Estee Ackerman: La adolescente judía campeona de ping pong

7 min de lectura

Estee Ackerman desea llegar a las Olimpiadas del 2020, siempre y cuando eso no entre en conflicto con Shabat. Una entrevista exclusiva de AishLatino.com

Estee Ackerman tiene 17 años, ganó múltiples medallas de oro en los campeonatos más importantes de tenis de mesa de los Estados Unidos y ocupa el lugar 22 en el ranking del país. Ella fue la sensación en los medios de prensa cuando a los 11 años venció en ping pong al campeón mundial de tenis Rafael Nadal. El New York Times le dedicó un largo artículo por priorizar el judaísmo sobre el deporte y negarse a jugar en Shabat y en las festividades judías.

La historia de Estee y su pasión por el ping pong comenzó en el pueblo de West Hempstead, Long Island. Cuando ella tenía 7 años y su hermano Akiva 10, Glenn Ackerman se preocupó por la cantidad de tiempo que sus hijos pasaban frente a la pantalla de la computadora y otros dispositivos electrónicos. Para proveerles una ocupación alternativa, decidió llevar a la casa una divertida actividad familiar que no involucraba medios electrónicos: el ping pong.

La carrera de Estee comenzó de forma bastante inocente, jugando por las noches en su casa. “Yo era tan bajita que todo lo que se podía ver desde arriba de la mesa era la paleta que iba de un lado para el otro”, cuenta Estee.

Glenn notó que Estee manejaba excepcionalmente la paleta y la llevó a tomar lecciones de tenis de mesa en un club local.

”A pesar de lo importante que parece llegar a ser un campeón, todavía más importante es representar al pueblo judío”.

“El primer día me sentí completamente fuera de lugar”, contó Estee a AishLatino.com. “No sólo porque todos los otros niños hablaban chino y coreano, sino porque estaba vestida con una falda y llevaba mi comida kósher. Recuerdo que pensé: ¿Qué hago aquí? ¿Cómo es posible que llegue al nivel de estos otros jugadores?”.

Los mejores entrenadores reconocieron el talento natural de Estee: reflejos rápidos, coordinación y pies ágiles. Con lecciones privadas y persistencia, a los 9 años comenzó a competir en campeonatos.

“El ping pong no es como el básquetbol, donde el tamaño y la fuerza te da mucha ventaja. El ping pong es uno de los deportes más populares porque cualquiera puede jugar, no se requiere equipamiento caro y no está limitado a cierta edad. Todo el mundo puede competir al máximo nivel, desde niños pequeños hasta personas ancianas”.

Estee también se destaca en los aspectos mentales del juego: alta concentración y pensamiento rápido. Durante los furiosos campeonatos de ping pong, la pelota puede llegar a velocidades de 80 km/h, impulsada con enorme fuerza. La estrategia del juego es comparada con una mezcla entre el ajedrez y el boxeo. “Durante un partido, no tengo en mente nada más que la pelota o mi oponente”, asegura Estee.

Estee coronada en el campeonato de tenis de mesa de los Estados Unidos.

Número uno en Torá

Estee llegó al escenario nacional en el 2013 cuando a los 11 años se enfrentó a la estrella del tenis Rafael Nadal en un partido en el Grand Central Station en Nueva York. Los productores del evento reconocieron la diversión y el drama de enfrentar a una niña pequeña contra un atleta profesional reconocido.

Muchos de los mejores movimientos tenísticos de Nadal (correr hacia la red o el revés a dos manos) no se pueden trasladar al ping pong, y la pequeña Estee ganó el partido. (Una semana más tarde, Nadal “se recuperó” y ganó el US Open, uno de los campeonatos de tenis más importantes del mundo).

La pose y la efervescencia de Estee la llevó a una serie de presentaciones televisivas. Esto se vio acompañado por una trayectoria en ascenso en sus habilidades en el tenis de mesa, y a los 14 años Estee ganó el ansiado puesto de uno de los 16 calificados para las pruebas olímpicas de los Estados Unidos del 2016.

Todo esto lo hizo sin dejar de adherirse estrictamente a la observancia de la Torá: comiendo alimentos kósher, y sin jugar ni viajar los viernes a la noche ni los sábados antes de la puesta del sol (ni en ciertas festividades judías). Además, ella mantiene sus 10 horas diarias de estudios escolares, mientras que otros jugadores destacados reciben educación en su hogar y practican 10 horas por día.

Para Estee todo es una cuestión de prioridades: 1) judaísmo 2) ping pong 3) la escuela

Para Estee todo es una cuestión de prioridades: 1) judaísmo 2) ping pong 3) la escuela

No siempre es fácil mantener este delicado equilibrio. En el 2012, en el Campeonato Nacional de tenis de mesa de los Estados Unidos en Las Vegas, un partido importante cayó en Shabat. Cuando los responsables del campeonato no aceptaron cambiar la fecha, Estee enfrentó un choque de prioridades.

“Mi padre dejó la decisión final en mis manos. Me había estado entrenando durante seis meses, muchas horas por día. Cualquier niño de 11 años desea una medalla de oro. Sin embargo, a pesar de que podría haber encontrado una manera halájica (ley judía) de resolverlo, concluí que competir en un campeonato nacional con todas las cámaras y medios de comunicación, no respetaba el espíritu de Shabat. Tan importante como es llegar a ser un campeón, más importante es representar al pueblo judío”.

La historia de Estee recibió gran cobertura en los medios de comunicación. La CBS tituló la nota: “El fenómeno del tenis de mesa de 11 años elige el Shabat por encima del campeonato. Estee Ackerman no sólo es una gran jugadora, sino también una persona de fuertes principios”.

Estee nota la ironía de escoger el Shabat por sobre el deporte, “Si hubiera competido en Shabat y ganado, nadie hubiese prestado demasiada atención”.

Ella dice que lo mejor de todo fue la cantidad de emails y llamados de gente de todo el país diciéndole que su historia los había inspirado a reforzar su propio compromiso con el judaísmo. “¿Quién hubiera pensado que el ping pong podía llevar a algo así?”, se pregunta Estee.

Desde entonces, Estee encontró formas creativas de acomodarse a los cronogramas conflictivos. “Una vez, un evento se extendía hacia la noche del viernes y el sábado. Con el acuerdo del director del torneo, buscamos a los otros cinco jugadores. Todos aceptaron jugar en la tarde del viernes, lo que resultó en un programa muy lleno”.

Estee practicando en su casa en West Hempstead

Día de ayuno

Quien guía a Estee en esta cadena de entrenamientos, viajes y patrocinios es su padre, Glenn, un director de funeraria, que la acompaña en todos sus campeonatos. Su madre, Jani, es una gran entusiasta que “mantiene el show en movimiento desde atrás de las bambalinas”.

El diciembre pasado, Estee encontró otro desafío singular. El Campeonato Abierto de tenis de mesa de los Estados Unidos coincidió con un día de ayuno para los judíos, el 10 de tevet. Como Estee tendría un día completo (desde la salida del sol) sin alimento ni bebida, ella cambió su programa de entrenamiento. “Practiqué más la noche previa y descansé más durante el día. Tampoco efectué precalentamiento antes del partido, todo eso para conservar mi energía”.

Lo que Estee puede haber sacrificado en cuanto a resistencia, lo compensó con foco y habilidad. “Al final, no comer ni beber me permitió estar mucho más focalizada, mentalmente mejor para luchar por cada punto. Nada me iba a impedir ganar una medalla de oro”.

El desafío también produjo una elevada conexión espiritual. “Realmente sentí que Hashem estaba conmigo en cada punto del partido. Me siento sumamente bendecida de haber crecido en un hogar en el cual las prioridades son el amor a Dios y a la Torá y ayudar a los demás. Saber cuál es el máximo valor en la vida enriquece el resto de las cosas que hago”.

Increíblemente, Estee ganó la medalla de oro, probablemente el primer campeón de tenis de mesa que lo logra sin agua ni comida.

Marzo del 2019: Estee fue honrada en un partido de la NBA como una “destacada atleta estudiantil”

En el horizonte

La carrera de Estee continuó en ascenso, culminado unos pocos meses atrás con el Abierto de los Estados Unidos, donde enfrentó en un partido por la medalla de oro a Lily Yip, una legendaria competidora de 2 olimpiadas, quien ya había ganado cinco medallas de oro esa misma semana. La serie del mejor de tres mantuvo a todos al borde de las sillas, finalmente Estee salvó cinco match points. Estee prevaleció 26-24 y ganó la medalla de oro, convirtiéndose en la jugadora número uno de los Estados Unidos en la categoría de “hardbat” (paletas sin acolchado).

Estee sabe que en los Estados Unidos el ping pong tiene connotaciones negativas como un “deporte de tontos”, a diferencia de lo que ocurre en China, donde el tenis de mesa es casi una religión nacional. Ella espera convertirse en una embajadora del ping pong y ayudar a que el deporte sea más reconocido.

Este otoño, mientras continua sus estudios judaicos en la Mijlalá de Jerusalem, Estee planea entrenarse algunas noches a la semana para mantenerse en forma.

Con este objetivo, Estee se unirá a importantes oradores y artistas que este mes participarán en un programa especial de Pésaj en Florida, organizando campeonatos de ping pong y dando charlas inspiradoras., ¿Su mensaje? “No compitas por los trofeos y las medallas. Sigue tus sueños. Dedica el tiempo y el esfuerzo necesario. Sueña a lo grande”.

Este otoño, mientras continúa sus estudios judaicos en la Mijlalá de Jerusalem, Estee planea entrenarse algunas noches a la semana para mantenerse en forma. Su objetivo: las Olimpiadas de verano en Tokio en el verano del 2020. Estee necesitará competir primero en las pruebas olímpicas de los Estados Unidos en febrero del 2020, donde sin duda se beneficiará de contar con la experiencia de haber participado en el 2016.

Estee también considera la idea de unirse al equipo israelí, siguiendo a Marina Kravchenko, quien representó en ping pong a Israel en las Olimpiadas del 2014.

En todo caso, Estee está comprometida a mantener sus prioridades. “En esta época, muchas personas sacrifican sus valores sólo para seguir adelante. Pero yo no pienso que eso sea necesario. El judaísmo siempre será mi primera prioridad”.

Mientras tanto, los elogios siguen llegando, Este mes, Estee fue honrada en un partido de la NBA como “atleta estudiantil destacada”. Sólo otra marca en la paleta de una adolescente judía que sigue su sueño con especial delicadeza.

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