El Matrimonio “YO”

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El matrimonio prospera cuando cada uno trabaja para promover el crecimiento de su pareja.

El Matrimonio Feliz es el Matrimonio “YO”, era el título de un artículo reciente en el periódico New York Times. Mis pelos se erizaron inmediatamente. Sabía que no podía ser verdad. Yo estaba (¡estoy!) tan segura de que el matrimonio feliz es aquel que está enfocado en el otro, el matrimonio “TÚ”. Pero la Sra. Tara Parker-Pope no estaba tocando el punto esperado. Así que seguí leyendo.

El artículo exploraba “matrimonios sustentables”, definidos como relaciones de larga duración que son significativas y satisfactorias.

La Sra. Pope se refiere a un estudio en la Universidad Monmouth de Nueva Jersey, “La investigación muestra que mientras más auto-expansión experimentan las personas a través de sus parejas, más comprometidos y satisfechos están en la relación”.

OK, volvemos a estar enfocados en el “YO”. Pero realmente pienso que los autores están indicando una idea profunda, incluso si se están acercando a ella de una forma un poco ambigua. Prosperamos en el matrimonio cuando nuestra pareja trabaja para apoyar nuestro crecimiento. Y viceversa. Puede realmente ser enfocado en “TÚ”. No solamente quiero que tú (mi pareja) realices tus sueños y potencial sino que voy a darte el beneficio de mi sabiduría y experiencia para ayudarte a llegar allí. No estás limitado por tu “YO”. Mi “YO” es parte del proceso también.

Nos convertimos en versiones expandidas de nosotros mismos cuando incorporamos las ideas, sabiduría y conocimiento de nuestras parejas.

Nos convertimos en versionas más grandes, más expandidas de nosotros mismos cuando incorporamos las ideas, sabiduría y conocimiento de nuestras parejas. Su habilidad de compartir ha ampliado nuestra capacidad.

A medida que nuestra pareja continua creciendo, nosotros también. Es una dinámica mutuamente beneficiosa y gratificante.

Es cierto que frecuentemente “los opuestos se atraen”. Parte de esto puede ser, como han expuesto muchos terapeutas, que estamos buscando cualidades que no tenemos, las cualidades que nos completarán, que nos harán un todo mejor.

Pero eso no ocurre mágicamente con el matrimonio. Requiere trabajo. Debemos apreciar lo que nuestra pareja tiene para ofrecer, las formas en las que podemos aprender de ellos. Debemos aceptar que puntos de vista y cualidades diferentes no son inferiores sino oportunidades de crecimiento. Lo que NO queremos hacer es intentar imponer nuestras fortalezas (es decir cualidades “superiores”) a nuestra pareja. Debemos esperar que nos pidan. De otra forma arriesgamos el convertirnos en insistentes y críticos o pomposos y odiosos, definitivamente no la posición enfocada en el “TÚ”.

Debemos realmente mirar a nuestra pareja. Debemos demostrar nuestro respeto por las habilidades, experiencia e información que nosotros no poseemos. Y descubrir cómo podemos aprender de ella, cómo podemos mejorarnos.

No tenemos que convertirnos en nuestro esposo. No tenemos que imitar a nuestra esposa. Pero no queremos perder la oportunidad de “auto-expansión” porque estamos limitados por nuestra estrecha perspectiva.

Tenemos un amigo cuya esposa adora escalar montañas. Ella tiene excelente estado físico y no solamente la conecta con Dios, la re-energiza cuando hace una escalada rápida (lo que la mayoría de nosotros llamaría una caminata ardua). No me pregunten a mí; yo no lo entiendo. Pero he observado como su esposo aprende de ella – sobre asombro, sobre forzar tus límites, sobre reconocer tus necesidades, sobre extraer nutrición de la belleza de la naturaleza. Veo como la experiencia se ha integrado en su noción de yo.

Tengo otra amiga cuyo esposo lee sin parar. Cualquier cosa le interesa – información trivial (él es genial para esos juegos), ideas profundas, pensamientos filosóficos, etc. A ella le gusta leer novelas récord de ventas. Pero él comparte sus ideas con ella y ella aprende de él. Ellos discuten las preguntas que surgen de la lectura de él, y, al hacerlo, crecen juntos. Yo creo que el matrimonio de ellos se consideraría “sustentable”.

Recuerdo cuando volví a estudiar para obtener mi Master en Psicología. Los estudiantes eran un poco jóvenes así que las discusiones de clase no eran tan estimulantes, pero mi esposo y yo discutíamos los conceptos durante horas. Le ayudó a él en sus deberes de rabino y profundizo nuestra comprensión de la psique humana y de las dinámicas familiares. No era “mi” cosa; era “nuestra” (y eso hizo que fuera mucho más fácil cuando hubo que pagar las cuentas de mi préstamo estudiantil).

Puede que requiera un cambio de marcha. Quizás no estás acostumbrado a discutir los detalles de tu vida de negocios en casa. Quizás usualmente no compartes las experiencias de tu día. Quizás hablas de las tareas y de los niños pero no del artículo que leíste en el periódico, la persona interesante con quien te encontraste a almorzar, o tus metas no realizadas. Ningún detalle es demasiado pequeño o demasiado grande. Una vez que empieces, crearás un hábito y ambos crecerán – no en información sino en formas de ser, en formas de ver el mundo, en formas de entendimiento.

Tener un “matrimonio sustentable” no es una meta muy sexy, pero la investigación citada por la Sra. Pope sugiere que vale la pena. Mi único asunto pendiente con ella es que no creo que lo que ella está describiendo es un matrimonio “YO” después de todo.

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