El divorcio de Jeff Bezos

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Algunas reflexiones ante el quiebre de una de las parejas más poderosas del mundo.

Jeff Bezos, fundador y director general de Amazon.com, y su esposa, la novelista MacKenzie Bezos, salieron en primera plana al anunciar su divorcio tras 25 años de casados. La vasta e inimaginable riqueza de esta pareja fue una bendición para los demás de muchas formas. Jeff Bezos estableció un fondo de caridad con 2 mil millones de dólares para construir jardines de infantes en áreas marginadas y para ayudar a familias sin vivienda.

Parte del anuncio de Bezos en Twitter decía: “Como pareja tuvimos juntos una vida maravillosa, y también vimos un futuro maravilloso como padres, amigos y compañeros en aventuras y proyectos, así como individuos en búsqueda de aventuras y emprendimientos”. Pese al tono extraño y alegre con que presentaron la situación, no llega a ocultar la tristeza de que se quiebre una familia. Como muchos ya han señalado: si las cosas eran tan maravillosas, ¿por qué divorciarse?

A menos que un matrimonio se vuelva intolerable debido al abuso o la adicción, los hijos (incluso los hijos grandes) sufren por el divorcio de sus padres. Los cuatro hijos de los Bezos ahora se verán forzados a dividir sus lealtades, a escoger entre sus padres al celebrar las festividades y otras ocasiones especiales. Sus vidas se verán interrumpidas emocional y físicamente durante muchos años, quizás permanentemente.

“El impacto del divorcio sobre los hijos es devastador”, asegura la Dra. Diane Medved, psicóloga clínica y autora de “Don’t Divorce”. “Por amor a sus hijos, muchas parejas inteligentes con dificultades trabajan incesantemente para corregir, reducir y adaptarse a los desafíos a medida que se presentan”.

Nadie sabe en realidad lo que ocurría en el matrimonio de los Bezos, ni en ningún otro matrimonio, pero el divorcio de alto perfil me recordó algunas cosas que aprendí en más de treinta años de matrimonio sobre lo que es necesario para construir la construcción más íntima y significativa y que funcione a largo plazo.

Los matrimonios tienen “estaciones”, y si bien la mayoría comienza con la calidez y el color de un bello día primaveral, con el tiempo la estación puede volverse sombría y fría. La diferencia entre los matrimonios exitosos y los no tan exitosos es que las parejas de los matrimonios exitosos aceptan la realidad de los altibajos de la relación. Saben que un intervalo en sus sentimientos de cercanía, de intimidad emocional, puede superarse con dedicación y paciencia. La primavera retornará.

Los matrimonios exitosos están anclados en un compromiso compartido a valores trascendentes. “Una pareja que busca activamente una relación con su Creador tiene mayores probabilidades de sentirse comprometida con su matrimonio”, observa Devorah Agulnik, terapeuta de pareja y familia. “Hay una mentalidad de que la vida no debe focalizarse en la propia gratificación tanto como en el otro, en la familia y en la fe. La felicidad y la satisfacción son consecuencia de esos valores”.

Un matrimonio también es un organismo vivo que requiere nutrición diaria. “Nadie puede asumir que el otro puede seguir adelante sin constante reconocimiento y valoración, observa la Dra. Medved. “Si hay un solo día en el que menospreciaste a tu esposo al no hacerlo sentir la persona más importante de tu vida, de alguna manera debes compensar por ello” (Esto es verdad en especial durante una estación “más fría”).

Ahora dicen que Jeff Bezos tuvo un romance durante varios meses con otra mujer, también casada. La infidelidad es la causa de muchos divorcios, sin embargo los segundos matrimonios (a menudo con esa “otra mujer” o con ese “otro hombre”) tienen una tasa de divorcio todavía mayor que los primeros matrimonios. Eso no debe sorprendernos. Ambos miembros de ese segundo matrimonio demostraron que no les importa transgredir sus votos matrimoniales de fidelidad. ¿Qué les puede impedir conocer a otra persona que finalmente será “el amor de sus vidas”? Por eso, siempre es un error dejar que nos guíen los sentimientos. Los sentimientos cambian, los valores deben permanecer.

Los matrimonios que soportan un espacio “frío” o “distante” no tienen que terminar necesariamente en un divorcio. Hay excelentes terapeutas que pueden ayudan a las parejas a aprender a comunicarse y entenderse mejor, y a encontrar una manera de llegar a una intimidad satisfactoria y nutritiva. Recuerda: los matrimonios fuertes y bellos no nacen, se construyen. Perduran no porque no tienen dificultades, sino precisamente porque las tienen. Una pareja que está comprometida a hacer que su matrimonio funcione a menudo puede recapturar la chispa y el amor de su primera primavera.

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