El hombre propone y Dios dispone

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Todo lo que ocurre sigue el plan de Dios, no el mío.

En idish dicen: “Mann trajt un Gott lajt”, 'el hombre planea y Dios se ríe'. Bueno, no sé si Él realmente se está riendo en este momento, pero sin duda está haciendo algo; quizás demostrándonos que en verdad Él es Quien lleva el timón.

Después de tres meses en los que literalmente no fuimos a ningún lado, estábamos empezando a animarnos a salir. Incluso comenzamos a imaginar un viaje para ver a los hijos y nietos que tanto extrañamos durante todo este tiempo. Todavía puede llegar a ocurrir (y rezo para eso), pero con los números de COVID-19 nuevamente en aumento, se está haciendo cada vez más difícil.

También recordé algo que sé que es cierto pero que a veces olvido: todo lo que ocurre es de acuerdo al plan de Dios, no al mío. Ya sea que se trate del matrimonio y de los hijos, de sus matrimonios y de sus hijos, el trabajo, y ahora el fin de esta pandemia y la reapertura del mundo, todo va a ocurrir cuando Dios decrete que así sea, y no un instante antes ni un instante después.

Los niños pequeños no ven la hora de ser mayores, pero eso no acelera el proceso de crecimiento, ¡gracias a Dios! Todos sabemos que hay una razón por la cual la olla proverbial que es observada nunca hierve. Eso nos recuerda la misma lección. Y parece que tenemos que repasarla una y otra vez. Podemos arremeter contra ella, podemos gritar en frustración. Podemos “tener rabia, rabia contra la luz moribunda”, como exclamó el poeta Dylan Thomas, pero nada de eso cambiará la realidad. Nada de eso hará alguna diferencia en los hechos, pero sí puede llegar a tener un efecto adverso sobre nuestro carácter.

Es muy tentador pensar que debe haber algo que podamos hacer. Es tentador creer en la "inminencia de una vacuna". Pero hay una importante distinción entre el deseo y la esperanza y lo que nos gustaría ver que ocurra. Por supuesto, que haya una vacuna sería muy agradable. ¿Qué digo? ¡Sería maravilloso! Pero también eso ocurrirá (o no, que Dios no lo permita) de acuerdo con el cronograma de Dios, sin importar cuántos científicos trabajen en eso ni cuánto dinero se invierta en ello.

Definitivamente yo creo que todos los grandes desastres “naturales” y todas las nuevas enfermedades vienen a reforzar una lección importante: nosotros no estamos a cargo. O dicho más sucintamente: Dios dirige el mundo. Quizás lo olvidamos por un minuto. Tal vez nos dejamos llevar por la fuerza de nuestra propia inteligencia. Quizás comenzamos a creer en nuestros propios actos. Tal vez olvidamos dar crédito a quien lo merece. No sé. Sólo sé que necesitamos reconocer a Dios como el 'Gran Planificador', el Único que está a cargo y dirige este espectáculo.

Entre mis libros favoritos del Dr. Seuss se encuentran Si yo dirigiera el Zoológico y Si yo dirigiera el circo. Estos libros no sólo le dieron rienda suelta a su imaginación para crear animales nuevos y extraños con los correspondientes nombres graciosos, sino que también nos permitieron a todos imaginarnos estar a cargo, pensar cómo las cosas serían diferentes, considerar otras opciones, incluso realidades alternativas.

Todos tendemos a pensar que si nosotros dirigiéramos el mundo, lo haríamos de otra forma. Es decir: mejor. No sé si habitaríamos con la clase de criaturas que eligió Dr. Seuss, pero estoy segura de que todos imaginamos una realidad más bondadosa, más amable; todos tenemos una fantasía.

Uno de los desafíos de las situaciones como la que vivimos actualmente, no es sólo reconocer nuestra falta de control, sino entender que esta situación particular de hecho es lo mejor para nosotros; que la forma en que Dios dirige el mundo es la mejor forma de hacerlo.

A veces (demasiado a menudo) lo olvidamos. Así que a veces Dios tiene que recordárnoslo. En verdad en este momento es imposible planear algo. Simplemente tenemos que ceder ante la realidad del momento, relajarnos en los brazos de Dios y disfrutar de Su abrazo.

Todavía tengo la esperanza de poder ir a visitar muy pronto a mis hijos, pero sé que eso también ocurrirá sólo cuando Dios así lo permita, cuando sea bueno para mí, para mi familia y para el mundo. No un minuto antes y no un minuto después. Así que lo mejor es que me calme, me relaje y deje que las cosas sigan su curso…
 

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