Las bendiciones de mi Bobe

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A pesar de su demencia, Bobe nunca olvidó bendecir a Dios.

Hoy llovió. De hecho, diluvió. Como si los cielos se hubieran abierto después de brindarnos un clima demasiado cálido para esta época del año. Hubo truenos que retumbaron seguidos por estallidos de luz. Dije dos bendiciones: una por los relámpagos y otra por los truenos. Cuando murmuré la bendición por los relámpagos, recordé imágenes de mi bobe.

Bobe estaba llena de vida cuando me casé con su nieto hace casi dos décadas. Ella estuvo ocupada dándome muchos consejos. (Tampoco tenía ninguna reserva respecto a dar su opinión). La vida era plena y Bobe estaba ocupada. Ella era una maravillosa escritora y una lectora voraz. Era una fuente inagotable de fe, firme en sus valores y creencias. Su voluntad férrea le permitió prosperar a pesar de las duras circunstancias. Había perdido a su esposo cuando tenía cincuenta años, y trabajó para mantener a sus pequeños hijos. No sólo logró criarlos, sino que produjo descendientes destacados, maravillosos y comprometidos con el judaísmo.

¡Y su memoria! Uno de sus pasatiempos favoritos era la geografía judía. Ella recordaba cada cumpleaños y aniversario, y enviaba una tarjeta escrita a mano para cada ocasión. Sabía los nombres de todas sus alumnas del pasado (y eran muchas). Sabía quién era pariente de quién y de dónde habían llegado. Ella recordaba cada buena palabra que habíamos dicho, cada anécdota graciosa de sus bisnietos… hasta que dejó de recordar.

Hasta que encendió las velas en la noche del jueves para recibir el Shabat. Hasta que su tetera quedó sobre el fuego y se quemó demasiadas veces. Hasta que no sólo no podía recordar el cumpleaños, sino tampoco el nombre de la persona que lo celebraba.

Pero ella siempre recordó una bendición, incluso al final. La bendición que se recita por los rayos: Osé maasé Bereshit – 'Quien creó el comienzo'. Mi suegra a menudo reflexionaba sobre esto cuando Bobe se equivocaba y decía esta bendición por un vaso de agua (y después de beberlo). O al encender las velas de Janucá o al comer una manzana. Ella olvidó muchas cosas, pero nunca olvidó bendecir a Dios.

Fue muy doloroso ver a una mujer tan fuerte y capaz caer en el abismo. ¿Cómo era posible que una mujer como ella, que después de la repentina muerte de su esposo se había convertido en un pilar de fuerza para sus hijos, ahora necesitara que se relacionaran con ella como si fuera un niño pequeño? Por favor Bobe, toma tu medicamento; es para tu corazón. Sí, lo que te dieron después de la cirugía. No, nadie está tratando de envenenarte.

¿Cómo era posible que una lectora voraz y una escritora elocuente no pudiera recordar ni siquiera las palabras más simples? Sí Bobe, es una lapicera, haznos saber si deseas escribir algo.

¿Cómo es posible que una maestra profesional ni siquiera recordara el nombre de su asistente de un día al otro? Su nombre es Emili, Bobe, está aquí para ayudarte a vestirte.

Trato de recordarles a mis hijos las primeras ocho décadas de la vida de Bobe, no sólo los últimos años. Les cuento historias y anécdotas de quién era realmente. Ella era el resultado de lo que había logrado tras décadas de trabajo; no era una enfermedad que le robó su entendimiento. Les digo que el cerebro es un órgano que es un regalo de Dios, y a veces no funciona bien.

Fue agonizante observar a mi suegro viendo cómo su madre se desvanecía. El cuidado que mi suegra manifestó hacia su propia suegra continúa inspirándome. Durante muchos años ella la alimentó, le dio sus medicinas y la llevó probablemente a cientos de citas médicas. Eventualmente, Bobe sufrió un derrame cerebral e hicieron todo lo posible para salvarla, pero ella falleció pacíficamente.

El cerebro es muy complicado, repleto de sinapsis y transmisores que están fuera de nuestro entendimiento. La demencia y otras enfermedades cerebrales son muy crueles. A medida que Bobe se iba perdiendo, a veces se daba cuenta de lo que le ocurría, lo que era todavía más doloroso que su eventual olvido. A veces estaba enojada y frustrada y casi siempre estaba en un estado de confusión. Pero ella nunca olvidó una bendición: bendecir a Dios, Quien creó el comienzo.

Y al hacerlo, nos enseñó que tampoco nosotros debemos olvidarlo.

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