Tres cosas que me hubiera gustado que alguien me dijera sobre el matrimonio

3 min de lectura

Nunca es demasiado tarde para incorporar estas lecciones claves en tu matrimonio.

Al celebrar nuestro aniversario y maravillarme de cuánto tiempo hemos estado casados, pensé cuáles son las lecciones principales que me hubiera gustado saber antes. Aquí hay tres de ellas.

Persigue la paz

El máximo objetivo del matrimonio es llegar a tener shalom bait, o “paz en el hogar”. No es suficiente con querer shalom bait, tienes que perseguirlo activamente e invertir todos tus esfuerzos en ello.

La Mishná dice, “Debes estar entre los discípulos de Aharón, ama la paz y persigue la paz…” (Pirkei Avot, 1:12). Aharón encarnaba el verdadero significado del shalom bait. La tradición judía relata que cuan él veía pelear a los esposos, corría a ayudarlos y le decía a cada uno que su pareja se había arrepentido sinceramente por la pelea y quería hacer las paces. Nuestros Sabios explican que esto no era una mentira, porque en lo más profundo de nuestro corazón todos anhelamos la paz.

Una vez, una lectora le preguntó a la Rabanit Esther Jungreis, de bendita memoria, si debía divorciarse. La Rabanit Jungreis le preguntó: ¿Qué pasaría si tomaras todos los recursos que necesitarías para un divorcio (todo el dinero, el tiempo, la energía, las emociones), y en cambio las invirtieras en tu matrimonio? Esto fue un gran recordatorio respecto a que los grandes matrimonios no surgen de la nada, sino que requieren trabajo e inversión.

Shalom bait es algo que construimos con cada conversación, con cada favor, con cada expresión de amor.

Irse a dormir enojados

No recuerdo los detalles de la peor pelea que tuve con mi esposo cuando estábamos recién casados, pero sí me acuerdo que era tarde por la noche. Nuestros hijos eran pequeños y estábamos todo el tiempo agotados. Lo único que yo quería era dormir. Pero en cambio, nos quedamos despiertos, ambos cansados y de mal humor, y discutimos hasta muy tarde por la noche.

No estábamos solos. Un estudio del año 2013 de la investigadora Amie Gordon de la Universidad Berkeley, probó lo que muchos ya sabemos: “las parejas experimentan conflictos más frecuentes y más severos después de no dormir varias noches”. Ciertas circunstancias prácticamente garantizan una pelea, y me llevó años de vida de casada aprender a evitarlas, hallar la fuerza necesaria para no entrar en una discusión y sugerir discutir las cosas en otro momento. En contra de la creencia popular, está bien irse a dormir enojado. De hecho, a veces es lo más sabio que se puede hacer.

Aprendí que cuando las discusiones comienzan a encenderse es mejor dejarlas para otro momento. Sorprendentemente, al reconsiderar los problemas entiendo que las conversaciones casi siempre son más productivas cuando tuvimos tiempo para calmarnos (o simplemente dormimos un poco).

Recuerda cuál es tu propósito en la vida

Cuando conocí a mi esposo, una amiga me preguntó qué me gustaba de él. Yo describí su inteligencia y su ingenio, su generosidad y cuánto nos divertíamos juntos. Aunque esas cualidades llevaron a que me enamorara de él y aún son importantes, mirando hacia atrás entiendo que algo faltaba. En verdad no nos formulamos las preguntas importantes, tales como: ¿Qué clase de vida esperamos crear? ¿Qué metas queremos alcanzar como marido y mujer? ¿Cómo definimos de forma general nuestro propósito en la vida?

Unos pocos meses después de casados mi esposo tuvo su primer susto de salud. En ese momento lo sometieron a la primera de varias cirugías que salvaron su vida. Esto cambió nuestras vidas. De pronto cada momento parecía ser crucial. Nos preguntamos qué queríamos hacer con el valioso tiempo que teníamos.

Antes de una cirugía, nos reunimos con nuestro rabino y hablamos sobre cómo todo lo que ocurre en nuestras vidas ocurre por una razón y está ahí para enseñarnos algo. Comenzamos a formularnos todas esas preguntas difíciles que nos obligaron a considerar realmente para qué vivimos.

Hacernos esas preguntas fue doloroso pero también nos unió como nunca antes. Empezamos a ver a nuestro matrimonio no como una simple compañía sino como un equipo con metas ambiciosas que nos resultan importantes. 

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