El rabino que estuvo 4 meses conectado a un respirador finalmente saldrá del hospital

6 min de lectura

Una entrevista con Sarah Dukes, cuyo esposo casi muere por causa del COVID-19.

Yudi Dukes regresa a casa. Después de haber estado internado cuatro meses por COVID-19, el Rabino Yehudá "Yudi" Dukes, 39, muy pronto saldrá del Centro Médico Langone, donde estuvo desde marzo del 2020. Su siguiente destino es un centro de rehabilitación y de allí, finalmente, regresará con su esposa Sarah y sus seis hijos a Cedarhurst, Nueva York.

"En el horizonte se ve un final feliz" afirma Sara Dukes esperanzada. En una entrevista exclusiva con AishLatino.com, ella explicó cómo logró mantener su fe e inspirar a innumerables personas en todo el mundo durante los largos meses en que su esposo estuvo gravemente enfermo.

No fue fácil. Yudi, el fundador y director de la red de estudio judío en línea JNet, estaba a costumbrado a ser activo y enseñar a los demás. Pero durante los últimos cinco meses no pudo hablar, caminar, ni siquiera moverse.

El hecho de que Yudi pueda respirar por sí mismo no es nada menos que un milagro.

Yudi pasó cuatro meses en coma, y cuatro meses y medio conectado a un respirador. (Mi esposo es médico. Cuando le comenté que estaba escribiendo sobre un rabino que estuvo más de cuatro meses conectado a un respirador, su primera reacción fue decirme que es virtualmente imposible sobrevivir a algo así). Durante nueve semanas, Yudi estuvo tan enfermo que los médicos lo conectaron a una máquina OMEC ("oxigenación extracorpórea"), que evita por completo el corazón y los pulmones del paciente. Esta máquina se usa sólo para los pacientes más enfermos, y es sumamente raro que alguien con este nivel de daño para pasar tanto tiempo en una máquina OMEC, pueda vivir. Mientras estaba enfermo, Yudi sufrió un derrame cerebral, un agujero en el pulmón y sus pulmones colapsaron cuatro veces. El hecho de que ahora respire por sí mismo no es nada menos que un milagro.

Sarah y Yudi celebrando el bar mitzvá de su hijo

Sarah recuerda la fecha en la que Yudi comenzó a sentirse mal: el 29 de marzo. El COVID-19 ya era una preocupación y la familia estaba haciendo cuarentena. Yudi tenía sólo 38 años y gozaba de buena salud, no había nada que pudiera indicar que el COVID-19 podía dañarlo tan seriamente. Yudi comenzó a sentirse mal y a toser. Poco después no podía hablar porque tosía demasiado. Después no pudo caminar. Sarah lo llevó al hospital donde su respiración continuó deteriorando.

Sarah no pudo visitarlo en el hospital debido a las restricciones por la cuarentena. Unos pocos días más tarde recibió una llamada telefónica de Yudi. Se lo escuchaba muy débil. Su respiración era tan mala que los médicos decidieron entubarlo. A los pacientes conectados a respiradores los mantienen sedados. Sarah no podría hablar con su esposo.

Como en su ciudad todo el mundo estaba de cuarentena, Sarah se encontró sola en su hogar con seis niños entre los tres y los trece años. Nadie tenía permitido visitarlos. "El segundo o tercer día después de que Yudi estaba en el hospital, mientras doblaba la ropa pensé: 'no puedo con esto'", recuerda Sarah. Fue un momento espantoso. Pero la necesidad de cuidar a su familia la empujó a seguir adelante. "Pero dije: 'No, yo puedo hacerlo', porque no tenía otra opción. 'Con ayuda de Dios puedo y lo haré'".

Gran parte de la fuerza de Sarah para seguir adelante se debe a su entrenamiento como consejera de salud mental. Durante años, ella ayudó a sus pacientes usando la Terapia Conductiva Conductual (TCC). Ahora aplicó esas mismas técnicas a su vida. "TCC se trata de detener los pensamientos negativos y destructivos y reemplazarlos con pensamientos positivos", explicó. Ella trató de dejar de lado sus propios miedos y su desesperación. "Tuve que esforzarme mucho para detener los pensamientos negativos, porque fueron momentos de mucho miedo".

Sarah, una música de formación clásica, también recurrió a la música para ayudarse a sobrellevar la situación. Con su hijo Baruj compuso una conmovedora obra orquestal llamada "Una vez más", que capturó su anhelo de que un día Yudi pudiera volver a reunirse con su familia.

Para darse fuerzas, Sarah también acudió a su fe judía. Al crecer en Carolina del Norte, ella y su familia adoptaron un estilo de vida ortodoxo cuando Sara era pequeña. Como alumna del Colegio Stern para mujeres en Nueva York, Sarah fue presidenta de la organización Jabad del colegio. Un Shabat, ella acompañó a un grupo de alumnas a la cena de Shabat en la casa de Jabad de la Universidad de Nueva York. Allí conoció a Yudi, quien estaba en la zona para Shabat. Posteriormente la hermana de Yudi arregló una cita. Los Duke llevan casados quince años.

La profunda fe de Sarah la ayudó a comprender que todo lo que ocurre tiene una razón, y que cada uno tiene un grupo singular de tareas que debe cumplir en la tierra, y que cada uno recibe exactamente las herramientas necesarias para poder desarrollar su potencial.

Sarah comenzó a evitar los términos "debería" y "no debería". "No dije: "no debería tener que pasar por esto'", señala. Esa manera de pensar la hubiera llevado a sentimientos de amargura y negatividad. En cambio, Sarah se enfocó en lo que podía hacer dados los desafíos y las circunstancias en las cuales se encontraba. "Estamos donde estamos porque allí es donde debemos estar. Esto es lo que debería estar ocurriendo, porque eso es lo que ocurre".

Irónicamente, la misma gravedad de la enfermedad de Yudi ayudó a Sarah a verlo como parte de un complejo plan Divino. "Al comienzo de este camino, yo pensaba que todo el tema del coronavirus no tenía sentido", explica, y señala que las enfermedades que el COVID-19 causa son impredecibles. Una persona puede enfermarse gravemente por COVID- 19, que Dios no lo permita, mientras que otra sufre sólo un caso leve. Yudi, que era joven, sano y estaba en cuarentena, no era un candidato para estar tan enfermo. "Por eso me quedó tan claro que fue elegido especialmente para pasar por esta misión. Me quedó claro que todo estaba en manos de Dios", afirma Sarah.

Después de arreglárselas sola en casa durante un par de semanas, a mediados de abril también Sarah se contagió de COVID-19. "Llamé a mi rabino y él me dijo que había llegado el momento de que viniera alguien más". Adolescentes de la zona se ofrecieron voluntariamente para ayudar, incluso una de ellas se mudó a la casa de los Duke y cuidó a los seis niños, negándose a que le pagaran.

Sarah estaba abrumada por la bondad y la generosidad de la comunidad judía. "Me parece que no cociné una cena durante cinco meses", asegura.

Sus vecinos y otros judíos se organizaron para rezar por la pronta recuperación de Yudi. Muchas mujeres comenzaron grupos de plegarias y Salmos diarios por la pronta recuperación de Yudi. Muchos se ofrecieron voluntariamente a hacer lo que fuera posible para ayudar. Algunos amigos de los Duke comenzaron la campaña “Bring Yudi Home” para ayudar a cubrir los gastos de la familia. "Él no va a poder trabajar durante mucho tiempo, y va a necesitar mucha terapia", observa Sarah. Personas de todos los rincones del mundo donaron fondos para ayudar a la familia.

A lo largo de la enfermedad de Yudi, Sarah descubrió otra comunidad todavía más grande: los cientos de personas de todo el mundo que se conectaron con ella a través de los medios sociales. A través de sus publicaciones en Facebook, Sarah llevó una crónica de las luchas y los progresos de Yudi, y se conectó con gente de todo el mundo. Ella los llama su "nueva gran familia".

Sarah también comenzó una campaña de mitzvot para ayudar a Yudi, alentando a los judíos de todo el mundo a cumplir mitzvot, estudiar textos judíos y rezar como una forma de efectuar un cambio en el mundo. "Creé esta campaña para que la gente pudiera dedicar sus energías en algo bueno y para que Yudi viera que estaba marcando una diferencia en el mundo incluso cuando estaba entubado, incluso cuando estaba en coma".

El padre de Sarah, un neumólogo, le dijo a la hermana de Sarah que la posibilidad de que Yudi se recuperara era tan milagrosa como la partición del Mar de los Juncos. Eso no provocó que Sarah perdiera las esperanzas. Ella siguió recordándose que con la ayuda de Dios todo es posible. "Algo que me decía era que todo esto era algo temporal. En este momento estoy en una situación muy difícil y el dolor es sumamente profundo, pero es temporal. Una de las cosas en las que pensaba era en inspirar fe y expirar el miedo".

Mientras Yudi se prepara para regresar a su hogar, Sarah se siente agradecida con todas las personas que ayudaron a su recuperación. Su equipo médico fue asombroso, en particular su médico del hospital, el Dr. Pedro Rivera. Además de su trabajo médico, el Dr. Rivera donó dinero para caridad en honor a Yudi, tal como hicieron otros miles de personas en todo el mundo. Sarah está segura de que estos innumerables buenos actos ayudaron a la recuperación de Yudi.

Hace poco, Sarah publicó en Facebook una foto de Mendy, su hijo mayor, abrazando a su padre por primera vez desde marzo. "Con ayuda de Dios, sus plegarias y buenos actos, el excepcional equipo médico y fe, Yudi recibió una segunda oportunidad en la vida", escribió.

"Cuando Yudi se despierte, quiero que vea que realmente algo cambió en el mundo por él. Quiero que vea que no sólo sobrevivimos, sino que prosperamos".


Rav Yehudá Dukes sigue enfrentando muchos desafíos físicos y necesita nuestras plegarias. Por favor, reza por la recuperación de Jaim Schneur Zalman Yehudá ben Hinda Iojeved. Para contribuir a la campaña “Bring Yudi Home”, visita https://yudi.rallybound.org/

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