo de proceso de meditación, pudo acceder a los mundos más elevados y luego volver a su cuerpo, no teniendo nada que ver con la muerte.

El Dr. Alexander utiliza repetidamente las palabras "vasto" e "infinito" para describir el "Núcleo". El judaísmo explica que los mundos superiores son realmente infinitos en alcance. Comparado al Mundo Venidero, Este Mundo es insignificante. Como fue escrito en la Ética de los Padres, dos mil años atrás: "Este Mundo es como un corredor que lleva al Mundo Venidero".

"Corredor" tiene dos implicaciones. La primera es el tamaño. El corredor que lleva a un edificio siempre es mucho más chico que el edificio mismo. Para tener una idea de la insignificancia de este mundo comparado a los mundos superiores, imagina un rascacielos de 200 pisos. Ahora imagina que el lobby de la planta baja tiene piso de mármol, de 1 cm. de espesor. Ese piso de mármol es comparable a las dimensiones de Este Mundo: una capa densa y delgada en la parte inferior del cosmos.

"Corredor" también implica propósito. El corredor tiene un propósito: llevar a la persona al edificio. Este Mundo, pequeño como es, tiene un objetivo crucial: llevar a los seres humanos al Mundo Venidero. Como la Ética de los Padres continúa: "Arréglate en el corredor, para poder entrar a la sala de fiestas". A pesar de que el corredor es sólo una entrada a la sala de fiestas, es la única entrada a la sala de fiestas. Sólo rectificándose en Este Mundo, haciendo uso de su libre albedrío, un ser humano puede entrar al Mundo Venidero, así como será explicado a continuación.

(A pesar de que los mundos elevados tienen muchas dimensiones, para nuestro tema sólo hablaremos sobre "el Mundo Venidero", ese mundo al que van las almas después de la muerte del cuerpo).

La característica distintiva de Este Mundo es que, en él, Dios está oculto.

El judaísmo llama al Mundo Venidero "el Mundo de la Verdad". Y el mundo en el que nos encontramos es el mundo de la falsedad y la ilusión, porque Dios pareciera estar ausente y la Unidad Divina está escondida detrás de un velo de multiplicidad. La palabra hebrea para 'mundo', olam, comparte la raíz con la palabra hebrea para 'oculto'. La característica distintiva de Este Mundo es que, en él, Dios está oculto.

El premio gordo

Este Mundo tiene una (¡y sólo una!) ventaja sobre los otros: Este es el único mundo en el que el alma puede cambiar, crecer y elevarse. La vida en este mundo puede ser comparable a ganarse el Premio Gordo del Supermercado. Tienes 20 minutos para agarrar todo lo que puedas. Corres por los pasillos echando en tu carrito todos los ítems de lujo que ves. Pero cuando suena la campana, se acabó. ¡Pobre el que sólo tenga medio carrito lleno de pan viejo!

Un principio fundamental del judaísmo es que los seres humanos tienen libre albedrío en la esfera moral. Mientras que nuestras preferencias e inclinaciones son determinadas por herencia y por el entorno, la elección entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo bueno y lo malo, es nuestra. Cada vez que elegimos honestidad por sobre engaño, generosidad por sobre egoísmo, o fidelidad por sobre traición, nos refinamos. Al elegir consistentemente el bien sobre el mal, nos convertimos en los seres refinados que pueden disfrutar la Luz de la Presencia Divina en el Mundo de la Verdad.

El Mundo Venidero es completamente espiritual, sin rastros de materialidad. No es un buffet en el cual uno puede comer sin parar. Este es un punto crucial. Si una persona dedica su vida a disfrutar de placeres materiales y sensoriales, ¿considerará que una eternidad en el Mundo Venidero —sin iPhones, películas, autos de lujo, comida gourmet, vinos añejos y estimulación sensorial— es un paraíso o un infierno? Imagina que invitas a una persona cuya apreciación musical se limita al rock pesado a un concierto de cuatro horas de música clásica, y entenderás por qué las elecciones en Este Mundo determinan nuestra capacidad de disfrutar el Mundo Venidero. Nuestras elecciones morales en Este Mundo determinan cómo viviremos en el Mundo Venidero.

El libre albedrío puede existir en Este Mundo sólo si Dios enmascara Su presencia. Si el maestro está parado a tu lado durante el examen, no puedes elegir libremente si hacer trampa o ser honesto. Sólo cuando el maestro deja el aula es que tu libre albedrío entra en juego. Este Mundo es exactamente como un aula de examen. Y esa es la razón por la que Dios debe aparentar estar ausente.

El Dr. Alexander lo escribe de esta forma:

Vi la tierra como un pálido punto azul en la inmensa oscuridad del espacio físico. Podía ver que la tierra era un lugar en donde el bien y el mal se mezclaban, y esto constituía una de sus características distintivas. Incluso en la tierra hay mucho más bien que mal, pero la tierra es un lugar en el que se permite que el mal gane influencia de una manera que sería absolutamente imposible en niveles más elevados de existencia. Que ese mal tenga, ocasionalmente, la mejor mano, es sabido y permitido por el Creador como una consecuencia necesaria para darles el regalo del libre albedrío a seres como nosotros.

…El libre albedrío tiene una importancia central para nuestra función en la realidad terrenal: una función que, como todos descubriremos algún día, cumple el elevado rol de permitir nuestro ascenso en la dimensión atemporal alternativa.

En el momento posterior a la muerte, lo único que tenemos es la persona en la que nos hemos convertido a través de nuestras elecciones. La erudición judía está llena de historias sobre el "tribunal celestial". Esto se refiere a la rendición de cuentas que toda alma atraviesa cuando repasa todas sus elecciones durante su vida. Los "fuegos del infierno" son los ardorosos arrepentimientos que siente nuestra alma cuando, desde su punto celestial privilegiado en el Mundo de la Verdad, reconoce las oportunidades de crecimiento que no aprovechó y las elecciones equivocadas que hizo. Después de dejar el cuerpo, es demasiado tarde para cambiar.

El atentado terrorista de boston

Estas verdades espirituales no son elucubraciones meramente teológicas; son un marco para entender algunos aspectos de la tragedia de la maratón de Boston.

Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev, los terroristas que asesinaron y mutilaron a docenas de civiles inocentes, son responsables por sus elecciones. Las autoridades, basadas en investigaciones preliminares, están llamando a los hermanos "jihadistas auto radicalizados". El término es adecuado; la elección de dirigirse hacia el mal, de digerir literatura agresiva, de exponerse a ideologías déspotas, de hacerse apóstoles del odio, de adoptar una creencia de crueldad y de infligir heridas a otras personas, viene de ellos mismos. Los animales matan por instinto; sólo los seres humanos pueden elegir la crueldad.

Muchas personas están perplejas por Dzhokhar, el hermano menor. El terrorista Tamerlan mayor encaja con nuestro estereotipo de terrorista potencial: supuestamente no tenía amigos y una vez fue arrestado por golpear a su novia. Ahora se sospecha que también asesinó a su compañero de cuarto y a otros dos hombres judíos en 2011. Por otro lado, Dzhokhar tenía muchos amigos, que lo describieron como un chico universitario típico, normal. En una foto luce angelical; es difícil reconciliar sus malvadas acciones con su personalidad de "chico bueno".

Los seres humanos normales, como tú y yo, podemos elegir entre el heroico bien y el despreciable mal.

Esto recuerda un tratado de Hannah Arendt en The Banality of Evil. La Sra. Arendt fue una periodista que cubrió el juicio de Adolf Eichmann, el nazi responsable de la muerte de cientos de miles de judíos húngaros. Ella esperaba ver un demonio escupiendo improperios nefarios y llenos de odio. Para su incomodidad emocional, encontró en Eichmann un blando burócrata, más banal que bestial.

Este es el punto de la enseñanza judía del "libre albedrío". Los seres humanos normales, como tú y yo, podemos elegir entre el heroico bien y el despreciable mal. Por supuesto, las elecciones extremas no son hechas de un tirón. Cada vez que renuncias a tu propio placer para ayudar a alguien, o admites la verdad a costa de tu ego, te mueves hacia el bien. Cada vez que justificas el herir a alguien o dices mentiras para protegerte, te mueves hacia el mal. Te creas a ti mismo con tus pequeñas elecciones diarias. Dzhokhar Tsarnaev pudo haber elegido rechazar la maldad de su hermano mayor en lugar de abrazarla.

Esto nos trae a quizás la pérdida más dolorosa del atentado de Boston: la muerte de Martin Richards, de 8 años. Sin lugar a dudas, era un niño con atributos personales excepcionales. Él plasmó sus valores en un cartel: "BASTA DE LASTIMAR PERSONAS". Nuestros corazones se suman a la familia y a los amigos de Martin en su profundo sufrimiento.

Al mismo tiempo, si entendemos la realidad de los mundos más elevados, sabemos que el alma de Martin Richard continúa viva y bien allí, disfrutando la bendición de la presencia manifiesta de Dios. El judaísmo lamenta la muerte porque interrumpe la posibilidad de repararse a uno mismo en Este Mundo. Sin embargo, algunas almas tienen muy poco que reparar. No hay necesidad de que ellas se queden esperando en el corredor.

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