El espía musulmán que se convirtió al judaísmo

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Avraham Sinai era un informante de Hezbolá que arriesgó su vida por Israel.

Crecí en un hogar musulmán no religioso en una pequeña aldea en el Líbano. El gobierno libanés tenía una visión occidental y mi familia lo apoyaba. Pero el gobierno de Beirut era muy débil, y en realidad, terroristas palestinos gobernaban la zona. Ellos nos acosaban y castigaban de varias formas debido a nuestras opiniones políticas.

En 1982, el ejército israelí llegó al Líbano y la vida mejoró. Incluso antes de que llegaran, yo admiraba a Israel. Podía ver las montañas del norte de Israel desde el Líbano y deseaba poder ir allí. Parecía tan pacífico. No como el Líbano. Nuestras vidas antes de que llegaran los israelíes estaban llenas de terror. Los israelíes mejoraron nuestra calidad de vida de muchas formas. El ejército israelí restauró el orden. Repentinamente todos tenían trabajo, dinero, una buena vida y paz.

Por supuesto, también era beneficioso para ellos. Cualquiera que quería vivir en paz aceptaba felizmente la presencia israelí. Hay un dicho en árabe: "Si tu vecino está feliz, entonces tú estás feliz también".

A los ojos de los terroristas yo era un traidor y un espía.

Con el tiempo, establecí buenas relaciones con los soldados israelíes. Me conecté con ellos. Ellos eran buenos con nosotros y yo quería devolverles el favor. Si veía actividad terrorista, le decía a los soldados, así que básicamente podrías decir que me convertí en un informante. Sí, a los ojos de los terroristas yo era un traidor y un espía. Pero yo quería tener una aldea tranquila, una vida normal. Las actividades de los terroristas dificultaban la vida de los lugareños. Yo quería ayudar a deshacernos de ellos.

En 1983, Hezbolá comenzó a perpetrar más ataques en contra de Israel, igual como Hamás hace ahora. En realidad los terroristas de Hezbolá son los mismos palestinos, solamente se cambiaron su nombre a Hezbolá para recibir apoyo Shiita, ya que el área tiene una mayoría Shiita. Mi familia es Shiita, pero nosotros continuamos rechazando a los radicales y Hezbolá comenzó a acosar a mi familia más y más, porque ellos sabían lo que pensábamos de ellos. No confiaban en nosotros.

Encarcelación

En 1985, Hezbolá intentó asesinar a toda mi familia, así que escapamos a un pueblo al sur del Líbano, cerca de la base militar israelí que controlaba la zona. De día, los hombres de nuestra familia se ocupaban de negocios en nuestra aldea, pero de noche regresaban a la seguridad del sur. Hasta que un día Hezbolá nos tendió una emboscada en nuestra propia casa. Mi padre, yo y dos de mis hermanos fuimos secuestrados. Fuimos encerrados en un búnker bajo tierra. Fuimos retenidos ahí durante un año entero. Fue muy difícil. Me torturaban a menudo, me cortaban con cuchillos y lo peor fue cuando quemaron vivo a mi bebé de nueve meses frente a mis ojos. No puedes imaginar el sufrimiento que experimenté allí.

Durante ese año, tuve mucho tiempo para reflexionar. Yo había crecido en un hogar musulmán no religioso; nunca fui a una mezquita. Ni siquiera teníamos una mezquita en la aldea. De niño, nunca leí el Corán, así que no sabía mucho de la religión. En el búnker encontré un Corán y comencé a leerlo. Quería saber en qué creía Hezbolá. Quizás ellos tenían razón y yo era ignorante. Para mi sorpresa, descubrí que lo que ellos predicaban no estaba en el Corán.

El Corán no hace mención de ser mártir o de luchar contra los judíos. Eso es una invención de los terroristas extremistas. De hecho, de acuerdo al islam, alguien que comete suicidio no puede ser enterrado en un cementerio musulmán. Toda la violencia islámica es por razones políticas, cuando comenzaron a mezclar religión y política. No hay nada escrito sobre luchar. Lo que sí encontré, en los primeros capítulos, fueron todas estas increíbles historias sobre los patriarcas judíos, sobre el Éxodo de Egipto, sobre la entrega de la Torá (el Corán incorpora mucho del Jumash, con algunos cambios específicos de acuerdo a la creencia islámica). Comencé a creer que Dios me estaba cuidando y no quería que yo muriera. Mi vida estaba en Sus manos.

Decidí intentar unirme al círculo interno de Hezbolá con la esperanza de ayudar a Israel.

Después de un año en el búnker, nuestros captores nos liberaron creyendo que todos nos habíamos convertido en verdaderos creyentes de la causa de Hezbolá. Lo primero que hice fue ir a la mezquita, pero cuando escuché al jeque decir: "Si cometen suicidio y se convierten en un shahid (mártir) serán escoltados sobre un río de fuego e irán al cielo" pensé para mí mismo: “Si todo es tan bueno ahí, ¿Por qué no va el jeque?”. Además, ahora había leído el Corán y sabía que lo que estaba diciendo no tenía ninguna base. Después de lo que aprendí mientras estuve encarcelado, sabía que no iba a seguir las exhortaciones de este jeque. Decidí hacer algo diferente: intentaría unirme al círculo interno de Hezbolá, con la esperanza de ayudar a Israel. Estaba decidido a librar a mi país de Hezbolá para que pudiéramos ser libres y practicar el verdadero islam.

Ingreso a Hezbolá

Al principio sospecharon de mis razones para unirme, así que les expliqué que todos los problemas políticos del pasado habían sido culpa de mis hermanos y que no debían culparme a mí debido a ellos. Pronto fui aceptado en sus filas y viví entre ellos. Vi todo. En un momento, incluso fui parte de un escuadrón de terroristas que planeaba atacar una base militar israelí. Esa era la oportunidad que yo estaba esperando. Escapé del campamento, pedí aventones, caminé y corrí, hasta que llegué a la base militar israelí en el sur. Reconocí a algunos de los soldados y les di la información. Había un israelí en particular que había estado en nuestra casa antes. Me reuní con él en privado y le conté que quería trabajar para Israel desde adentro de Hezbolá. Él intentó persuadirme de no hacerlo.

Él me dijo, "Ellos ya quemaron a tu hijo. Si te atrapan van a quemar a toda tu familia". Pero yo insistí. Le dije: "Mira lo que me hicieron. Déjame trabajar contigo. Los odio y quiero vengar a mi bebé".

Por supuesto, las FDI no contratan simplemente a cualquier musulmán libanés que quiere ser un espía para Israel. Tienen un riguroso sistema de chequeo de antecedentes y pruebas de personalidad. Pero después de varios meses de pruebas, me convertí en un infiltrado israelí en las altas esferas de Hezbolá.

Por razones de seguridad, no puedo discutir detalles de mi experiencia en Hezbolá. Lo único que puedo decir es que interferí con muchos de los planes de Hezbolá, evité ataques y salvé la vida de muchos soldados. Hice mucho. Dios quería que tuviera éxito.

Pero sí voy a contarles sobre el primer ataque que evité. Había 150 terroristas —incluyendo suicidas— que supuestamente entrarían a la base y asesinarían a muchos soldados israelíes y secuestrarían a otros. Yo sabía todo sobre esta operación: en dónde estaban los misiles; quién formaría parte de la operación; quién la planeó; qué vehículos se utilizarían. Entregué toda esta información y gracias a Dios, nuestras fuerzas se prepararon. El ejército enterró minas a lo largo del trayecto planeado antes del ataque, matando a muchos de los terroristas. Tengo muchas historias similares sobre cómo Israel lidió con esos despreciables hombres que tenían sangre en sus manos.

Trabajé desde dentro de Hezbolá por 14 años, desde 1986 hasta el 2000, ayudando a prevenir muchos ataques terroristas.

Trabajé desde dentro de Hezbolá por 14 años, desde 1986 hasta el 2000, ayudando a prevenir muchos ataques terroristas. Cada vez, atravesé 60 kilómetros de noche para reunirme con los israelíes y traspasar la información. Quería tanto a los israelíes que hacía un tremendo esfuerzo para llegar a ellos y llevarles las información. Yo sé que confiaban en mí para prevenir ataques y me sentía responsable de ser un conducto confiable y de llevarlas la mayor cantidad de información posible.

Cruzar del otro lado

En 1997 algunos miembros del grupo comenzaron a sospechar de mí. Sabía que mi tiempo en el Líbano estaba por terminar. Un movimiento en falso y me matarían. Era momento de realizar mi sueño y mudarme finalmente a Israel. Planificando rápidamente junto con los israelíes, mi esposa e hijos —que eran jóvenes en ese entonces— se encontraron conmigo en el control fronterizo y cruzamos. Nos asentamos en Tzfat. Seguí ayudando a las FDI, esta vez desde el otro lado de la frontera, por tres años más. Saber que mi familia estaba a salvo en Israel me estimuló a ayudar incluso más. Trabajé recaudando información con todas las fuerzas de seguridad: el ejército, el Shin Bet y el Mossad. Para ellos yo era mejor que cualquier soldado, porque conocía la zona y a las personas muy bien.

En la víspera de Iom Kipur en el año 2000, mi vida cambió nuevamente, esta vez espiritualmente. Estaba sentado en la entrada de mi casa con mi esposa y vi a todos mis vecinos yendo al shul. Le dije a mi esposa: "Una mezquita es la casa de Dios y una sinagoga también es la casa de Dios. Yo quiero ir ahí". Le pregunté a mi vecino si estaba permitido que yo fuera y él me dio una kipá pensando que yo era un judío no religioso.

El día después de Iom Kipur, regresé a trabajar y le conté a un amigo allí que fui al shul en Iom Kipur y que me hicieron sentir muy bienvenido. Él empezó a reírse. "¿Qué estás haciendo ahí?". A pesar de todo, empecé a ir más a menudo; me sentía atraído al judaísmo. Sentía que era parte de mi creencia, mi verdad. Llegué al punto en que quería convertirme, pero todos me dieron la espalda. Finalmente, después de gran esfuerzo y un largo tiempo estudiando, fui convertido por Rav Shmuel Eliyahu, el Gran Rabino de Tzfat.

Hoy en día somos una familia religiosa normal. Cualquiera que me ve a mí o a mis hijos no podría adivinar nuestro pasado.

Mi esposa también se convirtió. Hoy en día somos una familia religiosa normal. Cualquiera que me ve a mí o a mis hijos no podría adivinar nuestro pasado. Mis hijos ni siquiera pueden conversar en árabe. Pero ahora tenemos esta guerra en Gaza y recuerdo mis épocas pasadas. Yo sé cómo trabajan los terroristas, cómo piensa Hamás. No tienen metas excepto la destrucción. Su única intención es el terror y la destrucción. Incluso su propia autodestrucción es insignificante para ellos. Paz no es lo que buscan. Con ellos es todo o nada. He lidiado con terroristas suicidas. Ellos no piensan como humanos. Ellos no se quieren a sí mismos, es por eso que tratan a otros con total desconsideración.

Les hemos dado tantas opciones para hacer la paz. Trabajamos con Arafat y Abbas. Israel quiere tanto la paz y, ¿qué recibimos a cambio? Decenas de células terroristas y túneles. Recuerda, Hamás no está peleando sólo en contra de los judíos. Están peleando contra la Autoridad Palestina también. Ellos solamente quieren pelear. Eso es todo lo que los terroristas saben hacer. Sus vidas no tienen propósito. Con la ayuda de Dios seremos fuertes y venceremos.

Aún tengo conexiones en el Líbano. Hablo con mi familia y amigos. También conozco a muchos árabes aquí en Israel y créanme, la mayoría de ellos quiere vivir en paz y tranquilidad. Creo que el 90% preferiría vivir bajo Israel que bajo mandato árabe.

Por cierto, mi familia en el Líbano está muy orgullosa de mí y de que he elegido un camino agradable para vivir mi vida. Estamos en contacto y hablamos a menudo. El Corán respeta al judaísmo. Si no crees en Moshé, no crees en el islam. Escoger el judaísmo no va en contra del Corán. ¿Grupos islámicos terroristas que están asesinando a miles en Siria para crear un Estado Musulmán? Eso es ir en contra del Corán.

Las personas me preguntan si tengo miedo, si he recibido amenazas de Hezbolá. Yo sé que si pudieran me matarían. He escuchado que me están buscando. Pero no me preocupa. Me siento seguro aquí. Dios me puso aquí y mi alma le pertenece a Él.

Este articulo apareció originalmente en ingles en Ami Magazine.

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