El Holocausto y Nagasaki: Una increíble historia de amor

6 min de lectura

Con fe y coraje, el amor de John y Sonja Franken estaba destinado a ocurrir.

John y Sonja Franken eran dos sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial. Sonja, una judía holandesa, sobrevivió a los campos de concentración de la Europa nazi, incluso a Auschwitz. Ella enfrentó tres veces la muerte en las cámaras de gas y sobrevivió milagrosamente. John, un holandés nacido en lo que eran las Indias Orientales holandesas, fue un prisionero de guerra en Japón y trabajaba en un campo de trabajos forzados en Nagasaki cuando los norteamericanos dejar caer allí la bomba atómica. También él sobrevivió.

Ambos sufrieron inimaginable crueldad en rincones opuestos del mundo bajo las circunstancias más extraordinarias y encontraron un amor duradero en contra de todas las probabilidades. Ellos dicen que era bashert, estaba destinado a ocurrir.

Sonja creció en un hogar judío tradicional, donde se observaban con enorme alegría, devoción y respeto el Shabat, las festividades y las leyes de la Torá. Su padre, Abraham, era un carnicero kasher y su madre, Mietje, se quedaba en la casa para educar a los niños y dirigir el hogar. Sonja dijo: “Éramos pobres, pero muy felices”.

La infancia feliz se interrumpió repentinamente cuando Sonja tenía 15 años: los nazis la llevaron junto con su familia al Campo Vught, un campo de tránsito en la parte sur de Holanda. Este fue el primero de los 11 campos de concentración que Sonja debió soportar.

Sonja con su uniforme de enfermera.

Al llegar a Vught, Sonja fue separada de sus padres, de sus dos hermanos y de la mayor de sus tres hermanas. Lamentablemente nunca los volvió a ver. Después de la guerra supo que los habían llevado a Sobibor, donde los exterminaron de inmediato.

Sonja y sus otras dos hermanas, Ro y Ali, comenzaron a realizar trabajos forzados en la planta de ensamblaje de radios de la compañía electrónica Phillips. Durante el tiempo que estuvo en el campo, Sonja pasó rápidamente de ser una jovencita vergonzosa a ser una mujer audaz y valiente que arriesgó su vida para salvar las vidas de unas gemelas idénticas destinadas a sufrir las maldades del Dr. Mengele. Ella también salvó la vida de su hermana mayor en la marcha de la muerte a través de las montañas de Checoslovaquia, en uno de los inviernos más crudos que hubo en más de cien años. Incapaz de soportar el frío, el hambre y el cansancio, Ro, su hermana mayor, estaba dispuesta a darse por vencida y dejarse morir. Sonja no se lo permitió. Ella salvó la vida de su hermana arrastrándola sobre su espalda y transportándola el resto del camino.

La guerra terminó para Sonja en mayo de 1945, cuando su campo fue liberado por la Cruz Roja sueca. De inmediato ella y sus hermanas fueron transportadas a Suecia, donde se recuperaron durante un año. A continuación Sonja regresó a Holanda, y trabajó en Ámsterdam para un hogar judío para ancianos y enfermos llamado el Joodse Invalide. Sonja ansiaba encontrar a su verdadero amor y tener una familia.

Josh nació el 10 de abril de 1922 en lo que eran las Indias Orientales holandesas, ahora conocido como Indonesia. Sus padres, Rosette y Leopold Franken, eran judíos holandeses de Ámsterdam que se habían ido a las Indias Orientales en busca de una mejor calidad de vida, tal como lo hicieron muchos holandeses en esa época.

A los 18 años John se enroló en la fuerza aérea de la marina holandesa y cuando todavía se encontraba en el campo de entrenamiento fue capturado por los japoneses y se convirtió en un prisionero de guerra. Primero lo llevaron a un campo de prisioneros en Indonesia, donde experimentó tortura, hambre y fue testigo del asesinato de otros prisioneros de guerra.

John con el uniforme de la marina de Holanda.

Después llevaron a John a Nagasaki, donde trabajó de forma forzada en los astilleros. Tres meses antes del fin de la guerra, John fue transferido a las minas de carbón. Como resultado, cuando cayó la bomba en Nagasaki estaba a cientos de metros debajo de la tierra. Eso le salvó la vida. Él te diría que eso fue bashert, estaba destinado a ocurrir.

Después de la guerra, John inmigró a Montreal, Canadá, para trabajar como mecánico de aviones para Canadair y vivió el resto de su vida como un canadiense orgulloso.

John y Sonja se conocieron por correspondencia, a través de un amigo común, y se enamoraron a través de cartas y del intercambio de fotografías entre Montreal y Ámsterdam. Su hija Roslyn encontró todas las cartas de amor después del fallecimiento de Sonja y las tradujo al inglés. Ella incluyó párrafos de esas bellas cartas de amor en el libro Meant to Be: A True Story of Might, Miracles and Triumph of the Human Spirit, que cuenta la inolvidable historia de sus padres.

En 1983, a los 56 años, le diagnosticaron a SOnja una extraña forma de cáncer. Los médicos le dijeron que no le quedaban más que dos años de vida. Ella le dijo al cirujano: “¿Ve el número que tengo en mi brazo por haber estado en Auschwitz? Hitler no pudo conmigo, el cáncer tampoco me va a vencer. Tengo demasiadas cosas por las que tengo que vivir”.

Con el mismo espíritu de lucha que la mantuvo durante la guerra, Sonja desafió todos los libros que sus médicos conocían sobre esa clase de cáncer. Ella vivió otros 21 años.

A los 67 años, John sufrió un ataque cardíaco masivo y le hicieron un bypass quíntuple. Le dijeron que si vivía otros 15 años debía estar satisfecho. Vivió otros 27 años. Cuando falleció a los 94 años el 15 de junio del 2016, fue reconocido como el último prisionero de guerra canadiense que sobrevivió a la bomba atómica de Nagasaki. Roslyn pudo ver cómo enfrentaron sus enfermedades fatales con la misma fe y fortaleza que los mantuvo durante la guerra.

A los 29 años, Roslyn fue diagnosticada con un linfoma Hodgkin con un tumor sobre la arteria principal en el cerebro. Tras el shock y el susto inicial, ella se inspiró en la actitud de sus padres de “sigue adelante y nunca te des por vencido” para su propia lucha para vencer el cáncer y para superar muchos otros obstáculos en su vida.

En octubre de 1995, Roslyn recibió el último tratamiento de sus 9 meses de quimioterapia y se liberó del cáncer. Hoy, a los 54 años, disfruta de una vida sana y feliz. Al mirar hacia atrás, siente que su batalla contra el cáncer le dio mayor fortaleza interior, más valoración por la vida y continúa dándole empuje para educar e inspirar a otras personas a tener una vida mejor y un mundo mejor al compartir la historia de su familia de supervivencia y triunfo sobre la tragedia.

Roslyn está comprometida a relatar la historia de su familia para lograr que los demás reflexionen sobre la memoria colectiva de uno de los momentos más horribles de la historia humana que nunca debe ser olvidado. Ella le recuerda a la gente los peligros de la discriminación y de la indiferencia y a lo que puede llevar ese nivel de odio y maldad si no hacemos todo lo que esté a nuestro alcance para detenerlo. Al relatar los ejemplos de sus padres de fuerza, fe, valoración y de tener una actitud positiva hacia la vida tras haber sido testigos de lo peor de la humanidad, Roslyn inspira a los demás con un mayor sentido de esperanza, gratitud y coraje para mejorar sus propias vidas y ayudar a hacer que nuestro mundo sea un lugar mejor.

Roslyn Franken

“Mis padres me enseñaron que todos tenemos una opción. Podemos elegir amargarnos o podemos elegir ser mejores. Mis padres eligieron ser mejores”, dice Roslyn.

La historia de los padres de Roslyn fue el tema de un documental televisivo de la CBC nominado para el premio Gemini y Five Star Studios Inc. trabaja en una adaptación cinematográfica del libro de Roslyn, Meant to Be. Roslyn viaja por todo el mundo para contar su historia a diversas audiencias. Para más información, www.RoslynFranken.com

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