Abre tus ojos al asombro

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Mantener la curiosidad y el asombro abre nuestras mentes y nos conecta con Dios.

No soy totalmente inmune a la atracción de las redes sociales. Aunque me limité a no publicar nada personal en Facebook (¡un hábito que recomiendo!), con mi esposo usamos nuestro chat familiar de WhatsApp para transmitirles a nuestros hijos información actualizada sobre nuestro paradero y actividades, en especial cuando viajamos.

Lo confieso, si pensamos que estamos haciendo algo particularmente especial o interesante, subimos una fotografía. Como dije, no soy totalmente inmune. Por eso cuando fuimos a la planta desalinizadora de Jedera y nos vimos con cascos en la cabeza, no nos pudimos resistir. Teníamos que sacar una foto.

“¿No es lindo?” y lo enviamos. “¿No es interesante?” insistimos. Israel, un país que virtualmente no tiene agua potable, logró hacer lo que parece un milagro. Ahora tiene un excedente de agua potable gracias a sus esfuerzos de desalinización (para quienes vivimos en el sur de California plagados de sequías, esto es particularmente impresionante). Realmente nos asombramos.

Pero nuestros hijos… no se sorprendieron demasiado. Ellos asintieron con condescendencia (¡puedo decirlo incluso sin haberlos visto!) e intercambiaron miradas cómplices cibernéticas que decían: “Otra vez Ima y Aba” (el código para decir: “¡Como siempre nuestros padres con sus rarezas y qué bueno no estar ahí!”).

Ya acepté esto sobre mis hijos junto con su aversión a la palabra “m” (museo), pero una parte de mi ser piensa que es algo triste (lo siento). Porque aunque no soy una científica y lo que me gustó de las sofisticadas computadoras que se utilizan para controlar la planta fueron los colores de las tuberías y cilindros, aun así me asombré.

Creo que esa es la oportunidad que se pierde. Dios nos creó con muchos talentos e inclinaciones diferentes, y verlos concretados (por lo menos a algunos de ellos) es verdaderamente algo asombroso y digno de contemplar.

El Jazon Ish (uno de los rabinos más grandes del último siglo) una vez les dijo a sus alumnos que se tomaran un descanso del estudio y los llevó a nadar. Mientras chapoteaban en el agua les enseñó que “si quieren llegar a un entendimiento nuevo y creativo de Torá, tienen que saber jugar”.

No queremos perder ese lado infantil; sólo necesitamos saber cuándo sacarlo.

Queremos mantener nuestra alegría, asombro y curiosidad porque eso abre nuestras mentes y nos conecta con Dios.

La planta de desalinización es realmente algo para contemplar. Al igual que las ruinas de Cesárea de la época de Herodes y las increíbles artesanías de cerámica y papel maché en las boutiques en Zijrón Iaakov. Cada una de estas cosas es, a su manera, un testimonio de los increíbles dones que Dios nos ha dado.

Y del potencial de gratitud y asombro cuando lo vemos y lo reconocemos.

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