Eclipse total: Experimentando el poder de Dios

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El poder de la totalidad y vivir completamente el momento.

Con mi familia acostumbramos a hacer un viaje cada verano. Este año elegimos viajar a Casper, Wyoming, para experimentar el eclipse total de sol; 2 minutos y 26 segundos en los cuales la luna cubre completamente el sol. La temperatura desciende, los pájaros se quedan en silencio, aparecen las estrellas y se observa el panorama de una puesta de sol en 360 grados. Se trata nada más y nada menos que de un encuentro físico con Dios.

Observamos el eclipse acompañados por una cantidad de astrónomos veteranos y amateurs. En tres horas, estos astrónomos le enseñaron a mi familia más sobre el sistema planetario de lo que podríamos haber aprendido durante todas nuestras vidas.

La tensión aumentaba mientras íbamos descontando los segundos hasta experimentar lo inimaginable. Con el 80% del sol cubierto por la luna, pudimos sentir que la temperatura bajaba y el viento se volvía más fuerte. Cuando el 90% estaba cubierto sentimos que la luz del sol se debilitaba, como en un día de invierno al caer la tarde. Un minuto antes de llegar al eclipse total, notamos que el horizonte occidental comenzaba a oscurecer y una sombra gigante avanzaba hacia nosotros. Fue imposible ver el comienzo de la sombra que nos envolvió a 2.768 kilómetros por hora.

Entonces todos los presentes exclamamos “Ooooh” y “Aaaaah” mientras la luna cubría completamente el sol en la visión más espectacular que tuve en toda mi vida.

La luna, físicamente invisible hasta ese momento, se colocó perfectamente delante del sol y surgieron rayos blancos de luz de los 360 grados de la circunferencia del sol, por afuera de los bordes de la luna oscura. Parecía que habían ocupado todo el cielo.

Entonces aparecieron las estrellas, junto con Venus y Saturno. ¡Estábamos viviendo la totalidad del eclipse! Fueron los 2 minutos y 26 segundos más rápidos y espectaculares de mi vida.

No queríamos que terminara. Como el sonido del shofar en el servicio de Neilá al final de Iom Kipur, cuando uno desea permanecer para siempre aferrado a esa cercanía, sintiendo el abrazo afectuoso de Dios.

Fue una experiencia paranormal. A pesar de todo lo que me había preparado para ese instante, fue completamente surreal. A nuestro alrededor todos estaban en un estado alterado. Sorprendidos. Eufóricos. Aferrándose al momento. Incluso los veteranos observadores de eclipses estaban anonadados. Sentí que pude vislumbrar a Dios revelando Su Presencia sobre la tierra.

Los astrónomos nos dijeron que antes de llegar a la totalidad del eclipse uno debe tener un plan. ¿Cómo se puede aprovechar al máximo esos 146 segundos? ¿Qué es lo que vas a ver, registrar, pensar? Cada uno debe saber cómo aprovechar su tiempo. Pero, ¿acaso hacemos eso en la vida cada 146 segundos? ¿No deberíamos hacerlo? La mayor parte del tiempo no lo aprovechamos de manera planeada, dando por sentado que tendremos otros 146 segundos, horas, días o meses.

Desearía poder estar siempre en ese estado mental de ‘realidad total’. Nadie estaba pensando en otra cosa. Los celulares estaban fuera de la vista.

Yo hice hincapié en decir el Shemá. Quería aferrarme a ese momento para siempre y conectarlo a mi relación con Dios. Observé a mis hijos y a mi esposa, Rajel. Ellos estaban en sus propios mundos, tratando de procesar lo que estaban viendo.

Queríamos aferrarnos a ese instante para siempre. Nunca olvidaré ese momento y siempre le agradeceré a Dios por la oportunidad que tuve. Pero en verdad Dios nos da el poder de la totalidad en cada segundo con todas las bendiciones con las cuales llena nuestras vidas, sólo es necesario que nos detengamos y lo consideremos.

Hoy Dios nos otorgó un regalo especial. Deseo poder llevarlo conmigo a Rosh Hashaná, a Iom Kipur y a mi sucá, ¡y por el resto de mi vida!

Quiero estar cada día totalmente con mi Creador. Quiero tener conciencia. No quiero soñar despierto, sino estar siempre emocionado por la vida. Quiero aspirar a cosas que sean tan importantes y significativas que la mezquindad y la decepción no tengan espacio en mi mente.

El eclipse me enseñó que uno puede tener el sol, la luna y la tierra en diferentes órbitas y en un raro momento de sincronía, ellos pueden crear un fenómeno que parece estar fuera de toda probabilidad.

Lo mismo ocurre en nuestras vidas cuando enfrentamos desafíos y tratamos de resolver tantos dilemas. Después de mucho esfuerzo moviendo las piezas, ellas se unen en una solución armoniosa que está fuera del alcance de nuestra imaginación. De hecho, a veces miramos hacia atrás nuestras propias vidas y comprendemos que ciertas situaciones se resolvieron por sí mismas, eclipsando el tema por el cual estuvimos tan preocupados.

¿Acaso no es este el máximo mensaje para las Altas Fiestas? En un instante… ¡expiación! Que puedas alcanzar el poder de la totalidad en tu vida.

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