Mi Implacable Capataz

2 min de lectura

La tiranía de las listas de tareas.

¡Ayuda! Me siento atrapada. Mi opresor es un implacable capataz, atormentando mis horas de vigilia y perturbando mi sueño. Cuando intento descansar, este instrumento de tortura me ataca. En las horas de madrugada (¡usualmente estoy disponible a eso de las 4:00 a.m. si alguien necesita compañía!) me golpea sin descanso. Hasta que finalmente cedo y dejo mi cálida, pero ya no más cómoda cama para cumplir sus deseos.

¿Quién es este cruel capataz, este arquitecto de la ansiedad?

Es mi “lista de tareas”.

Mi lista de tareas se asemeja a una escena de la película "Fantasía" de Disney. Sin importar cuán rápidamente marco los ítems, estos son remplazados – con incluso más ítems de los que comencé. La lista se desborda como los baldes de agua del desafortunado Mickey Mouse.

Intenté no hacer una lista pero eso solamente hizo que las voces en mi cabeza gritaran más fuerte. Para preservar mi sanidad mental (y la de aquellos a mi alrededor) intenté escribir todo. Esa lista fue total y completamente abrumadora (ustedes tienen una lista similar ¿cierto?) así que busqué consejo.

Mi esposo, cuyo interés en la preservación de mi sanidad mental es el más fuerte, sugirió que no mire la lista completa y que solamente me mueva entre cada cosa lenta y metódicamente, una a la vez. Esto ayudó – y la cena aún está en la mesa esperándolo cada noche (aunque “comida lista para llevar” suena muy tentador).

Pero el clamor de medianoche persistió. ¿Por qué no hay oficinas abiertas a la 1 a.m.? Tengo algunas preguntas que necesito que me contesten. ¿Por qué las compras son la única actividad comercial disponible a esa hora? ¿Y porque no está todo el resto del mundo respondiendo mis emails tan rápido como yo los envío? ¿No saben ellos cuán ocupada estoy? ¿No se dan cuenta de que dependo de sus respuestas?

Mi frustración solamente creció. ¿Cómo puedo ser eficiente si nadie más lo es? Me dije a mí misma (en vez de lo que realmente debería haber dicho: "Te estás volviendo un poco obsesiva; tómate un trago y vete a dormir").

Quizás estoy nerviosa por todo el café que ahora necesito para mantenerme despierta (me consuelo con el hecho de que tres a cinco tazas al día supuestamente previenen el Alzheimer) o quizás es solamente la constante tiranía de esa lista de tareas. ¿Puede alguien más ir a la lavandería y al almacén?

No es un problema de administración de tiempo o de organización – podría escribir esos libros. Es estrictamente un juego de números. Simplemente hay mucho que hacer. Y realmente no hay nadie a quien culpar más que a mí. Yo acepto todas mis responsabilidades – con gusto. Y estoy feliz por todas ellas. De verdad.

Parece haber solamente una solución (¡contratar una asistente personal!). No, en serio, me refiero a una solución más profunda y espiritual. Necesito ayuda. Y mientras que podría (y lo hago) delegar cuando es posible, la real ayuda que necesito es más profunda. Necesito pedirle a Dios que me de la energía y la tranquilidad requeridas para cumplir mis tareas diarias. Y necesito recordar que Él me está respaldando.

Por mí misma, soy muy limitada. Con Su ayuda, no hay nada que no pueda lograr. Mi error ha sido pensar que todo está sobre mí, que todo es mi responsabilidad. Puedo respirar un poco mejor ahora. Recordé que tengo un compañero, que Dios y yo, estamos juntos en esto. ¡Toma eso lista de tareas!

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