Deja brillar tu luz

Los más vistos

2 min de lectura

Cada persona tiene una luz única para brindar al mundo.

Ya es Jánuca y estoy en Jerusalem. En cada esquina venden sufganiot (¡o donas, para los novatos!). No satisfechos con el relleno estándar de mermelada, hay sufganiot con chocolate, crema, dulce de leche, vainilla, chocolate blanco y muchas más. Se ven maravillosas y el aroma es delicioso.

Cada día me tiento y planifico comer una. Luego decido que puedo sobrevivir otras 24 horas sin una sufganiá o que puedo esperar hasta regresar a Los Ángeles, en donde, aunque ciertamente no es Jerusalem, ¡de todas maneras tienen buenas donas! Incluso mis hijos me recomiendan las mejores donas que hay que comprar (¿Quizás las de dulce de leche de Pizza Uri?). Me estoy obsesionando.

Sin embargo, aunque disfruto de una buena dona (¡y me gustaría no hacerlo!), definitivamente no quiero perder mi enfoque del verdadero punto de la festividad. Se ha escrito mucho sobre la idea de que publicitamos el milagro al colocar las janukiot en nuestras ventanas. Sí, Jánuca es verdaderamente la fiesta del orgullo judío.

Pero Jánuca es también muchas otras cosas. Este año estoy pensando sobre mi luz interna, la luz de mi alma, y cómo hacerla brillar realmente. Mi buzón de entrada está repleto de ofertas prenavideñas, las cuales, si me doy el gusto, sin duda agregaran más ostentosidad a mi exterior. Pero… ¿qué ocurre con mi yo interno? ¿Estoy permitiendo que esa parte de mí se desarrolle y muestre su luz? ¿O tengo demasiado miedo y demasiada inseguridad? ¿Creo realmente que tengo una luz única para ofrecerle al mundo?

Uno de los mensajes más importantes de la festividad es una respuesta afirmativa a esa pregunta. Sí, todos tenemos una luz única y especial que tenemos que pulir y darle brillo para que ilumine a nuestras familias, amigos y sociedad.

El hecho de que cada una de las velas deba estar a la misma altura nos enseña que la luz de ningún ser humano es mejor que la de otro. Y que no es una competencia. Todos tenemos nuestro propio potencial para desarrollar, nuestras propias metas para lograr, nuestra propia luz para que brille.

Esto es cierto siempre, pero Jánuca es buen recordatorio y una oportunidad para volver a dedicarnos a esta meta. También es un buen momento para enseñarles esta lección a nuestros hijos. No los estamos comparando con sus hermanos o con sus compañeros de clase. Los valoramos por su alma especial y queremos enseñarles a dejar brillar su luz.

Para lograr este objetivo, puede ayudar hacer un juego una noche después de encender las velas. Lo llamaremos: “¿Cuál es mi luz?”. Cada uno, por turno, tiene que decir una cosa que aprendió de otro miembro de la familia. Esto nos recordará nuestras contribuciones únicas a nuestra familia y al mundo y nos ayudará a construir esta característica con más fuerza.

Jánuca es una época de milagros — particularmente para el pueblo judío. Pero no queremos perder de vista el mayor milagro de todos: el regalo de la vida que Dios nos ha dado y la posibilidad de desarrollar nuestro completo y verdadero potencial.

Ahora, ¿dónde están esas donas de chocolate blanco?

EXPLORA
ESTUDIA
MÁS
Explora
Estudia
Más
Contacto
Lenguajes
Menu
Donar
Únete a nuestro newsletter
Redes sociales
.