Oportunidad de Rosh HaShaná

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Dios quiere concedernos otro año de vida. ¿Estamos listos para recibirlo?

Cada año en Rosh HaShaná, nos paramos frente a Dios y pedimos por otro año de vida. Y cada año, estoy atormentada. ¿Qué podría yo hacer o decir que fuera suficiente? ¿Cuánto voy a cambiar? Y ¿No he hecho tantos de estos mismos compromisos (sin éxito) en el pasado? ¿Está mi credibilidad completamente hecha pedazos?

¿Qué tipo de diferencia planeo hacer en el mundo durante el año que viene? ¿Tiene que ser global? ¿Puede ser local? ¿Que hay de tan sólo dentro de mi propia familia? ¿Qué hay sólo de mí? ¿Qué puede ser suficiente para justificar el enorme regalo de la vida? El tormento continúa…

Pero yo sé que Rosh HaShaná no tiene que ser un día de tortura. Y sé que Dios es un Padre amoroso. ¿Cómo conciliar estas ideas?

Pienso que el concepto de "Padre" es la clave. Yo pienso sobre ser padre, sobre mis propios hijos, mi relación con ellos y cómo eso se aplica aquí.

¿Cuántas oportunidades les doy a mis hijos de crecer y cambiar? MUCHAS. Cuántos de nosotros hemos dicho, "Voy a contar hasta 10 y entonces… 9-1/4, 9-1/2, 9-3/4…" No queremos castigar a nuestros hijos. Es nuestro último recurso, cuando parece no haber otra alternativa. De otra forma, lo que sea que ellos hagan, estamos dispuestos a encontrar una buena razón, a ser comprensivos, a juzgarlos favorablemente – a creer en su habilidad de hacerlo bien la próxima vez.

Dios no solamente es más compasivo que nosotros, Él ve mucho más allá. Él ve opciones y oportunidades que nosotros no podríamos de ninguna manera concebir. Él nos da una cantidad de oportunidades casi infinita. Nosotros solamente tenemos que apreciarlas y aprovecharlas.

Además, ¿qué esperamos de nuestros hijos? Seguramente no perfección. Solamente queremos (o deberíamos querer) que ellos hagan lo mejor que pueden, que den todo de sí mismos. Si lo hacen y el resultado es una C, yo estoy satisfecha (si es una C porque hablaron durante el examen - ya saben a quien me refiero – ¡eso es diferente!). ¿Cómo podría ser de otra forma? No puedo pedirles más de lo que son capaces de hacer.

Los estándares de Dios no son más altos. Aunque Él nos conoce mejor y sabe de lo que somos capaces, y puede, en ocasiones, presionarnos para alcanzar nuestro potencial, Él también sabe que Él controla el resultado. Nuestra única calificación es por el esfuerzo.

Así que nuestra única labor es hacer lo mejor que podamos. Eso alivia el tormento un poco - hasta que empiezo a contemplar qué significa realmente “lo mejor”. ¿Cuánta capacidad intelectual hay sin explotar? ¿Realmente necesito todo ese sueño? Si comiera un poco más sano, ¿tendría más energía? (¡Por favor díganme que puedo seguir confiando en el café para eso!) ¿Cuántos minutos u horas he desperdiciado? ¿Fue esa conversación realmente un ejemplo de mi ser más elevado?

Resulta que “hacer lo mejor que podemos” no es fácil. Pero Dios es nuestro Padre y nuestro Creador. Él cree en nosotros y quiere que seamos exitosos. Su deseo más ferviente es concedernos otro año, otra oportunidad. Nosotros solamente tenemos que dar el primer paso y Él nos ayudará con el resto. El tormento se alivia un poco más…

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