Lidiando con Tu Hijo Adolescente

4 min de lectura

Siete herramientas importantes para atravesar esta difícil etapa.

Individualidad e independencia son la marca distintiva de una adultez exitosa. El camino de la dependencia a la individualización puede ser doloroso (mira las canas de los padres de adolescentes), pero sin embargo es una travesía crucial. Entonces, para lidiar con los desafíos (¿oportunidades?) de chicos adolescentes, necesitamos primero respirar profundo y luego recordar que ellos están haciendo su trabajo.

Con ésto en mente, ofrezco humildemente algunas herramientas para lidiar con esta difícil etapa (Es como la técnica para el parto, ¡O utilizas la técnica o gritas!).

1. La actitud NO es nada personal (hasta cuando pareciera serlo).

Nuestros hijos adolescentes están aterrorizados. Saben que tienen que irse pero son ambivalentes al respecto. Quieren la seguridad y la libertad. Quieren la independencia y la tranquilidad. Son como bebes que empiezan a gatear, que dejan el cuarto y luego vuelven corriendo para asegurarse que tú estás allí. Sólo que a menudo no son tan bonitos.

En su confusión, y ayudados por su trastorno hormonal, su miedo se manifiesta como desafío o histeria. Necesitamos recordar que por dentro son niños pequeños asustados. Y que sus explosiones no están dirigidas hacia nosotros.

Es un gran error involucrarse en una batalla por el poder, transformar el asunto en algo personal y obligar a nuestros adolescentes a imponerse a cualquier costo. Es una situación en la que no se puede ganar. El padre sabio sólo deja pasar.

2. Sé su aliado. Durante este tiempo tumultuoso, nuestros adolescentes

necesitan saber que creemos en ellos, que estamos de su lado. Más allá

de su bravuconería externa, se sienten muy inseguros e inciertos. Es crucial que entiendan que los apoyamos a ellos y a sus elecciones (dentro de lo razonable) y que siempre pueden venir a nosotros cuando necesiten.

(Una pequeña advertencia: hasta con los padres más comprensivos, algunos adolescentes prefieren confiar en un adulto fuera de la familia ,con el que sienten cercanía. No deberíamos sentirnos celosos ni resentidos ni preocupados: sólo deberíamos estar contentos de que han encontrado a alguien responsable y confiable con quien hablar).

3. Educa a cada niño de acuerdo a su necesidad. Necesitamos apreciar

y alentar la individualidad de nuestros hijos. No estamos creando réplicas de nosotros mismos; no podríamos aunque tratemos, ¿y por qué lo querríamos? Necesitamos enfocarnos en lo que es mejor para este niño en particular, lo que es mejor para ellos y sus necesidades únicas –y luego hacer lo mejor que podamos para ignorar las presiones sociales (o los empujones de sus hermanos).

En este momento de sus vidas, las afirmaciones de individualidad de nuestros adolescentes a veces involucran choques con nuestros valores y gustos. Necesitamos ser pacientes. Este no es el punto final. He escuchado muchísimas historias de situaciones en las que el niño que era el que más rechazaba a sus padres termina viviendo la vida más parecida a la de ellos. Criar adolescentes requiere pensar a largo plazo, no a corto.

4. Acerca con la mano derecha y aleja con la izquierda. Este principio,

que sugiere que el amor y la compasión tienen una fuerte precedencia respecto a la disciplina, es verdad en todas las etapas de la vida del hijo, pero nunca más que en la adolescencia. Y la realidad práctica ciertamente fuerza a actuar de acuerdo a esta idea.

Porque por un lado, nuestros hijos adolescentes son más grandes que nosotros (que yo al menos) lo cual limita el tipo de disciplina aplicable. Por otro, nosotros no queremos provocar una pelea innecesaria (¿se dan cuenta cual es la idea central?). Necesitamos utilizar las pocas herramientas disciplinarias que tenemos (tarjetas de crédito, automóvil, etc.) sabiamente y con moderación. La mayoría de los asuntos no valen la pena la batalla. Si limitamos nuestra oposición a unas cuantas situaciones cruciales, tenemos más posibilidades de obtener una atención respetuosa.

Cuando sabemos que nuestros hijos pueden desobedecer nuestras órdenes (sí, es verdad) una vez que hayan dejado la casa, es mejor emplear consejos y no órdenes; “No creo que sea una buena idea ir allí y la razón es…” “Ese comportamiento me pone incómodo porque…” Ésto le permite a nuestro adolescente salvar su dignidad ya que toma él mismo la decisión, y también evita una lucha de poder o la necesidad de disciplina dura si toma la elección “equivocada”. (Este es, no hace falta decir, un consejo muy general y cada situación específica necesita ser evaluada de manera individual).

5. No te metas entre un adolescente y sus amigos. No puedo enfatizar lo suficiente la importancia de los pares para un adolescente. El sicólogo Ron Taffel les llama “La Segunda Familia” en su libro que tiene ese nombre, y ellos pueden, a veces, ser más importantes emocionalmente que la familia verdadera. Si tratas de separar a tu hijo adolescente de sus amigos perderás la batalla e incrementarás la distancia entre tú y él. En lugar de eso, trae a sus amigos a tu casa. Hazlos sentir cómodos. Conócelos. Puede que quedes gratamente sorprendido con lo que encuentres.

6. Aunque a los adolescentes les gusta experimentar, no les gusta que sus padres también lo hagan. Ellos quieren que seamos centrados, que nos quedemos en donde estamos para que sin importar qué tan lejos ellos vaguen, siempre sabrán en dónde encontrarnos. Nuestros adolescentes no quieren que salgamos con ellos o que escuchemos su música (tirarán ese CD inmediatamente). Ellos quieren que representemos estabilidad, seguridad en la terrible tormenta. Somos su roca y su seguridad, y ellos cuentan con nosotros como padres (no como amigos).

7. Madre/hija, y padre/hijo batallan más. ¿En serio? Para prevenir

esta confrontación clásica, trata de evitar ingresar a una confrontación con tu hijo de tu mismo sexo y, si es posible, haz que el padre del sexo opuesto imponga la disciplina. Es mucho menos amenazador cuando la identificación no es tan fuerte.

La adolescencia es desafiante para padres e hijos. Ambos lados luchan y están confundidos. Sienten tanto amor y tanta frustración. Ambos están creciendo y ajustándose. Y luego ajustándose un poco más. Es demasiado fácil perder de vista el amor y la dedicación en el medio del comportamiento hostil. Es demasiado común pasearse con un sentimiento constante de ansiedad y posiblemente enojo, con mucha emoción negativa y ninguna vía de evacuación productiva. Como con todo lo demás en la vida, Dios es nuestro aliado más poderoso, y la plegaria nuestra herramienta más poderosa.

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