Los Maridos no Pueden Esperar

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Tus hijos no son los únicos que necesitan tu atención.

Hoy por hoy hay descubrimientos nuevos en el mundo de los consejos matrimoniales. Están en la televisión, en la radio, en los libros y en la red. Parece como si todos estuvieran hablando de ellos. ¿Cuáles son los nuevos descubrimientos? (Redoble de tambores por favor). Al parecer los hombres (léase maridos) también tienen necesidades.

Muchos hombres han comenzado a hablar. No con rabia, pero con dolor. Hombres que sienten que lo que sea que hacen no es suficiente. Hombres que se sienten atacados y criticados constantemente. Hombres que se sienten pasados a llevar y tomados por obvios.

Este problemático tema tiene muchas causas y manifestaciones. Un factor significante en la opacada satisfacción de los hombres parece ser el nacimiento de un hijo.

¿A qué me refiero exactamente? Ciertamente no estoy diciendo que los padres no estén igual de enamorados y extasiados con su descendencia. Ciertamente no que no los amen (incluso a veces más) y que no darían sus vidas por ellos.

De hecho no son los hijos mismos los que traen el tema exactamente, sino el comportamiento de sus madres.

Desde el embarazo en adelante, las mujeres se tornan hacia el interior. Puede que tengan nauseas, que estén definitivamente exhaustas, y que estén distraídas por el milagro que ocurre en su creciente y extraño cuerpo. Estos síntomas te llevan a alejarte de tu marido y bajar la atención de sus necesidades.

Si esta situación no se chequea, sólo puede empeorar después del nacimiento. No sólo que hay más cansancio (y más y más), no sólo que tienes más demandas físicas y más incomodidades, sino que también se suman las incomodidades emocionales. Y después de todo, ¿acaso las demandas de un infante, bebé, pequeño niño, adolescente... no vienen antes que las de un adulto? La conclusión: Nuestros maridos pueden esperar.

Pero la verdad es que no pueden. Y tampoco pueden nuestros matrimonios. Mientras que algunas de las necesidades de nuestros hijos son obviamente inmediatas (un bebé que llora) otras no lo son. Yo estoy completamente a favor de cargar en brazos a los bebes pero no 24/7. Los maridos necesitan sostenimiento – literal y figurativamente – también.

Todas las relaciones necesitan de nutrición. Maridos y esposas necesitan tiempo para ellos aunque sean ¡15 minutos encerrados en la habitación! necesitan tiempo para conectarse, para hablar, para simplemente estar juntos.

El regalo de un matrimonio fuerte es mejor para tus hijos que llevarlos a una más de sus clases de piano.

No sólo que tu marido no puede esperar a que los hijos crezcan para resumir vuestra relación (¡y probablemente no lo hará!) sino que tú tampoco puedes. Tendrás más para darles a tus hijos si sientes el amor y el apoyo de tu esposo detrás de ti.

El regalo de un matrimonio fuerte es mejor para tus hijos que llevarlos a una más de sus clases de piano.

Aparte, es más sano para nuestros hijos (a una edad adecuada) aprender gratificación atrasada, reconocer que sus necesidades no pueden ser atendidas inmediatamente y que otras personas (¡como sus padres!) también tienen necesidades. Es mejor para ellos no sentir que cada cosa y cada persona a su alrededor está para atender sus deseos.

Seguro que los hombres cometen errores en el matrimonio también (eso es tema para otro artículo) pero este parece ser un recurrente error femenino. El lazo madre-hijo puede ser tan intenso como para tener la ilusión de que no es necesaria ninguna otra relación. Pero eso no sólo destruye el matrimonio, también daña a tu hijo. Ese amor sofocante no es un ambiente saludable para el desarrollo del potencial del individuo y para lograr una adultez exitosa. Y cualquier ingenua esperanza que mantenga esta posibilidad de satisfacer esas necesidades emocionales, será rápidamente destruida por el avenimiento de la adolescencia, sino antes.

Es una verdadera lástima que nos hayamos enfocado en convertirnos en súper-padres y nos hayamos olvidado de ser súper-parejas. Porque esa es realmente nuestra primera y última prioridad. Los maridos están comenzando a hablar, y espero que las mujeres sepamos escuchar.

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