Amar a la persona incorrecta

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Y cómo hacer que funcione.

En un artículo del New York Times, Alain de Botton explica por qué tanta gente termina casándose con la persona errónea. Nos resulta difícil acercarnos a otros. Enmascaramos nuestras peculiaridades y nos mostramos “normales” hasta que los demás llegan a conocernos bien. Una de las primeras preguntas que debemos formular en una cita es: “¿Cuál es tu locura?”.

Casarse es como hacer una apuesta. Pensamos que nos conocemos lo suficiente por haber visto fotografías viejas y por haber conocido a amigos y parientes, y nos sentimos suficientemente cómodos como para comprometernos a pasar una vida juntos. Pero la verdad es que no tenemos la menor idea de lo que nos espera a lo largo del camino. Tenemos esperanzas, estamos comprometidos, pero en verdad nadie sabe realmente cómo va a reaccionar bajo el microscopio del matrimonio.

Todavía no estamos completos. Los matices de nuestro corazón siguen tomando forma. Somos un borrador en ejecución. Cuando enfrentamos nuestros defectos, algunos nos quedamos callados. Otros culpan a sus parejas y se alejan de la relación. Nos quedamos con la percepción de que “tenemos la razón”, y que con nosotros es fácil convivir. Los que están equivocados son todos los demás.

Después de caer en el remolino emocional del amor, repleto de románticas puestas de sol, conversaciones profundas y mucha emoción respecto al futuro, eventualmente se instala la vida cotidiana con una cerca blanca, largos días en la oficina y niños que nos agotan.

En lugar de la pasión nos quedamos con la duda constante: ¿Acaso tomé una decisión equivocada?

Se supone que el matrimonio es para siempre, aunque esos sentimientos románticos iniciales no lo sean. ¿Qué pasó con la pasión? En cambio nos quedamos con la duda constante: ¿Acaso tomé una decisión equivocada? ¿Y ahora qué hago?

Botton escribe que “la buena noticia es que no importa si nos damos cuenta que nos casamos con la persona equivocada”. No existe esa persona perfecta con la que soñábamos o la que imaginamos desde que éramos pequeños. Todos tenemos defectos. No necesitamos contemplar el divorcio cuando nos sentimos frustrados, enojados, desilusionados, molestos o incluso incompletos. Adoptamos esta versión romantizada del matrimonio que destruyó la verdad que debemos enfrentar cuando vivimos con otra persona. El amor de Disney se aplica a los parques y a las grandes pantallas. Que el compañero que elegimos no pueda protegernos de las dificultades, de la tristeza y del dolor no debe atacar nuestra vida compartida.

Debemos contemplar lo que realmente importa en un matrimonio. “El compañero perfecto” es el esposo que mejor puede vivir con nuestras diferencias. Los mejores ingredientes para llegar al amor son un corazón generoso y la capacidad de perdonar. Podemos corregir las emociones de imperfección que tememos cuando nuestra relación no resulta ser lo que pensamos que sería.

El judaísmo y la búsqueda del amor

Cuando Abraham buscó una esposa para su hijo Itzjak, envió a su hombre de confianza, a Eliezer, a buscar a una joven en su país de origen. ¿Cómo reconocería Eliezer a la mujer digna de convertirse en la siguiente matriarca del pueblo judío?

Lo que mantiene el matrimonio no es el romance, sino las buenas cualidades personales.

Eliezer sabía que si encontraba una mujer que manifestara una bondad increíble, esa sería una pareja adecuada para Itzjak. Mientras esperaba al lado del pozo de agua, Eliezer se encontró con Rivka. Ella no sólo era honorable y amable, sino que demostró su verdadera cualidad de jesed, una profunda bondad. Rivka se ofreció a sacar agua tanto para Eliezer como para sus camellos. Lo hizo sin quejarse, sin dudarlo, sin expectativas. Rivka tenía una bondad desenfrenada.

Para que el amor florezca debemos dar amor con entusiasmo. No podemos medir, no podemos contenernos y esperar para ver si nuestra pareja equipara nuestros actos. Muchas discusiones pequeñas pierden toda proporción cuando cuestionamos la cantidad de amor que damos en comparación con la que nos da nuestra pareja. Nos limitamos a nosotros mismos y hacemos que el amor parezca algo pequeño.

Abraham sabía exactamente qué era necesario para dar luz a la vida de su hijo: una pareja que reflejara su amor hacia la bondad que sigue siendo el legado de nuestro pueblo hasta el día de hoy.

Al buscar un esposo, debemos seguir el sabio camino de Abraham cuando buscó una pareja para su hijo. Él sabía lo que mantiene un matrimonio no es el romance sino las buenas cualidades personales. Un buen corazón, la capacidad de perdonar y una naturaleza bondadosa, eso es lo que crea los lazos del amor.

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